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La cumbre UE-Celac y los mensajes ambivalentes de Europa sobre Venezuela y América Latina

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La cumbre UE-Celac y los mensajes ambivalentes de Europa sobre Venezuela y América Latina

Un episodio como la III Cumbre entre la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), ocurrida a comienzos de semana en Bruselas y que reunió a un elevado número de gobiernos, funcionarios de altísimo nivel y la mirada de los medios del mundo, siempre cambia algo o evidencia el cambio existente en las relaciones entre países.

En esta cumbre se develó un cambio evidente. A diferencia de los últimos lustros, Europa está interesada en reimpulsar sus relaciones con América Latina. Para el funcionariado europeo, tener deferencias con gobiernos distantes (por no decir otro adjetivo) como Venezuela, Cuba, Nicaragua y El Salvador, significa un tragar grueso necesario para energizar relaciones multilaterales y con mirada estratégica.

Para cumplir el objetivo general de abrir flujos, ampliar expectativas y recordarse mutuamente como aliados, la cumbre ha resultado exitosa.

Sin embargo, con relación a los objetivos concretos que se estaban negociando, el cambio no fue tan pronunciado.

Los acuerdos comerciales, que se prometieron a diversos países desde la primera década del siglo, nunca llegaron. Luego de esta cumbre, todo sigue en el mismo suspenso. 

Ni en los temas mas divulgados de la agenda  (acuerdos comerciales, explotación de litio e hidrógeno verde, conflicto en Ucrania o cambio climático), ni en los menos publicitados (Venezuela, el bloqueo a Cuba, la crisis haitiana, las reparaciones a las víctimas de la trata transatlántica de esclavos africanos) se pudieron desatar los nudos críticos que, más allá de la declaración oficial, están lejos de viabilizarse.

Los acuerdos comerciales, que se prometieron a diversos países desde la primera década del siglo, nunca llegaron. Luego de esta cumbre, todo sigue en el mismo suspenso. La UE promete que al menos con Mercosur se firmará pronto un tratado de libre comercio; el acuerdo con México se nota más congelado.  

Los liderazgos de América Latina y el Caribe han mostrado madurez a la hora de firmar cualquier acuerdo que subordine su bloque al europeo.

Bruselas considera que la nueva oferta presentada de un fondo de 45.000 millones de euros para los países de América latina y el Caribe (cifra que triplica los recursos que se habían mencionado los meses previos) por medio del proyecto Global Gateway —que es la competencia europea de la Nueva Ruta de la Seda—, puede catalizar los acuerdos comerciales y así volver a ingresar con fuerza en los mercados de América Latina, encantados por la relación comercial con China de la última década.

Los liderazgos de América Latina y el Caribe han mostrado madurez a la hora de firmar cualquier acuerdo que subordine su bloque al europeo y que pueda convertir alguna inversión coyuntural —como la de Global Gateway— en una guillotina para las inestables economías latinoamericanas y caribeñas.  

El tema de las sanciones previstas por los europeos en los tratados, con pretextos ambientales, sigue siendo uno de los nudos críticos para la firma de los acuerdos comerciales. El proteccionismo hace otro tanto. En estos ítems, la cumbre no ha modificado mucho el estancamiento de las conversaciones.

El hecho que después de ocho años ocurriera una cumbre entre ambos bloques quiere decir que hay interés en recalentar las relaciones, pero eso aún no quiere decir que se estén disolviendo los puntos álgidos.

Algo similar ocurrió con el tema Venezuela.

Venezuela: otro mensaje a García

Con el tema Venezuela también hay cambios que no cambian mucho.

Hay que recordar que la cumbre Celac-UE que se llevaría a cabo en El Salvador en 2017, finalmente no se organizó debido a los contrapuestos enfoques que tenían los bloques sobre Venezuela. Desde entonces mucha agua ha pasado bajo el puente.

Una vez que la Unión Europea entiende que su jugada de apoyo al interinato de Juan Guaidó ha sido derrotada desde todo punto de vista y, sumado esto a la crisis energética que enfrenta, entonces está obligada a pasar la página pronto y bajar relevancia al tema Venezuela para que no se convierta en un nuevo ruido paralizante de las relaciones entre "ambos mundos".

En la capital belga y en la misma mesa, se fotografió al canciller europeo Josep Borrell y la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez. Si recordamos los mordaces discursos de la diplomacia europea sobre el caso Venezuela durante el último lustro, se entenderá que la reunión de este martes entre presidentes de gobiernos importantes con las partes venezolanas, debería implicar una modificación geopolítica sobre el país caribeño (y su petróleo).

Una vez que la UE entiende que su jugada de apoyo al interinato de Juan Guaidó ha sido derrotada y, sumado esto a la crisis energética que enfrenta, entonces está obligada a pasar la página pronto.

Sin embargo, el obstáculo de Washington para que la oposición cumpla con sus acuerdos con el Gobierno venezolano en la mesa de México —en relación precisa con los 3.000 millones de dólares congelados en diversas cuentas y que ambas partes suscribieron desbloquear para que la ONU los gestionara en asuntos humanitarios en el país—, ha hecho que reuniones de este tipo, como la conferencia de Bogotá organizada por el presidente de Colombia Gustavo Petro en abril pasado, no tengan peso suficiente para que la Administración de Joe Biden desbloquee el flujo financiero y político y puedan proseguir las negociaciones. 

...García no oye el mensaje

Mientras cada vez mayor amplitud del espectro político mundial —en este caso los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; de Colombia, Gustavo Petro; de Francia, Emmanuel Macron; de Argentina, Alberto Fernández; y el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell— concuerdan en la necesidad de destrabar la situación en Venezuela, Washington no atiende las señales que hacen desde Europa para que permita el flujo de combustible. Por el contrario, el gobierno estadounidense hace algunas señales muy tímidas cuya velocidad es rebasada por los tiempos políticos internos y por la alta demanda energética europea.

Así las cosas, lo que ocurra después de la cumbre con respecto a Venezuela puede terminar de develar que el Gobierno del presidente Biden abre frentes bélicos que ponen en riesgo la estabilidad energética de Europa, y a la vez, tampoco escucha el clamor europeo y latinoamericano por regularizar la situación en el país caribeño.

Lo que ocurra con los otros puntos enumerados será responsabilidad de la alta dirigencia europea que no termina de dar un enfoque postcolonial a su relación con América Latina y, hasta en los momentos de mayor distensión, muestra el garrote representado por las amenazas de sanciones que trae la letra pequeña de los acuerdos.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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