#Noalperiodismosicario: Las palabras que matan
Los ánimos se están encendiendo y las redes sociales incendiando. Cada vez más son los partidarios de uno u otro candidato que hacen llamados a acabar –literalmente– con los oponentes. El fin de semana pasado, fue 'trending topic' en México el hashtag #NoAlPeriodismoSicario, en gran medida en respuesta al tuit del periodista de Televisa y Canal Once, Ricardo Alemán, en el que compartió una imagen con sus 160.000 seguidores, en la que se hace un recuento de casos en que los fans han matado a sus ídolos e insinúa que es hora de que actúen los del candidato de la coalición Juntos haremos historia, Andrés Manuel López Obrador, quien está al frente en las encuestas.
Unas horas después y a pesar de las disculpas del periodista, las dos cadenas de televisión terminaron su relación laboral con Alemán. Unos, que lo acusaban de hacer apología del delito, lo celebraron, y otros, que están en contra del fundador de Morena, lo lamentaban. De uno y otro lado incitaban al linchamiento –con diferentes sujetos– ya fuera público, social, laboral, real.
Hola @TwitterLatAm la cuenta de @RicardoAlemanMx incita a la violencia y al odio, violando peligrosamente los códigos de conducta. Aquí el tuit que borró y que generó #NoalPeriodismoSicariopic.twitter.com/VW9G4qWhQI
— Genaro Lozano (@genarolozano) 6 de mayo de 2018
En un país donde la violencia no es la excepción, sino lo trágicamente usual, es peligroso hacer estas invitaciones, incluso las que parecen una broma, sobre la muerte de un candidato: desde septiembre pasado, cuando inició el proceso electoral, han sido asesinados 13 aspirantes y casi 90 políticos, entre presidentes municipales, síndicos y otros representantes. Un escenario inédito a pesar de lo mucho que se ha normalizado la violencia.
El discurso del odio
Por eso las palabras son importantes. La forma en que nos expresamos, las empatías o repudios que expresamos, afectan a la realidad. Y nunca ha sido tan evidente como en esta campaña electoral.
En el primer debate presidencial, el candidato independiente a la presidencia de México, Jaime Rodríguez, 'el Bronco' –altamente cuestionado por haberse inscrito con firmas falsas o ilegitimas–, propuso "mocharle" las manos a los corruptos "para dar el ejemplo". Ante la atónita periodista que le consultaba, confirmó: "Sí, literalmente".
Dos días después, apareció en Acapulco, Guerrero, un cuerpo descuartizado con las manos a un lado y el letrero 'Ya lo dijo El Bronco, cortarle las manos a los lacrosos que roban'. Nadie se hizo cargo de la muerte de esta persona, y el candidato mismo lo evadió alegando que era parte de un esfuerzo para desprestigiarlo: "Yo no sé si eso lo prepararon, puede ser preparado, hay políticos perversos que quieren luego llamar la atención de otra manera".
El odio empieza con el mal uso de las palabras y está irremediablemente conectado con la violencia factual.
Por ello, tanto quienes hacen campaña como cualquiera que tenga la responsabilidad de un micrófono, de representar a un medio de comunicación, deberían de saber que el discurso del odio constituye una violación de los derechos humanos y está regulado por ley en la mayoría de países con base en instrumentos internacionales de dichos derechos fundamentales.
México, igual que la gran mayoría de los Estados en el mundo, es parte del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR), que establece que "cualquier defensa del odio nacional, racial o religioso que constituye incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia" estará prohibida por ley.
Al tiempo que se condena la violencia, se ejerce
Sin embargo, es letra muerta: rara vez alguien que incite al odio verá verdaderas consecuencias legales, y en general el castigo se reduce al linchamiento en las redes sociales. Un linchamiento, por cierto, que cae invariablemente en los mismos vicios que acusa: Alemán –y otros en su situación– también terminan siendo defenestrados por una sociedad que, al tiempo que condena la violencia, la ejerce.
En tiempos de campaña las tensiones inevitablemente se agudizan y el simplismo se vuelve ley; cada quién escoge su bando y divide al mundo entre los "buenos" y los "malos". Los matices se pierden, los debates se reducen al mínimo común denominador.
Pero es precisamente en estos tiempos en que el llamado a los comunicadores y candidatos a ser responsables con sus palabras, a evitar las polarizaciones fáciles, a buscar tender puentes y crear diálogos es indispensable. La violencia que ya castiga al país debe ser combatida de muchas formas, pero una de ellas es a través de un discurso dialogante, de conciliación y respeto. Ese deberá ser el primer paso hacia la derrota de la violencia que padecemos.
#Noalperiodismosicario es un llamado, amplio y social, a informarnos con hechos, con profundidad y sin violencia; es solo un hashtag, pero es una forma de recordarnos que la comunidad se construye, antes que nada, con palabras.
@magdacoss
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