Viktor Orbán está enfrentando intentos de sabotaje dentro de la misma Unión Europea por el gran "crimen" de tomar acciones concretas para alcanzar la paz en Ucrania.
Su llamada 'Gira por la paz' tuvo cinco paradas que incluyeron Kiev, Moscú, Pekín, Washington y Mar-a-Lago, donde se reunió con Donald Trump. En Washington también se encontró con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dado que fue por la intermediación turca que Kiev y Moscú estuvieron muy cerca de firmar un acuerdo de paz.
Días después de su gira, Orbán envió una carta al Consejo Europeo explicando sus observaciones y la lógica de su gira, cuyo contenido después empezó a circular en redes sociales. En el texto indica que sólo EE.UU., la UE o China podrían influir en la resolución del conflicto y que por ello los incluyó en su travesía.
Asimismo, sugiere la necesidad de iniciar un proceso de negociaciones de paz, con conversaciones de alto nivel con China. Durante su gira, también dijo claramente que mientras EE.UU., seguido por la UE, tienen una política de guerra, China sí tiene un plan para la paz.
Lo que hizo Orbán fue ir a Pekín a rescatar una propuesta que no es nueva. Fue publicada el 24 de febrero de 2023. A su vez, esta se sostiene sobre los principios de la Iniciativa Global de Seguridad (IGS), un documento publicado tres días antes en el cual China plantea al mundo una propuesta de seguridad global que busca la paz antes que la guerra.
Durante su gira, Orbán dijo que mientras EE.UU., seguido por la UE, tienen una política de guerra, China sí tiene un plan para la paz.
Es una mirada distinta que, en estos momentos de decadencia occidental y con una OTAN cada vez más agresiva, es absolutamente necesario conocer.
Los principios de la IGS
La IGS plantea que la situación del mundo actual se debe a que hay déficits de paz, desarrollo, seguridad y gobernanza global. Asimismo, los intentos de solucionarlos no van a la raíz de los problemas. La IGS plantea seis compromisos para todos los Estados que se pueden agrupar en cuatro principios básicos.
Los países deben comprometerse a una visión de seguridad común, comprehensiva, cooperativa y sustentable. Esto significa acordar que existe una sola seguridad que incluya los intereses de todos y respete las preocupaciones de seguridad de cada país. En este sentido, la IGS también recoge el concepto de seguridad indivisible planteada numerosas veces por el presidente Vladímir Putin.
Segundo, la IGS plantea una visión holística de seguridad que incluye aspectos tradicionales (militares) y no tradicionales como terrorismo, cambio climático, ciberseguridad, bioseguridad, etc. Ambos se encuentran entrelazados.
Tampoco distingue entre seguridad individual y colectiva ni entre seguridad y desarrollo. La inclusión del desarrollo en el concepto de seguridad fue una doctrina de seguridad nacional muy común, desde mediados del siglo XX, en muchos países del entonces llamado tercer mundo. Con la IGS, China está llevando la doctrina a un nivel internacional.
En tercer lugar sobresale el compromiso con la soberanía e integridad territorial de todos los países, así como la no interferencia en asuntos internos. Estos son probablemente los dos valores fundamentales en las relaciones internacionales para China.
En el cuarto punto destaca el compromiso con la Carta de la ONU. El mundo debe aspirar a un objetivo de seguridad común y universal. Para esto, la arquitectura de la ONU es clave.
Este es uno de los puntos que más se le critica a China por insistir en un sistema capturado por los países occidentales en detrimento de los pueblos que no se alineen con ellos, como sucede con Cuba y Palestina. Lo cierto es que la ONU se fundó sobre valores muy importantes para la paz. Lo que están diciendo los chinos es que es momento de hacer esos valores realidad.
Un cambio cultural para Occidente
En la IGS se hace un llamado a que los países resuelvan sus diferencias y disputas de manera pacífica, a través del diálogo y consulta. Se enfatiza que ni las guerras ni las sanciones son soluciones válidas.
La comunicación estratégica, mejorar la confianza, difuminar las tensiones e ir a la raíz de los problemas son las mejores estrategias para la seguridad.
Los pilares de la IGS están entrelazados y se refuerzan entre sí. Deben ser entendidos como una unidad dialéctica, es decir, no sólo la seguridad es indivisible, los aspectos que la conforman también.
En la IGS se enfatiza que ni las guerras ni las sanciones son soluciones válidas.
Por ejemplo, en Asia ya entendieron que sin paz, no habrá desarrollo, y sin este, tampoco habrá seguridad. Están todos entrelazados. No ven con buenos ojos ningún intento occidental de sabotear este proceso.
En cambio, la IGS significaría sí significaría un cambio cultural para la civilización occidental acostumbrada a la hegemonía y dominación.
En Asia ya entendieron que sin paz, no habrá desarrollo, y sin este, tampoco habrá seguridad.
La IGS plantea una serie de compromisos de cooperación con instituciones internacionales, organizaciones regionales y países que darían para un texto aparte. Curiosamente, la lista no incluyó Ucrania. No obstante, unos días después, publicaron un texto específicamente dedicado a este conflicto.
La propuesta sobre el conflicto en Ucrania
El documento se titula 'La posición china sobre la solución política de la crisis en Ucrania'. Fue publicado unos días después de cumplirse el primer año del conflicto. Se basa en 12 puntos que el lado ruso ha reconocido y apoyado múltiples veces. Si bien parecen planteamientos evidentes, el desarrollo del conflicto ha demostrado que un sector de los involucrados no quiso considerarlos.
Los dos primeros son "respetar la soberanía de todos los países" y "abandonar la mentalidad de guerra fría". El segundo se refiere a que la seguridad de un país no puede conseguirse a expensas de otros. Es una referencia directa al principio de seguridad global e indivisible planteado en la IGS.
Con estos dos puntos, los chinos consideran a ambas partes en la resolución del conflicto. Un acto que es bastante obvio, pero inaceptable para los países de la OTAN. Además, hacen un llamado a trabajar por la paz y estabilidad del "continente euroasiático".
Los siguientes puntos se pueden agrupar en tres grupos. Primero los netamente humanitarios: cesar hostilidades, retomar discusiones de paz, resolver la crisis humanitaria y proteger a los prisioneros de guerra. Cabe incluir también el de promover la reconstrucción postconflicto.
Segundo, los relacionados a los riesgos nucleares: mantener las plantas seguras y reducir riesgos estratégicos que conlleven a usarlas.
Tercero, los relacionados a materia económica tanto en relación con Rusia como al resto del mundo: terminar con las sanciones unilaterales; facilitar la exportación de granos aplicando la Iniciativa de Cereales del Mar Negro a cabalidad y mantener estables las cadenas industriales y de suministro.
Tanto la IGS como la propuesta para Ucrania son pruebas de que otro mundo es posible, de que se pueden manejar las relaciones entre países de otra manera. Por ello, los medios corporativos occidentales se encargaron de que nunca tuvieran repercusión en sus países. Pareciera que han olvidado lo que significa la diplomacia.
El gobierno chino sigue trabajando lento, pero seguro, en otras partes del mundo. La carta de Orbán al Consejo Europeo dio a entender que, en Ucrania, China no había tenido éxito, pero que no cerraban la puerta a actuar de mediadores para la paz. Con su viaje, el primer ministro húngaro le volvió a dar vida a las propuestas chinas.
La histeria entre los líderes de la UE no muestra predisposición al cambio. Por otro lado, la probable elección de Donald Trump podría significar que se retiren del conflicto en Ucrania, pero para concentrar sus esfuerzos en China y Asia occidental. La belicosidad de un Occidente decadente no parece disminuir y están dispuestos a llevarse al mundo entero con ellos.
Por ello, ante este escenario sombrío, es bueno recordar de que sí existen otros caminos.