¿Qué efectos en la salud podrá tener la catástrofe nuclear nipona?
La Agencia de Seguridad Nuclear dio el sexto nivel de gravedad según la escala internacional INES a la situación en la central nuclear japonesa Fukushima-1. A modo de comparación, el séptimo nivel, el más alto, lo recibió la catástrofe de Chernóbyl, Ucrania, en 1986, la más grave de la historia.
Actualmente una nueva nube de vapor blanco se eleva sobre la central nuclear Fukushima-1, informaron los medios locales. Según los especialistas de TEPCO (Tokio Electric Power Co), la compañía operadora de la central, el vapor podría salir de la piscina del tercer bloque de energía donde se enfrían 514 varillas usadas como combustible.
Entretanto, TEPCO confirmó un daño del 70% en las barras de combustible del reactor 1, y del 33% en el reactor 2. La empresa teme que se haya provocado una fusión parcial del núcleo, lo que supondría la emisión de nuevas partículas radiactivas a la atmósfera.
TEPCO da a conocer a través de su página web que según sus últimas cifras el nivel medido de la radiación en la planta accidentada es 1.000 milisieverts (mSv) por hora. Sin embargo, acentúa que en las últimas horas el índice ha sufrido cambios muy drásticos: ha variado entre 1.000 y 11.000 mSv por hora. Expertos comentan que someterse a un nivel de radiación de 11.000 mSv por hora durante 10 minutos equivale a recibir la dosis anual permitida.
En cuanto a los pronósticos acerca de la contaminación de la propia zona y del resto del país, ecólogos comunican que por el momento no se puede predecir practicamente nada. Subrayan que no es un caso en el que funcione la noción del nivel promedio de radiación y hace falta realizar mediciones muy precisas. En algunos lugares los niveles de radiación pueden ser altos; en otros, bajos, lo que en promedio dará un índice permitido, pero la situación real seguirá siendo muy peligrosa. Además, la situación cambia constantemente: los vientos desplazan nubes radiactivas, mientras que las precipitaciones hacen llegar las sustancias tóxicas al suelo.
Médicos comentan que tampoco es posible pronosticar cómo las sobredosis de radiación eyectada de la central afectarán a la salud: por el momento se desconoce la composición exacta de la nube radioactiva.
En caso de prevaler en ésta el yodo o cualquier otro tipo de isótopos de vida media corta, la situación no es tan grave. Este tipo de isótopos tienen un período corto de desintegración, no persisten ni en la atmósfera, ni en el agua, suelo o plantas. Los efectos negativos para la salud son remediados a través de la ingesta de yoduro de potasio que 'bloquea' la glándula tiroides e impide que absorba el veneno, lo que ya provocó una demanda muy alta de estas pastillas. Según informan los medios japoneses, en los centros que acogen a los evacuados de la zona del accidente nuclear las autoridades repartieron 200.000 cápsulas de yoduro de potasio como medida preventiva.
Sin embargo, en caso de tratarse de una fuga masiva de cesio todo será muy diferente. El cesio tiene una vida media larga. No se desintegra, sino que se acumula tanto en el suelo, en el agua y en las plantas, como en todos los tejidos del organismo humano (no sólo en la glándula tiroides) y sigue activo durante muchos años. La contaminación radiactiva causada por el cesio puede persistir en el medio ambiente durante siglos aunque se apliquen diversos métodos de limpieza, según advierten los ecólogos.
Médicos comentan que con el tiempo los residuos nucleares se descomponen y con el polvo se esparcen en el aire y llegan a plantas, ríos, lagos y aguas subterráneas, acarreando consecuencias sobre la salud durante décadas. De esta manera, un brote de todo tipo de enfermedades en la región afectada no estalla tan sólo inmediatamente después de un accidente nuclear. Es generalmente sabido, por ejemplo, que los casos de cáncer en las zonas contaminadas aumentan muy significativamente 25 años después de que suceda un desastre industrial. Ése es el tiempo que el suelo y, por consiguiente, los alimentos 'necesitan' para acumular elementos radioactivos 'longevos' en las dosis que después pueden volver a causar transformaciones cancerosas.
Las transformaciones pueden manifestarse también en las generaciones posteriores, en este caso se trataría ya de una mutación.
El nivel sobreelevado de radiación provoca enfermedades de diversa gravedad. Puede tratarse de cataratas, hemorragias, cáncer o problemas cardiovasculares o inmunitarios. Depende del grado de exposición, la naturaleza de las radiaciones y los órganos alcanzados. Dosis idénticas de diferentes tipos de radiación tienen efectos distintos en el organismo humano. Además, diferentes tejidos reaccionan a la radiación de maneras distintas. Así, los más vulnerables desde este punto de vista son los ovarios y los testículos: se consideran 20 veces más sensibles al cáncer que la piel.
Otros factores importantes son la vía de absorción (oral o cutánea) y, desde luego, la susceptibilidad individual, es decir, la capacidad de reparar el ADN. Los grupos de riesgo elevado son, en primer lugar, bebés y embriones.
En cuanto a las dosis de radiación, los riesgos a corto plazo suelen considerarse los siguientes:
- Someterse a una radiación directa de un nivel de entre 250 y 1.000 milisievert (mSv) puede causar náuseas y daños en el bazo y ganglios linfáticos;
-Someterse a una radiación directa de entre 1.000 y 3.000 mSv provoca náuseas entre leves y agudas, pérdida de médula ósea bastante severa y de ganglios linfáticos. La recuperación en este caso es sólo probable;
- Someterse a una radiación directa de entre 3.000 y 6.000 mSv provoca náuseas severas, hemorragias, diarrea. En un 50% de los casos la pérdida de médula ósea resulta tan grave que causa la muerte en los dos meses siguientes;
- Someterse a una radiación directa de entre 6.000 y 10.000 mSv provoca los mismas síntomas, más daños graves a los pulmones y al aparato digestivo, lo que en un 50% de los casos desemboca en la muerte en los 20 días siguientes;
- Someterse a una radiación directa de más de 10.000 mSv provoca el colapso del sistema nervioso central y la muerte casi inmediata.