EE.UU. y sus "interesadas" excusas para prolongar su injerencia en Irak y Oriente Medio
El 16 de marzo de 2003, en la Cumbre de las Azores, el entonces mandatario estadounidense, George W. Bush, junto al primer ministro británico, Tony Blair; el presidente de España, José María Aznar y el jefe del gobierno portugués, José Manuel Durao Barroso, presentó un ultimátum al gobierno de Saddam Hussein en Irak: en 24 horas debía deshacerse de sus armas de destrucción masiva o se produciría una declaración de guerra contra el país.
Lo cierto es que no había armas de destrucción masiva y, por tanto, la exigencia impuesta no se podía satisfacer. El 20 de marzo de 2003, EE.UU., Reino Unido y Polonia iniciaron la invasión ilegal de Irak, con el apoyo de otros países, como España.
El caos reinó en Irak, la represión por parte de las fuerzas ocupantes contra la población nativa se puso de manifiesto con arrestos arbitrarios, aumentaron las violaciones a mujeres, saqueos, destrucción del patrimonio, y en medio del descontrol y el vacío de poder, además, llegaron oportunistas de todo tipo. Desde ejércitos de mercenarios a empresas constructoras originarias de los países que habían participado del destrozo en Irak, y que aparecían para edificar lo que sus propios naciones habían destruido con contratos millonarios.
EE.UU. favoreció la división interna en Irak, aupando, financiando y armando a distintos grupos opuestos en distintos momentos.
Entre las múltiples consecuencias de esta invasión se encuentra el desmantelamiento que EE.UU. realizó de la estructura del Ejército iraquí y de la Policía, con la expulsión de unos 400.000 hombres que, en muchos de los casos, pasaron a integrar las fuerzas de resistencia armada contra la ocupación.
EE.UU. favoreció la división interna en Irak, aupando, financiando y armando a distintos grupos opuestos en distintos momentos, chiíes y suníes, entre otros.
Grupos a los que posteriormente, cuando dejaban de resultarle útiles, retiraba su apoyo, engordando, entre otras cosas, las filas de la resistencia. Todo este escenario favorece un clima de desorden que aún se mantiene y que ha condenado a la pobreza a un tercio de la población del segundo país productor de petróleo de la OPEP.
Las cárceles iraquíes controladas por EE.UU., donde se han documentado prácticas de tortura y vulneración sistemática de los derechos humanos, se convierten en el caldo de cultivo perfecto para la radicalización de decenas de presos hacia posiciones wahabistas y takfiris. Así, Abu Bakr al Baghdadi, nacido en Faluya, preso en 2004 en la cárcel bajo control estadounidense de Camp Bucca, acabaría años después autoproclamándose califa del Estado Islámico de Irak y el Levante (DAESH).
La lucha contra del Estado Islámico fue desde 2014 la nueva excusa para permanecer en Irak, un acuerdo que hoy por hoy, tras varias muestras de falta de respeto a la soberanía iraquí por parte de EE.UU. durante todos estos años, está siendo cada vez más cuestionado por las autoridades del país.
Con el nacimiento de DAESH y su confrontación con otros grupos como Al Qaeda, el terrorismo se expande por la región afectando de forma directa a la vecina Siria. Mezclando este escenario con una serie de protestas civiles en el país, desde los medios de comunicación occidentales recrean una nueva escenificación de bombas y mentiras para justificar sus interesadas injerencias en Oriente Medio.
La lucha contra del Estado Islámico fue desde 2014 la nueva excusa para permanecer en Irak.
Las potencias occidentales participan de forma directa en este conflicto dando apoyo al Ejército Libre Sirio, aliado del Frente Al Nusra (Al Qaeda en Siria), en la mal llamada guerra civil siria. Siendo este un elemento clave que explica el desarrollo del conflicto armado en ese país desde el año 2011, los medios occidentales se dedicaron a omitir esta realidad, hasta que no hubo más remedio que reconocer que a los que ellos apoyaban y llamaban "rebeldes moderados" sirios eran los mismos que en París, tras el atentado de noviembre de 2015, ellos mismos señalaban como terroristas. ¿Por qué lo que estaba evidentemente mal en París era apoyado en Siria?
Una vez cayó por su propio peso esta estrategia, EE.UU. en alianza con algunos grupos kurdos, participó de la ocupación de una parte del territorio sirio. Las bases estadounidenses en este país, por tanto, son fruto de una ocupación ilegal. Desde ese territorio ocupado, Damasco denuncia, a su vez, que se está produciendo un expolio de los recursos naturales (gas y petróleo) sirios, tan necesarios para la reconstrucción de este país tras el conflicto armado. Igualmente, EE.UU. mantiene unas criminales sanciones contra este país árabe.
En el contexto del conflicto armado sirio, su gobierno solicitó ayuda regional estableciendo acuerdos con Irán y con otros grupos militantes en la región. Y también internacional, como el apoyo otorgado por Rusia.
Es en este marco que a nivel regional se empieza a hablar del 'Eje de la Resistencia', que va incluyendo a otros actores que identifican igualmente la injerencia de EE.UU. y sus aliados, incluido el Estado de Israel, como los principales elementos de desestabilización en esta región. Algo similar a lo que está ocurriendo en el Sahel con las fuerzas militares francesas.
'EE.UU. lanza ataques contra objetivos vinculados con Irán en Irak y Siria', leíamos en un titular de la cadena BBC; 'Los bombardeos de represalia de EE.UU. contra varias posiciones de milicias proiraníes han dejado al menos 45 muertos', sostenía otro artículo en el sitio web de Radio Televisión Española (RTVE).
El ataque contra la base estadounidense en Jordania el pasado domingo 28 de enero, estratégicamente situada en la frontera siria, ha sido el argumento empleado por EE.UU. para justificar una serie de ataques de represalia contra Irak y Siria.
Sin embargo, el relato, como podemos ver en los medios de comunicación occidentales, va más allá, estableciendo un vínculo entre estos ataques y una injerencia iraní en la región. El país persa, por su parte, ha negado estas acusaciones.
Tras la solicitud de Rusia de abordar estos ataques a Irak y Siria en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, EE.UU. se justificó apelando a un supuesto derecho a la defensa por haber sido atacados. Sin embargo, nadie ha atacado Washington, como sí se ha atacado Damasco o Bagdad. Nadie ha asesinado a un alto mando del Ejército de EE.UU. aprovechando una visita a otro país, como sí hizo EE.UU. con el general iraní Qasesm Soleimani, de visita en Irak, en enero de 2020.
¿Es necesaria una conspiración iraní para que los pueblos de Oriente Medio se levanten contra la presencia estadounidense en su territorio?
Como cantaba Carlos Puebla: "Yo del inglés conozco poca cosa, pues solamente hablo en español, pero entiendo a los pueblos cuando dicen: 'Yankees, go home!'".
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