Un verdadero descongelamiento político se vive en todas las corrientes opositoras venezolanas, sin excepción, lo que puede evidenciarse por la proliferación de precandidaturas, a pesar de que faltan dos años para las presidenciales de 2024.
Con el anuncio hecho hace un par de semanas por el partido de derecha radical Vente Venezuela (VV), liderado por María Corina Machado, de estar dispuesto a querer medirse en unas elecciones, ya no quedan partidos que privilegien una salida insurreccional como ocurrió en la casi totalidad de la oposición los últimos años.
Una vez decaído el interinato de Juan Guaidó y estancada la estrategia 'trumpista' hacia Venezuela, Voluntad Popular (VP), un pequeño partido de derecha radical que se convirtió –gracias al impulso de Washington– en la vanguardia de la oposición venezolana, también ha vuelto al camino electoral. Este partido, liderado por Leopoldo López desde el exilio, impulsó el desconocimiento del camino político desde 2014 y se aventuró en el escenario de un golpe militar, como el ensayado el 30 de abril de 2019, y en la opción de una invasión militar estadounidense, con la que amenazó en varias oportunidades el entonces presidente de EE.UU., Donald Trump.
Una vez fracasado de manera definitiva el llamado a la abstención, sus convocantes han vuelto a la arena electoral. Dicho llamado llevó a la oposición a perder prácticamente todo el peso político que había acumulado, dejó el camino libre para la reelección del presidente Nicolás Maduro en 2018 y permitió la victoria del partido de Gobierno en los comicios regionales y locales, así como en el Parlamento.
VP era el gran pivote de esta operación, pero en las pasadas regionales de noviembre de 2021 ya se había acogido al esquema institucional existente.
Con su declinación a la línea dura y el cambio de postura a favor de una salida electoral, no queda ninguna corriente política que mantenga la vía insurreccional.
Han develado varias fuentes, entre ellas el exrepresentante de la Casa Blanca para asuntos sobre Venezuela Elliott Abrams, que las bases y liderazgos regionales y locales del partido presionaron a sus dirigentes nacionales, especialmente a Leopoldo López, para asistir al evento regional y llevar candidatos en contra de los designios abstencionistas de este.
López, como líder de la estrategia rupturista, ha preferido, en medio de este cambio de panorama, instar a movilizaciones contra la empresa de comunicación Telefónica en Madrid, a mediados del mes en curso, por presuntamente apoyar al Gobierno del presidente Nicolás Maduro en "censurar medios" y "espiar llamadas". Su agenda actual tiene que ver más con el intento de posicionarse como líder internacional, que lo ha llevado a varios países y conferencias, y abandonar un poco la política interna venezolana. Todo esto una vez se esfumaron sus esperanzas de, al menos en el mediano tiempo, llegar triunfante a Caracas.
Pero como decimos arriba, el giro en VP ya tiene un tiempo desarrollándose. En cambio, la nueva noticia tiene que ver con María Corina y su partido VV.
Fin a la vía insurreccional
Con su declinación a la línea dura y el cambio de postura a favor de una salida electoral, no queda ninguna corriente política que mantenga la vía insurreccional que comenzó a desarrollarse desde 2017, pero que tuvo su pico en enero de 2019 con la autoproclamación de Juan Guaidó como presidente y su pronto reconocimiento por parte de la mayoría de países occidentales. VV era el último partido que quedaba rezagado en la infructuosa política abstencionista.
María Corina, una profesional que estudió en Yale e hija de una de las familias históricas más ricas de Venezuela, hasta ahora desconocía todas las instituciones y denunciaba como "entreguista" y "colaboracionista" a los opositores que participaron en las últimas elecciones, cuando todavía se imponía la estrategia insurgente y antielectoral. Sin embargo, ahora, según ha afirmado, "está dispuesta a medirse" y tendrá que hacerlo bajo el esquema de instituciones que no reconocía, como el Consejo nacional Electoral (CNE) .
Hay que destacar que ninguna de las corrientes radicales ha hecho reflexiones sobre por qué considera esta nueva posibilidad electoral en momentos en los que las instituciones, luego del llamado abstencionista opositor, están más copadas por el partido oficial. El 'control institucional' se convirtió en la razón planteada en aquellos momentos para convocar a la abstención, incluso cuando tenían amplia mayoría parlamentaria.
Los principales liderazgos y estructuras partidistas han aceptado la vía de las elecciones primarias para escoger un candidato único que se mida con el candidato oficialista.
El cambio de actitud de VV obedece sobre todo a los ánimos y expectativas que se han levantado en la oposición desde que se está acoplando la organización opositora, primero con el nombramiento de Omar Barboza como secretario ejecutivo de la Plataforma Unitaria (PU), coalición que reúne a los principales partidos opositores, y el consiguiente anuncio de las primarias opositoras en 2023.
Hasta ahora todos estos sectores de la derecha tradicional se han declarado proclives a una elección interna, aunque sus principales líderes –como los arriba mencionados– se encuentran inhabilitados por el Tribunal Supremo de Justicia.
La oposición disidente también ha lanzado sus candidaturas por fuera de la PU, como el caso de Bernabé Gutiérrez, de Acción Democrática, y Antonio Ecarri, de la Alianza del Lápiz.
Pero los principales liderazgos y estructuras partidistas, incluyendo al excandidato opositor Henry Falcón, que desobedeció en todo momento la línea abstencionista, han aceptado medirse en unas internas. El actual gobernador de Zulia, Manuel Rosales; el excandidato presidencial Henrique Capriles; el líder de Acción Democrática, Carlos Prosperi, o uan Pablo Guanipa, de Primero Justicia, han aceptado la vía de las elecciones primarias para escoger un candidato único que se mida con el candidato oficialista.
¿Otra oposición es posible?
Por su parte, Juan Guaidó, con un liderazgo disminuido en medio de la proliferación de candidaturas opositoras, lanza un guiño al 'chavismo disidente'.
Después de varios intentos tumultuosos de reaparecer en los territorios, aprovechó la detención de Ángel Castillo, militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV), acaecida tras una protesta de empleados públicos el jueves pasado, para solidarizarse con una corriente chavista abiertamente adversaria al oficialismo.
Lo cierto es que la manifestación mencionada, en la que participaron gremios, sindicatos y organizaciones de izquierda, en reclamo de temas salariales, ha sido la más grande de tiempos recientes de reflujo opositor.
La oposición de derecha está perdiendo su capacidad de dirigir los eventos de calle, en los que ha fallado de manera reiterada, para concentrarse en la única estrategia con la que ha tenido victorias: la electoral.
Con ella, la oposición radical pierde el control sobre las protestas callejeras y las manifestaciones sindicales que ahora están coordinadas e impulsadas por sindicatos tradicionales, organizaciones de izquierda y chavismo disidente, lo que plantea la eventualidad de un cambio de signo en la oposición venezolana; es decir, la posibilidad de que cuaje otro tipo de oposición que no sea la tradicional de derecha.
El PCV ha pedido en varias oportunidades la encarcelación de Guaidó debido a sus actuaciones golpistas e intervencionistas y rechaza cualquier intento de acercamiento por parte de este.
Así las cosas, la oposición de derecha está perdiendo su capacidad de dirigir los eventos de calle, en los que ha fallado de manera reiterada, para concentrarse en la única estrategia con la que ha tenido victorias: la electoral, que ha retomado después de cinco años de andanzas disruptivas.
¿Se mantendrá en este camino? Queda un largo trecho para saberlo.