El caso Khashoggi: Mentiras, violencia y luchas de poder en Arabia Saudí
El sistema saudí funciona como la mafia personal de la familia Saud, donde una vez conoces sus cloacas, ya no puedes salir. Esta sería una forma de resumir el caso Jamal Khashoggi, a quien quince sicarios cercanos al príncipe heredero Mohamed Bin Salman torturaron y descuartizaron a principios de octubre. Pero el caso Khashoggi va mucho más allá del asesinato de periodistas o disidentes; se trata de un conflicto mucho más profundo en el que están involucrados los Hermanos Musulmanes, Qatar y la familia real saudí.
Hay que tener clara una cosa: Khashoggi no era un demócrata, y no fue asesinado por ser un demócrata. Ni siquiera era un disidente. Él mismo lo negaba cuando poco antes de su salvaje asesinato tuiteaba: "No soy un oponente, soy un freelance" o "lo dije más de una vez, no me opongo, soy solo un escritor freelance, estoy de acuerdo con el estado en unas cosas y en desacuerdo en otras". A Khashoggi lo asesinaron porque eligió el bando equivocado al enfrentarse a Mohamed Bin Salman.
El sistema saudí no es unipersonal. El poder recae sobre diferentes miembros de la familia real. O recaía. Hace apenas un año, el príncipe heredero Mohamed Bin Salman inició una lucha para concentrar el poder en una persona: él. Para ello eliminó enemigos políticos y encarceló a otros príncipes, algo que afectó de primera mano a Khashoggi, que siempre había sido cercano al príncipe Turki al-Faisal ya durante sus años como director de los servicios de inteligencia saudíes.
Llevan días diciéndonos que Khashoggi estaba enfrentado a Mohamed Bin Salman porque era un demócrata luchando por la libertad. De hecho, es cierto que cualquiera que leyese sus artículos en el Washington Post pensaría que efectivamente era un demócrata. Sin embargo, sus escritos en árabe demuestran todo lo contrario. El temor de Khashoggi era que Mohamed Bin Salman estaba haciendo peligrar el islam político en el país que él consideraba, era la cuna del islam político.
Se ha intentado justificar su pasado en Afganistán hombro con hombro con Osama Bin Laden portando lanzagranadas y fusiles de asalto –no solo 'la pluma y el papel'– apelando a su labor periodística. También se ha intentado justificar que fuese la conexión entre Arabia Saudí y al-Qaeda hasta su ruptura (cara al público, no en los hechos) en los años 90. Incluso, y ya rozando el ridículo, se han intentado justificar sus escritos de 2011 loando la yihad de Osama Bin Laden en Afganistán. Curiosa cuanto menos la crítica de Khashoggi a Bin Laden en CNN, cuando condenaba los crímenes de al-Qaeda no por asesinar civiles, si no más bien, por asesinar a musulmanes. Pero aun creyendo este blanqueamiento, aun dando por válidos los argumentos para justificar al mismo que se consideraba amigo de Osama Bin Laden, para Khashoggi el ejemplo a seguir era la Turquía de Erdogan.
- Hablemos de la democracia que es la Turquía de Erdogan:
Se trata del país del mundo con más periodistas encarcelados. Solo entre el 15 de julio de 2016 y octubre de 2018, 319 periodistas han entrado a prisión, de los cuales cerca de 180 aún siguen entre rejas. La Turquía de Erdogan colabora en el norte de Siria abiertamente con organizaciones yihadistas responsables de crímenes de guerra probados. Incluso, en las regiones kurdas del sureste de Turquía han eliminado localidades enteras.
El AKP, el partido de Erdogan en el poder, está ligado a los Hermanos Musulmanes, una organización que tiene como objetivo islamizar la sociedad, instaurar la sharía (ley islámica) y que es responsable de magnicidios, golpes de estado y matanzas como la de Argelia en los años 80 en la que murieron 200.000 personas. Ah, por cierto, Khashoggi se unió a los Hermanos Musulmanes en los años setenta, y desde entonces, se ha dedicado a defenderlos y mostrar sus simpatías por ellos.
Las razones del asesinato
Entonces, si Khashoggi apoya gobiernos de corte islamista… ¿Por qué lo han asesinado los saudíes? A fin de cuentas el wahabismo, el salafismo y corrientes similares como el deobandismo no son más que dos caras de una misma moneda.
Lo primero que habría que hacer es entender qué es Arabia Saudí. Es un país que realiza ejecuciones públicas hasta el punto de que tiene una plaza conocida como 'chop chop square' en referencia a las decapitaciones. Es un país en el que se mutilan cuerpos y crucifican personas, y es un país que está cometiendo crímenes de guerra en Yemen con total impunidad y el silencio de la Comunidad Internacional. Dicho de otro modo, Arabia Saudí es un país que soluciona sus problemas con violencia extrema.
A la coctelera hay que añadirle que Mohamed Bin Salman está eliminando a cualquiera que disienta con él, pero de una manera completamente irracional. Ni escucha a los asesores ni piensa en las consecuencias; sencillamente ordena y ejecuta. Solo ese comportamiento impulsivo puede explicar lo que hicieron en su consulado de Estambul. Algo que hasta el presidente de EEUU, Donald Trump, ha calificado de chapuza.
Khashoggi estaba radicalmente en contra de las políticas de Bin Salman de acercamiento con Israel. Lo consideraba un error, y es que el periodista saudí rechazaba incluso la posibilidad de lograr un entendimiento entre Israel y Palestina. Llegó a decir que Jerusalén debería ser recuperada por la comunidad islámica como La Meca o Medina. En inglés, eso sí, Khashoggi defendía el derrocamiento de Irán como algo positivo para Israel. Dominaba navegar entre dos aguas… o en este caso, entre dos idiomas.
También vio un error que los saudíes dejasen de apoyar a los rebeldes en Siria con la misma intensidad que al inicio de la guerra. Khashoggi era un ferviente defensor de la Primavera Árabe, que no fue más que la primavera islámica de los Hermanos Musulmanes.
Además, y por sus simpatías con los Hermanos Musulmanes, Khashoggi estaba en contra del conflicto de Arabia Saudí con Qatar, que durante unos días llegó a amenazar con terminar en una invasión; algo que no llegó a darse ya que una de las mayores bases de Estados Unidos en Oriente Medio se encuentra asentada sobre suelo qatarí. Apoyaba un acercamiento y una mejora de las relaciones entre ambos estados. Jamal Khashoggi era una persona molesta para Mohamed Bin Salman y que además contaba con la simpatía tanto de la reacción más conservadora en Oriente Medio, al ser alguien que difundía el discurso de los Hermanos Musulmanes, como de la izquierda liberal en occidente, al ser cómodo para el establishment y tener un discurso afín a las acciones de la OTAN.
Bin Salman sabía que si crecían las hostilidades con Khashoggi, éste podría hacerle mucho daño, ya que el periodista siempre ha manejado información muy sensible gracias a haber pertenecido a los aparatos de inteligencia saudíes y a haber sido su conexión con al-Qaeda en Afganistán y en Sudán. Por eso, Bin Salman decidió quitarse de en medio a Khashoggi. Si bien no cabe duda alguna de que ha sido un desastre lo que han hecho los saudíes, es cierto que no difiere mucho de lo que hace a diario Arabia Saudí dentro de sus fronteras. La diferencia reside en que en este caso, han eliminado a alguien muy importante para el establishment europeo y sobre todo norteamericano.
A pocos días de las elecciones legislativas en Estados Unidos, los demócratas están utilizando el caso de Khashoggi contra Trump con la intención de ganar y quitarse de en medio al actual presidente a través de un juicio político como se hiciera con Dilma en Brasil. Turquía, que estaba atravesando una de sus peores crisis por su disputa con EEUU, de repente parece que vuelve a resurgir imponiéndose a sus enemigos regionales. Y Mohamed Bin Salman… bueno, Mohamed Bin Salman parece que ya no podrá seguir fabricando su imagen en occidente de reformista y demócrata. La economía y el sistema saudíes, sin embargo, seguirán funcionando. La indignación de países y empresas no deja de ser puro marketing, simples florituras. La Future Investment Initiative, el 'Davos del Desierto', un evento saudí para mostrar su poderío, lejos de vaciarse ha ovacionado a Mohamed Bin Salman en su apertura.
Se eliminará a los sicarios que asesinaron a Khashoggi en una farsa disfrazada de justicia, y todo seguirá igual. Arabia Saudí seguirá violando los Derechos Humanos con total impunidad.
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