Yemen, Catar, Khashoggi e Irán: los fracasos de Mohamed bin Salmán
A Mohamed bin Salmán, ministro de Defensa de Arabia Saudí –que accedió al cargo con solo 29 años, siendo el más joven del mundo–, príncipe heredero y artífice de la nefasta participación saudí en Yemen, no paran de sumársele los problemas. Su principal protector en la región, Israel, tampoco puede acudir en su ayuda ahora que el país sionista se pierde en debates internos mucho más importantes cara a poder conformar gobierno y así evitar unas terceras elecciones.
El historial de fracasos
El bloqueo impuesto por Arabia Saudí y aliados a Catar solo ha servido para que Irán gane influencia en un país que era potencialmente hostil al régimen chií por su afiliación política a los Hermanos Musulmanes y servir de refugio a integristas suníes de todo pelaje; muchos del entorno de al-Qaeda. Además, los mundiales de fútbol y atletismo han servido a los cataríes para plasmar la imagen de estado abierto que desde Riad son incapaces de lograr.
Además del fracaso total de una de las primeras decisiones tomadas por Mohamed bin Salmán tras asumir el liderazgo de la cartera de defensa, se le acumulan las derrotas en Yemen y el sur de Arabia Saudí frente a los hutíes; la última, cientos de muertos y 2.000 mercenarios capturados junto a mandos saudíes en la frontera de Najran. El ministro de Defensa saudí, además de parecer incapaz de proteger sus fronteras, tampoco logra defender sus recursos adecuadamente. Así pues, en un ataque reivindicado por los hutíes (aunque no fueron ellos los únicos detrás del mismo) contra una refinería de la petrolera Aramco, se detuvo completamente la producción saudí de 5,7 millones de barriles, el equivalente al 50 % del crudo que procesa la mayor petrolera del mundo.
A los fracasos militares también se le suman los embates políticos. Khashoggi, aunque muerto, se le sigue apareciendo constantemente al príncipe heredero, porque ni los países Europeos, ni el Congreso de EE.UU., ni los medios lo olvidan un año después. Mohamed bin Salmán, que quiso presentarse al mundo como un reformista dispuesto a realizar cambios que diesen más libertades a los saudíes, se ha convertido en un paria. El país del que quiere convertirse en monarca está en el punto de mira de organizaciones de Derechos Humanos, es incapaz de revertir el fracaso de su intervención en Yemen y ha demostrado una gran vulnerabilidad frente a Irán, su gran rival regional. Ni siquiera en las Relaciones Internacionales están jugando buenas cartas los saudíes. El gobierno egipcio de Sisi, que ha recibido millones de riales a cambio de su seguidismo, enfrenta un momento de inestabilidad con miles de ciudadanos que se han echado a la calle para protestar contra la corrupción, el paro y la mala situación económica.
Entretanto Trump, que se enfrenta a un 'impeachment', ha dejado de apoyar al hijo favorito del rey Salmán, lanzando un claro mensaje de "si quieres guerra contra Irán, tienes que liderarla tú". Esto ha provocado que el que acaudilló el mayor enfrentamiento indirecto contra Irán en Yemen, el que apostaba por la confrontación directa con Teherán –aunque siempre pidiendo ayuda a terceros–, haya cambiado en el último momento su discurso de forma humillante. Ahora el gobierno iraquí del primer ministro Abdel Abdul Mahdi ha recibido luz verde desde Riad para intermediar entre Irán y Arabia Saudí en negociaciones que rebajen la tensión en Oriente Medio. Y es que los wahabitas necesitan un respiro. Mohamed bin Salmán también ha dejado entrever su deseo de poner fin a la misma guerra de Yemen que planificó en 2015.
Y mientras, Irán sigue presionando sin recular y afianzando su influencia en todo Oriente Medio. 'Los Ayatolás' han pasado a la resistencia activa, no haciendo concesiones ni a saudíes ni a norteamericanos. La República Islámica lejos de implosionar por las sanciones y el aislamiento internacional al que le ha intentado llevar EE.UU., libera presión negociando con China, y vuelve a reconectar todo el Eje de Resistencia con la apertura del paso fronterizo de Abukamal/al-Qaim entre Siria e Irak. Con este paso abierto, Irán, Irak, Siria y Líbano quedan conectados por carretera, reforzando el comercio y facilitando el transporte de tropas, armamento o lo que las partes precisen; algo que eleva la tensión en Tel Aviv, Washington y Riad.
Las protestas de Irak se han convertido en una oportunidad para los saudíes de ganar tiempo. El sentimiento anti-iraní entre un sector de los iraquíes es algo que ya no sorprende a cualquiera que haya hecho un seguimiento de las dinámicas de la región. Es mucho más fácil acusar a Irán de todos los males del país, como si hubiesen aparecido de la nada hace menos de un año (Mahdi asume el cargo de primer ministro el 25 de octubre de 2018), que plantar sobre la mesa los problemas internos de Irak, que vienen de largo; por un lado por la guerra, y por el otro por la nefasta gestión de una clase política corrupta hasta la médula. Y es este sentimiento anti-iraní el que intentan explotar los saudíes para en el plano internacional presionar a Irán. No es casualidad que la gran mayoría de tuits apoyando a las revueltas iraquíes procedan de Arabia Saudí, seguido de Emiratos Árabes Unidos y ya después Irak (nota: este estudio de la procedencia de los 'hashtag' se hizo antes de que el gobierno iraquí bloquease internet). Aun así, las protestas están teniendo seguimiento en Basora y Bagdad, pero no han llegado a Mosul. Si el gobierno no cayó en 2018, Mahdi ahora ni va a dejar el cargo, ni va a cambiar sus políticas.
El historial de fracasos que acompañan a Mohamed bin Salmán no ha pasado desapercibido ni en el reino ni en el clan al-Saud, habiendo voces dentro de la Casa Real que cuestionan su liderazgo.
Mohamed bin Salmán, que ha forjado su nombre deteniendo príncipes saudíes que podían disputarle el poder, intentando secuestrar al primer ministro de Líbano, hablando de derechos civiles mientras ordena la detención de mujeres activistas, provocando la mayor crisis humanitaria del mundo en Yemen… en definitiva, siendo verdugo, está muy cerca de convertirse en víctima. Cada vez tiene menos relevancia internacional. Cada vez hace menos apariciones. Los medios saudíes cada vez hablan menos de él. Porque el príncipe que se creyó invencible, cada día es más vulnerable.
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