Sudán, dos meses después: del sueño de revolución a la pesadilla tiránica
Hace ahora ya dos meses, al hablar de Sudán me preguntaba cuánto poder estaban dispuestos a entregar los militares a la oposición civil. Hoy veo que no van a ceder en nada, y que el Consejo Militar de Transición (CMT), liderado por Abdel Fattah Burhan, lejos de poder considerarse revolucionario ha resultado ser más violento, sangriento y autoritario que el régimen del depuesto Omar al-Bashir.
Cuando el CMT derrocó a Omar al-Bashir con un golpe palaciego a principios de abril de este año, fue bajo la promesa de un futuro gobierno civil de transición con las Fuerzas por la Libertad y el Cambio y unas elecciones democráticas, pero como suele pasar con tiranos como Burhan y su general Mohamed Hamdan Dagalo 'Hemedti', las promesas quedaron en poco menos que papel mojado. Y es que apadrinados por el Consejo de Cooperación de los Países del Golfo, liderado por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, tanto Burhan como su entorno saben que no tienen necesidad alguna de abandonar el poder. El historiador y político liberal Lord Acton decía que "el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente". La realidad es que Burhan y Hemedti, cuando dieron el golpe contra Omar al-Bashir, ya eran unos corruptos absolutos.
La Unión Africana ha suspendido a Sudán mientras el gobierno siga siendo militar debido a la violencia que mantienen hacia los manifestantes. Hasta que no se establezca una autoridad civil de transición, la Unión Africana (UA) no tendrá actividades en el país. Sin embargo, la Liga Árabe no ha seguido el camino de los países africanos, lo cual deja a los militares en una situación internacional cómoda ya que ni están ni se sienten amenazados.
Aunque el Consejo Militar de Transición está liderado por Abdel Fattah Burhan, es Hemedti quien realmente manda. General de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), Hemedti es quien organiza y lidera la represión contra la oposición civil. Las FAR son unas fuerzas paramilitares harto conocidas en Sudán por sus abusos contra civiles en Darfur durante el gobierno de Omar a-Bashir en 2003.
Hemedti, que se niega a reanudar las conversaciones con la oposición civil canceladas el 3 de junio, está utilizando a sus paramilitares para asegurarse el poder. La quema de comercios, las violaciones y los asesinatos cometidos por las Fuerzas de Apoyo Rápido en estas últimas semanas han hecho que la población las llame Yanyauid o 'bandidos', en referencia al ejército tribal que en Darfur ha asesinado desde 2003 a cerca de 30.000 personas y cometido crímenes contra la humanidad según la ONU.
La represión por parte de los militares ha aumentado en este último mes de manera exponencial. El 3 de junio, coincidiendo con el final del Ramadán y el cese de las negociaciones con las Fuerzas para la Libertad, el Consejo Militar de Transición disolvió una sentada pacífica en la capital, Jartum, asesinando a más de 100 manifestantes; muchos de los cuales fueron arrojados al río Nilo para ocultar su muerte.
Las maniobras de Burhan y Hemedti para consolidarse en el poder, están dejando como bueno al dictador Omar al-Bashir. En apenas dos meses ya ha habido 118 asesinados, 780 heridos y 70 casos de violaciones. Desde la oposición las cifras aumentan, y llegan a hablar de 500 muertos además de los 118 asesinados reconocidos por el Comité Central de Doctores Sudaneses.
Pero Burhan cada vez tiene menos legitimidad a nivel interno, y solo el apoyo desde Arabia Saudí y Emiratos le ayuda a blindar su posición internacional. Negarse a recuperar los diálogos y cumplir su promesa de pactar un gobierno civil de transición solo provocan una crispación que se suma a la resultante de la violencia paramilitar desatada. En un intento de sobrevivir a nivel interno, los militares se han hecho con el control de los medios y han 'apagado' internet para silenciar las voces discordantes.
El Consejo Militar de Transición está haciendo todo lo posible para intentar crear una falsa imagen de respaldo social, ocultando la realidad del país, silenciando a la oposición y movilizando a la población más manejable por su ignorancia.
Para ello, Burhan y Hemedti están aprovechando la gran incultura de la población sudanesa (según la UNESCO, la tasa de analfabetismo ha aumentado en los últimos años, y apenas un 46% de la población tiene estudios secundarios) para movilizar a masas fáciles de embaucar que sirvan para 'sacar la foto' y lanzar la propaganda.
Movilizar a la población más ignorante es una estrategia que han llevado a cabo desde siempre en toda la región diferentes grupos islamistas de la misma cuerda ideológica que el CMT. Por ello las mezquitas son uno de los principales centros de adoctrinamiento, algo que ha causado enfrentamientos entre los clérigos y quienes que acuden al rezo simpatizando con la oposición civil. La religión es, y seguirá siendo durante muchos años, el mayor mecanismo de adoctrinamiento entre la población analfabeta.
Y con todo, al contrario que en Siria y en Libia, esta vez ni Reino Unido ni EE.UU. quieren aplicar sanciones ni intervenir en el país amparados en 'protestas civiles' como concepto genérico. Se quedan en simples tuits de condena para desmarcarse, pero nada más. ¿Por qué? Porque esta vez, los manifestantes son 'los malos', y los tiranos 'nuestros hijos de puta' que diría el secretario de estado de Roosevelt, Cordell Hull.
Aun más flagrante es la hipocresía de Emiratos Árabes Unidos, que mientras condena los asesinatos de civiles, entrega vehículos y equipa a las mismas fuerzas paramilitares que perpetran esos mismos crímenes.
Porque como es obvio, el Consejo Militar de Transición representa las ambiciones de los saud, y derrocarlo supondría derrocar al títere del mayor aliado –junto a Israel– de Estados Unidos en Oriente Medio y contra Irán. Tampoco, seamos serios, pueden ser las monarquías del golfo patrocinadoras de la democratización en Oriente Medio; porque no les interesa y porque tendrían que ir contra los cimientos en los que se erigen sus tiranías.
La situación en Sudán parece de todo menos post-revolucionaria
Los intereses que se disputan en Sudán son de todo menos los de los sudaneses. Turquía y Qatar buscan recuperar –presentándose como los amigos de la oposición civil– la influencia que han perdido con el derrocamiento de su aliado al-Bashir. Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, sin embargo, quieren mantener a los militares en el poder, porque son de facto sus títeres.
La disputa regional que se da en Sudán es tan descarada y tan obvia que basta con leer Al Jazeera (qatarí) y Al Arabiya (saudí) para confirmar las posturas de cada país. Es tan obvio el papel de saudíes y emiratíes en Sudán que, para pedir que el Consejo Militar de Transición moderase su violencia hacia los manifestantes, el representante de Estados Unidos David Hale se tuvo que reunir con el viceministro de Defensa de Arabia Saudí, Khalid bin Salman.
Ahora que los apologistas de golpes e injerencias callan, ahora que quienes hablaban de revolución callan, demuestran lo falsa que ha sido siempre su supuesta 'conciencia social'. No, no eran activistas por la democracia como se suelen definir; eran simples voceros de los Saud y los Nahyan.
Ahora que el pueblo sudanés se enfrenta a su hora más oscura, ahora que la oposición civil que se enfrentó a Omar al-Bashir se desangra ante unos sátrapas, los que llamaban revolucionario a Burhan, callan. Y en su silencio demuestran que jamás les importaron los sudaneses.
Tan demócratas revolucionarios resultan ser los hombres de Burhan que el Fiscal de la Corte Penal Internacional (La Haya) apoya que se inicie una investigación contra los crímenes del Consejo Militar de Transición hacia la oposición civil.
Dos meses después, el mundo se ha olvidado de Sudán, justo cuando los sudaneses se debaten entre la revolución y la infamia.
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