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Los matemáticos descubren algo raro en los números primos

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Especialistas lograron identificar un patrón en la aparición de estos números. Hasta el momento, consideraban que no había forma de predecirlos.

Aún no salen de su sorpresa. Matemáticos han logrado descubrir un patrón en la aparición de los números primos que, hasta ahora, era totalmente desconocido. Así, podrían quedar en el pasado siglos y siglos de estudio.

Los números primos son aquellos que solo son divisibles por 1 y por sí mismos; además de 2 y 5, son aquellos que terminan en 1, 3, 7 o 9. A partir de ellos se estructura el resto de los números, con base en la multiplicación de los primos entre sí. Por lo tanto, está predeterminado si un número es primo o no, no obstante, no hay manera de predecir cuáles serán primos, por lo que siempre se consideró que su aparición era aleatoria, publicó el portal 'New Scientist'.

Ya no. Kannan Soundararajan y Robert Lemke Oliver, de la universidad californiana de Stanford descubrieron que no lo son. "Es como si estuvieses familiarizado con una pintura y de repente te das cuenta de que hay una figura en la pintura que nunca habías visto", comentó Soundararajan.

¿En qué consiste el descubrimiento? Al investigar el primer millón de primos, encontraron que aquellos finalizados en 1 son menos propensos a ser seguidos por otro con la misma terminación -solo 18,5%-, lo que no ocurriría si fuesen realmente aleatorios, ya que la posibilidad sería del 25%. Además, los primos finalizados en 3 y en 7 siguen al terminado en 1 en un 30%, mientras que en 9 lo hacen el 22% de las veces.

Patrones similares se mostraron para las demás combinaciones y todas se desviaron de los valores aleatorios que se esperaban. Esto se da porque la terminación de un número primo tiende a "repeler" a los que terminan en el mismo dígito. "En la ignorancia, pensábamos que las cosas serían más o menos igual. Creíamos que teníamos un conocimiento fuerte", agregó Andrew Granville, de la Universidad de Montreal, en Canadá. 

La sorpresa de los matemáticos de todo el mundo fue mayúscula al enterarse del descubrimiento y así lo demostraron: "Necesito verlo para creerlo", afirmó James Maynard, de la Universidad de Oxford.

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