¿A quién le interesa una escalada del conflicto en Oriente Medio?
El 13 de abril veíamos unas imágenes impensables hace no mucho tiempo: los misiles iraníes sobrevolaban la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén. La operación 'Verdadera Promesa', llevada a cabo por el gobierno persa, se producía a modo de represalia ante el ataque israelí contra una sede diplomática iraní en Siria.
Israel vulneró la Convención de Viena atacando a servicios diplomáticos de Irán. Del mismo modo, ante el silencio y el bloqueo para articular una condena en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la República Islámica llevó a cabo este ataque controlado, que, no obstante, servía para poner en alerta a las autoridades sionistas y visibilizar su sistema defensivo.
La consecución de estos acontecimientos revelaba varias cuestiones: en primer lugar, la vulneración sistemática por parte de Israel de todo el derecho internacional; en segundo lugar, la impunidad para cometer estos crímenes y quién esta detrás de la misma; y, en tercer lugar, que Irán no iba a consentir que se vulneraran sus derechos como nación soberana y en el caso de que la vía diplomática fuese anulada, tenían los medios para seguir opciones alternativas, incluida la militar.
Ante este escenario, cualquiera podría pensar que Israel se lo pensaría dos veces antes de volver a actuar contra la soberanía del país persa; sin embargo, esto no ha sido así y el asesinato del líder de Hamás, Ismail Haniya —que se encontraba en Teherán como invitado oficial de la República Islámica de Irán para la toma de posesión del nuevo presidente, el pasado 31 de julio—, por parte de las fuerzas israelíes, nos devolvía, otra vez, al escenario que ya vivimos en abril.
Nadie puede negar que, si bien es incuestionable que Israel vulneró el derecho internacional, una vez más, también es incuestionable que Irán, acogiéndose al mismo, tiene todo el derecho a defenderse.
El pasado 2 de agosto, desde la portavocía del secretario general de la ONU, sostenían una "profunda preocupación" por la situación actual en la región de Oriente Medio, y reiteraban su solicitud a las partes para evitar una escalada del conflicto. Estas declaraciones se producían tras una conversación telefónica entre el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, y Ali Bagheri Kani, ministro interino de Asuntos Exteriores de Irán, donde el político iraní denunciaba este nuevo ataque a la soberanía y la seguridad de su país, y pedía, de nuevo, amparo a la ONU.
Sin embargo, no deja de ser sorprendente que, ante una nueva vulneración del derecho internacional por parte de Israel, Naciones Unidas, de nuevo, no tenga nada más que aportar que pedir a los agredidos contención para evitar males mayores. Nadie puede negar que, si bien es incuestionable que Israel vulneró el derecho internacional, una vez más, también es incuestionable que Irán, acogiéndose al mismo, tiene todo el derecho a defenderse.
Tras más de una semana, el ataque de represalia de Irán aún no se ha producido. Pese a ello, durante estos días tanto EE.UU. como algunos líderes europeos, también han mostrado su preocupación, señalando el temor de que Irán desate una escalada mayor del conflicto, tratando de hacernos creer que hay un mayor temor en que Irán cumpla con lo que establece el derecho internacional, más que con el hecho de que Israel, de forma sistemática, incumpla con el mismo.
La relación EE.UU.-Israel
Sin embargo, no podemos olvidar que Benjamín Netanyahu regresaba precisamente de EE.UU. —donde recibió una ovación en el Congreso de ese país y nuevos apoyos— cuando se produjo el atentado que acabó con la vida de Haniya en Irán. En ese sentido, quizás es del todo inocente pensar que EE.UU. desconocía los planes de su aliado, y en el que caso de que así fuera, su exigencia a Irán para evitar una escalada sería en todo sentido hipócrita, mientras mantiene su apoyo económico, militar y político a la entidad sionista.
En esa dirección se manifestó el recién electo presidente de la República Islámica, Masoud Pezeshkian: "Si EE.UU. y los países occidentales realmente quieren prevenir la guerra y la inseguridad en la región, para demostrar esta afirmación, deben dejar inmediatamente de vender armas y apoyar al régimen sionista y obligar a este régimen a detener el genocidio y los ataques contra la Franja de Gaza y aceptar un alto el fuego".
La respuesta de Washington la conocíamos este 12 de agosto, cuando el Pentágono confirmaba el acuerdo suscrito con Israel para el despliegue de un submarino y un portaaviones estadounidense en la región.
En medio de este contexto, durante estos meses hemos visto, por un lado, cómo se articulaba una condena internacional contra los actos perpetrados por el Estado sionista en los principales organismos internacionales, sin mucho éxito debido al veto reiterado de EE.UU. y las potencias europeas; y por otro, cómo el eje de la resistencia —como se autodenominan las fuerzas coordinadas de distintos países de Oriente Medio y Asia occidental vinculadas con la lucha contra las incursiones occidentales en la región y cuyo referente fundamental es Irán— establecía una serie de acciones que trataban de frenar la destrucción de Gaza.
Tanto las acciones al sur del Líbano, llevadas a cabo por la guerrilla chií, Hezbolá, como la estrategia del bloqueo naval a los barcos que operen con Israel en el mar Rojo, llevada a cabo por Yemen, se han integrado como un apoyo fundamental al pueblo palestino desde el 7 de octubre. Igualmente, es conocido por todos el apoyo histórico de la República Islámica a la causa palestina.
Mediación china
Pero el trasfondo geopolítico va más allá. El pasado 22 de julio, por mediación de China, las 14 facciones políticas de Palestina se reunían en Pekín donde hicieron pública una declaración conjunta en la dirección de "trabajar hacia una unidad nacional integral". Una de las debilidades que ha mantenido la resistencia palestina ha sido el del enfrentamiento entre sus facciones. Esta iniciativa busca, por un lado, fortalecer el interlocutor político de la causa palestina, y, por otra parte, vuelve a reflejar el ascenso que la República Popular China está cosechando en la esfera diplomática.
No es de extrañar que EE.UU. no vea del todo con malos ojos una escalada militar en la región que frene el rol de mediador pacífico que está asumiendo su principal rival geopolítico.
Otro elemento destacable que refleja este ascenso de China y su relevancia en la región, fue su mediación para el retorno de las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita en 2023. A su vez, también es de destacar la inclusión de la República Islámica y Arabia Saudita al grupo BRICS+ a principios de 2024.
En ese sentido, no es de extrañar que EE.UU. no vea del todo con malos ojos una escalada militar en la región que frene el rol de mediador pacífico que está asumiendo su principal rival geopolítico. Una baza que el gobierno israelí, sin lugar a dudas, está sabiendo utilizar.
La respuesta iraní sigue a la espera, desde el gobierno y el ejército persa se está llamando a tratar de buscar opciones negociadas que eviten una escalada militar, centrando además sus esfuerzos en conseguir un alto al fuego que frene el genocidio en Gaza, pero dejando en todo momento claro, que el ataque a la soberanía y la seguridad del país persa será contestado. Recordemos que ya son más de 40.000 palestinos asesinados por las fuerzas israelíes desde el mes de octubre de 2023.
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