Santos-Obama: Premio Nobel y dos visiones antagónicas
Ha causado júbilo en el mundo la designación del presidente colombiano Juan Manuel Santos como Premio Nobel de la Paz, distinción otorgada por el Comité Noruego del Nobel, reconociendo los significativos esfuerzos de aquellos actores que contribuyeron para poner fin a la guerra civil en el país, destacando el diálogo del Gobierno con la guerrilla de las FARC-EP y la firma del Acuerdo de Paz.
Las razones son merecidas pues su tesón por finalizar un conflicto de más de medio siglo ha dado frutos y se ha realizado un documento que contempla puntos definitivos para la reconciliación nacional. Entre ellos se menciona una política de desarrollo agrario integral sentando bases para la transformación del campo, la participación política de los guerrilleros con garantías nacionales, fin del conflicto armado y cese bilateral al fuego, solución al problema de las drogas ilícitas, la importante acción con las víctimas a través de un Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, complementado por la implementación, verificación y refrendación de dicho proceso.
Cabe anotar que este galardón siempre tiene una esencia política, lo que requiere un análisis profundo pues su significado provoca una reacción internacional que puede ser de complacencia o de rechazo, acorde con los fundamentos y la práctica del nominado. En el caso comparativo de Juan Manuel Santos y Barack Obama, el galardón es el mismo aunque las diferencias son sustanciales pues en uno de ellos la búsqueda de la paz es el motivo principal y, en el segundo, es la guerra y la presión indebida la que define esta situación.
Como se conoce, las FARC-EP es un ejército guerrillero cuya filosofía se centra en la lucha contra la injusticia social que representa la oligarquía colombiana, el cual ha aceptado por su parte poner fin a un combate que ha durado cincuenta y dos años, ha causado más de doscientas veinte mil personas fallecidas, desaparecidos, falsos positivos y más de nueve millones de desplazados, todas víctimas del conflicto que ha enfrentado al Gobierno, la insurgencia y las bandas paramilitares. El proceso de dejación de armas y participación en la vida civil de este movimiento fue el empeño del presidente Santos, posible con el apoyo decidido de Cuba, Noruega, Venezuela y Chile, diálogo que duró cuatro años y que culmina en el Acuerdo de Paz.
Sin embargo, el premio Nobel no siempre representa con fidelidad el contenido de éste ya que puede convertirse en un manifiesto coherente o antagónico debido a la acción ejercida por los nominados. Es el caso concreto del mandatario colombiano y el presidente estadounidense.
Barack Obama, quien en el año 2009 recibió la presea en una decisión controvertida y criticada, lo obtuvo supuestamente "por sus esfuerzos extraordinarios para fortalecer la cooperación y la diplomacia internacional entre los pueblos", lo que se vio desmentido casi de inmediato por sus frecuentes atentados contra pueblos y naciones. Este cuestionamiento se ha basado en que el régimen estadounidense ha tenido como fundamento internacional mostrar que tiene el derecho a vigilar al mundo e intervenir en donde considere su decisión unilateral, según su propia interpretación, creando bases militares autónomas, entregando financiación a grupos terroristas como Daesh en Siria e Irak, desestabilizando sociedades, vigilando a los ciudadanos, todo en aras de la “libertad y los derechos humanos”, según la propia concepción de su contenido.
En Colombia, la idea fundamental fue tomar en consideración el pensamiento de todos los actores, lo que implicó también serias contradicciones con sectores opuestos a la paz o a lo pactado en dicho Acuerdo. Ello llevó incluso a realizar un plebiscito para solicitar una refrendación popular lo que devino en un quiebre importante pues fue negado por sesenta mil votos. No obstante, de inmediato se abrió la puerta para concertar con la oposición dicho propósito y actualmente se dirigen los esfuerzos a ese fin.
Obama ha hecho lo contrario pues su planteamiento fundamental es que sólo el pueblo estadounidense y el gobierno deciden lo que en el mundo sucede, pues el Principio de la Excepcionalidad les otorga el derecho divino a modificar gobiernos, iniciar guerras, sancionar a pueblos, autorizar asesinatos selectivos, establecer tropas y bases en países donde no los aceptan, lo que implica la negación del diálogo y la reconciliación. Es preciso no olvidar que EE.UU. ha sido un puntal en la guerra colombiana pues ha aportado tecnología, financiación, armas, estrategia, lo que ha consolidado el conflicto y es propia de la solución militar por sobre la vía política.
El presidente Santos ha recibido el premio con humildad en nombre de las víctimas y del pueblo colombiano, insistiendo en que es un aporte para conseguir una paz estable y sostenible, tributo a todos los que han hecho que esté a punto de lograrlo. Ha reconocido a los negociadores de ambas partes, invitándolos a seguir trabajando para esta causa, a unir fuerzas y mentes en el propósito nacional, es decir, un mensaje de unidad y materialización de este proyecto nacional.
Frente a la humildad y transparencia mostrado en dicho acto, Obama ha manifestado en sus últimas intervenciones que si es de atacar a Siria y enfrentarse a Rusia, Irán, Irak o Siria, específicamente, las consecuencias serán aceptadas, lo que implica una soberbia increíble además de poner al planeta al borde de un conflicto nuclear. Así mismo, incrementar sanciones a Rusia, no acatar sus obligaciones con Irán así como con Cuba, e insistir en la crisis de Ucrania, son algunos hechos que indican que el Nobel considera a la paz un objetivo secundario ante los intereses del complejo económico-militar.
Conocer que el presidente Santos hace parte de la clase dominante colombiana, no resta méritos a su labor y hace imprescindible destacar una frase suya: es preferible un Acuerdo imperfecto que salve vidas antes que una guerra perfecta que continúe la horrible noche vivida. Su propuesta de abrir los brazos sin vencedores ni vencidos, aceptando el rol que ha jugado la FARC-EP en la defensa de la paz, es notable.
Las víctimas de la confrontación en Colombia y la necesidad de garantizar la vida a todos los ciudadanos contrasta con las víctimas de guerras creadas artificialmente o avaladas por el gobierno estadounidense, las que deberán exigir a su representante oficial, el presidente Barack Obama, que comprenda la importancia de aceptar internacionalmente su papel de victimario creando un Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, a nivel mundial.
Como puede comprobarse, parece ser que los estilos Nobel pueden ser diferentes y antagónicos: mientras en Colombia se predica con el ejemplo invitando a dialogar para buscar la paz, en USA se niega el diálogo y se insiste en la guerra como mecanismo de opresión. Dos premios Nobel y dos visiones antagónicas para interpretar.
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