Estados Unidos, México y otros diez países que representan cerca del 40% del Producto Interno Bruto mundial han firmado el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés). Promovido por EE.UU., el tratado busca regular un gran número de áreas, que van desde el comercio de lácteos, hasta el medioambiente, pasando por derechos de autor, patentes y tecnologías digitales.
No obstante, este convenio, visto en México como una amenaza por algunos grupos y como una oportunidad de crecimiento por otros, ha tenido puntos de discusión especialmente en la apertura de los mercados de autopartes y productos lácteos, así como en la extensión de los plazos de patentes de medicamentos.
Al respecto, el presidente Enrique Peña Nieto ha expresado que formar parte de este acuerdo traerá mayores oportunidades de inversión y empleo bien remunerado para los mexicanos, mientras que el senador mexicano Manuel Bartlett, considera que el acuerdo es "aún peor que el Tratado de Libre Comercio que le hizo un enorme daño, y le sigue haciendo, a México", pues establece claramente la "hegemonía de las transnacionales en el mundo".
Por su parte, la también senadora de México, Marcela Guerra, apunta a que puede ser una oportunidad para "acceder con más potencia a nuevos mercados" que beneficiará, a los consumidores con el "atractivo de tener mayor diversidad". Sin embargo, Ricardo Romay, director de la Asociación Mexicana de Laboratorios Farmacéuticos, no ve ninguna ventaja en el tratado para el sector de los medicamentos genéricos pues es promovido por las grandes farmacéuticas.
Aunque el TPP ya ha sido firmado, los legisladores recibirán el tratado para decidir su ratificación, limitándose solo a su aprobación o rechazo, ya que no podrán legislar leyes nacionales contrarias a sus términos. Por tanto, varias comisiones comenzarán una serie de consultas públicas, foros y sesiones de debate, en las que saldrán a relucir los pros y los contras de un acuerdo que para muchos sigue siendo un enigma.