Entre la espada y la pared: La cruda realidad de los egipcios que migran a Jordania

Sus esperanzas quedaron frustradas ya que la mayoría se ven obligados a aceptar trabajos ilegales y mal pagados, mientras que la perspectiva de retorno aún es más desoladora.

Tras el caos y la decepción que siguió a la revolución de Egipto, muchos ciudadanos de este país han partido rumbo a Jordania en busca de un mejor futuro.

“No puedo comprar un nuevo permiso de trabajo. Dejé Egipto porque quería comer. La sociedad egipcia está muy dividida y todos los que estamos aquí somos de clase baja. No buscamos ser ricos, solo queremos dar de comer a nuestras familias”, confiesa Mohammed, un trabajador ilegal egipcio que vendió el negocio de su esposa y pidió dinero prestado a sus vecinos para pagar los casi 1000 dólares que cuesta un permiso de trabajo jordano.

Es un secreto a voces. Hay más de 100 000 egipcios como Mohammed que se encuentran en situación irregular y son objeto de explotación por parte de empresarios que aprovechan las lagunas legales existentes para llenar sus bolsillos.

“En Egipto hay mucha gente que juega con los papeles. Les prometen el mejor permiso, pero cuando los trabajadores vienen aquí, no saben para qué sirve exactamente y ni siquiera quién es su jefe. Hay corrupción en la parte egipcia, en los mismos trabajadores y en el Gobierno de Jordania porque ganan mucho dinero al multar a esta gente y a los propietarios de los negocios. Todos están involucrados”, explica Nebal Abu-Dalow, abogada laboral.

Pese a todas las dificultades que encuentran, estos inmigrantes permanecen en Jordania porque sus familiares en Egipto dependen de cada dólar que les mandan. Incluso los riesgos de encontrarse en situación irregular no llevan a estos trabajadores a volver a su país, donde las perspectivas de trabajo son todavía más sombrías que la realidad que deben enfrentar a diario.

Atrapados en una encrucijada, tienen que vivir siempre pendientes de no ser detenidos y soportar la explotación de sus empleadores.