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Más que una reunión simbólica: las razones por las que el obradorismo salió a las calles en México (y el reto para los nuevos liderazgos)

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Más que una reunión simbólica: las razones por las que el obradorismo salió a las calles en México (y el reto para los nuevos liderazgos)

"Como en los mejores tiempos, nos volvemos a concentrar en este Zócalo democrático de la capital de la República". Estas fueron las palabras con las que el presidente Andrés Manuel López Obrador comenzó su discurso ante 250.000 personas en la principal plaza pública del país, dos años después del último mitin político que se realizó ahí debido a los confinamientos por la pandemia del coronavirus.

Fue una reunión con una alta carga simbólica. Primero, la alegría de una población vacunada en su mayoría y que está ansiosa de retomar sus actividades cotidianas, no solo laborales o lúdicas sino las políticas también. A pesar que el mensaje del presidente tendría lugar a las 5:00 de la tarde, desde las 8:00 de la mañana miles de personas se empezaron a congregar en la explanada capitalina, después de haber viajado toda la noche desde todos los puntos del país.

El obradorismo se nutre de estos eventos. Movimiento y líder lo necesitan por igual para mirarnos a los ojos y reconocernos, no desde el pragmatismo político sino desde el plano emocional. En abril de 2005, cuando López Obrador era alcalde de la Ciudad de México y se le pretendía descarrilar de la carrera presidencial con su desafuero, un sentimiento de molestia profunda con el gobierno de Vicente Fox dio origen a una comunión con el líder social tabasqueño en un mitin donde toda la gente coreábamos: "¡No estás solo!".

Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional Autónoma de México y McGill University.
Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional Autónoma de México y McGill University.
El obradorismo se nutre de estos eventos. Movimiento y líder lo necesitan por igual para mirarnos a los ojos y reconocernos, no desde el pragmatismo político sino desde el plano emocional.

Un año después y ante el grotesco fraude electoral que se había llevado a cabo y de una semana de experimentar en pequeñas células el dolor y la tristeza de ese golpe a la democracia, nos volvimos a reunir en el zócalo con distintas emociones a cuestas. Desconsolados, molestos, pero sobre todo expectantes de saber cuáles eran los pasos que el movimiento podía dar. El solo vernos y reencontrarnos sirvió para juntar fuerzas y saber que, en esta ocasión, éramos los obradoristas los que no estábamos solos. Nos teníamos los unos a los otros y –a diferencia del fraude de 1988– había un líder que hablaba ante el pueblo y no solo ante las cúpulas. A pesar del robo electoral hubo una catarsis y el movimiento se fortaleció al saber que la lucha no era de un día, ni tan poco por cargos públicos sino por algo más importante: la revolución de las conciencias.

Y el liderazgo de este movimiento lo tenía indiscutidamente de López Obrador. No porque fue alcalde o candidato presidencial sino porque después del fraude y las horas más aciagas, volvió a las bases a hablar con la gente cara a cara. Después de marchas de protesta y mítines de más de dos millones en la Ciudad de México, regresó a todos y cada uno de los municipios del país en más de una ocasión para hablar ante 30, 50, 100 personas, siempre con la misma emoción y compromiso lo que ha generado un indudable vínculo de confianza entre López Obrador y la gente.

Después de tres años de gobierno y el consiguiente desgaste que lleva el ejercicio de poder, López Obrador tiene una aprobación de 70 %. Una locura. A eso agreguémosle las crisis sanitaria y económica más grandes a nivel mundial en el último siglo y veremos cómo para la mayoría de analistas políticos la aprobación y popularidad del presidente es un hecho completamente anormal e inexplicable.

Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional Autónoma de México y McGill University.
Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional Autónoma de México y McGill University.
Muchos analistas insultan nuestra inteligencia constantemente y desprecian el respaldo popular del 70% y en vez de tratar de entender este fenómeno social, dicen que el presidente ejerce el autoritarismo y polariza. Conversan en mesas de debates de movimientos sociales y llevan más de cuatros décadas sin salir de sus cubículos o de los estudios de televisión.

Tratan de explicar a través de algunos datos y cifras que la popularidad debió haber caído. Dicen que es un movilizador cuando lo que quieren decir es que es un manipulador de masas. Dicen que los ciudadanos no entendemos la complejidad de los acontecimientos cuando quieren decir que López Obrador es un populista engañabobos. Insultan nuestra inteligencia constantemente y desprecian el respaldo popular del 70% y en vez de tratar de entender este fenómeno social (aunque sea por curiosidad profesional), dicen que el presidente ejerce el autoritarismo y polariza. Conversan en mesas de debates de movimientos sociales y llevan más de cuatros décadas sin salir de sus cubículos o de los estudios de televisión.

No se dan cuenta que López Obrador ha dado, nos ha dado a la gente común, lo que no nos dio ningún político y lo que no nos da ningún analista ni académico: respeto y confianza a nuestras decisiones, a la voluntad popular. ¿Qué es la democracia sino el respeto a la voluntad popular? Quienes la desprecian se muestran como elitistas y aristócratas, que añoran el antiguo régimen donde tenían posiciones privilegiadas. Vociferan y señalan que México es el país de un solo hombre porque sistemáticamente han ignorado por más de dos décadas al movimiento social, al obradorismo.

Sin duda esto es lo que destaca del mitin de ayer en el Zócalo capitalino. Mientras que la comentocracia y el círculo rojo encuentra inexplicable la popularidad de López Obrador e intentan mostrar con datos o con algún autor de su vasta bibliografía el motivo por el qué 100 millones de mexicanos estamos equivocados en respaldar la presidencia de López Obrador, esos millones de personas volvimos a salir a las calles para vernos y reconocernos, como en 2005, 2006 y todos los años subsecuentes, para emocionarnos y recordar que aunque los medios tradicionales digan que es el gobierno de un solo hombre, nosotros sabemos que hay líder, pero aún más importante, que hay un movimiento de millones de personas.

Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional Autónoma de México y McGill University.
Javier Buenrostro, historiador por la Universidad Nacional Autónoma de México y McGill University.
Esos millones de personas volvimos a salir a las calles para vernos y reconocernos, como en 2005, 2006 y todos los años subsecuentes, para emocionarnos y recordar que aunque los medios tradicionales digan que es el gobierno de un solo hombre, nosotros sabemos que hay líder, pero aún más importante, que hay un movimiento de millones de personas.

Y ese movimiento es de jóvenes. Ya si se vio en la concentración de ayer donde había muchísima gente joven. López Obrador dejará en 2024 la estafeta y una vara muy alta. Por eso la administración pública y la política deben nutrirse de cuadros jóvenes que desplacen a los políticos tradicionales formados en la vieja escuela. Y el presidente la tiene también muy clara en ese sentido, pues fue con lo que finalizó su alocución.

"La clave está —esto, para los jóvenes que quieran formarse y dedicarse al noble oficio de la política­— la clave está en la frase del presidente Juárez: 'Con el pueblo, todo; sin el pueblo, nada'. Nada se logra, y esto aplica en México y en todo el mundo, nada se logra con las medias tintas. [...] los publicistas del periodo neoliberal […] siempre recomiendan a los candidatos y gobernantes correrse al centro, es decir, quedar bien con todos. Pues no, eso es un error. El noble oficio de la política exige autenticidad y definiciones. Ser de izquierda es anclarnos en nuestros ideales y principios, no desdibujarnos, no zigzaguear".

Y así es como el propio López Obrador, con los cambios que ha hecho en su gabinete, es como quiere enfrentar la segunda parte de su mandato: corriéndose más a la izquierda. Hay que recordar que este gobierno debe tener una premisa muy clara y que es el mantra del movimiento: por el bien de todos, primero los pobres.

@BuenrostrJavier

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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