Apenas nace el nuevo Gobierno del presidente Daniel Noboa en Ecuador, ya la mirada está puesta en las próximas presidenciales dentro de año y medio.
En mayo de 2025 se vence el período actual que empezó el ya expresidente Guillermo Lasso y que le tocará culminar a Noboa después del adelanto electoral decretado por el primero tras enfrentar diversos escándalos y hechos de corrupción en su gobierno (2021-2023).
Si lo pensamos en términos de cronograma electoral, Noboa sólo tendrá el año 2024 para desplegar su gestión, en tanto desde enero de 2025 comenzará la nueva campaña presidencial, en la que podría reelegirse.
Esa próxima fecha de caducidad del naciente Gobierno, genera un timing difícil de calibrar y en el que podría ubicarse el éxito o fracaso de su Administración. Ya Noboa ha afirmado que va por su reelección. Así qué, durante estos escasos meses, se va a definir si la Presidencia de Noboa se extiende por cuatro años más, o si podría verse, igual que Lasso, superado por una realidad convulsionada que le impida concretar su proyecto reeleccionista.
Noboa tiene un lapso muy corto para obtener victorias tempranas.
La fecha de término de su mandato da noción de un corto tiempo que le espera como presidente para este período. Esto podría verse como un hándicap para una gestión de gobierno que tiene que hacerlo todo de manera acelerada para mostrar logros en el corto tiempo, además en medio de altas expectativas sobre una situación de crisis severa. Tiene un lapso muy corto para obtener victorias tempranas.
A esto hay que sumarle que Noboa tiene pensado aplicar un plan de ajustes que seguramente generará malestar social, sin contar con la resistencia popular que podría tener en contra. Además, posee muy poco tiempo para esperar que los hipotéticos recortes surtan algún efecto positivo, ya que este tipo de planes son pensados para generar cierto bienestar a largo plazo. Sin embargo, si algo hizo Novoa durante la campaña, fue dotar de un timing propio un proceso suyo vertiginoso.
Noboa tiene pensado aplicar un plan de ajustes que seguramente generará malestar social, sin contar con la resistencia popular que podría tener en contra.
En un territorio de "leones" contra los que tenía que competir para pasar al balotaje, se mostró como un candidato "cordero", que no era pugnaz, que no andaba acelerado como los demás, que develaba su performance con parsimonia y hasta que era, como él mismo dijo, "un aguebao". No se desesperó por anotar un gol temprano, sino que más bien dejó que el ritmo de su campaña fuera tomando cuerpo y, de manera sorpresiva, en las últimas semanas, especialmente después del debate presidencial, generó el acelerón necesario para poder llegar a la segunda ronda y luego para ganar las presidenciales.
Es decir, es un candidato que sabe sacarle provecho a los lapsos cortos, sin desesperarse, y produce un relato que trata de apaciguar la vertiginosidad de los acontecimientos en Ecuador.
En definitiva, Noboa fue un candidato con un tiempo propio, no se dejó arrastrar por la vorágine y la polarización. Ahora, la pregunta es si como presidente va a poder mantener ese arte de saber elegir los momentos y ritmos precisos, o si, por el contrario, terminará sobrepasado por la lluvia de acontecimientos perniciosos en los que se ha convertido Ecuador en los últimos meses.
Ritmo, velocidad y pausa
Mantener el timing significa para Noboa (un presidente mediático, de redes, joven, profesional), que no está apurado por ir a un proceso de polarización, que no está tomando medidas desesperadas, sino que logra combinar movimientos, unos para atajar la grave coyuntura y demostrar que hay un gobierno preocupado, y otros más prudentes que le generen tiempo para desenvolverse.
Si él logra dar con el ritmo político, pues ese hándicap del breve lapso puede convertirse más bien en una fortaleza de su gobierno.
Por lo pronto, y por la forma como se realizó el proceso electoral, vamos a presenciar un período de transición (de 3 a 6 meses, dependiendo de la panorámica política), en los que el presidente va a disfrutar una "luna de miel" con opositores y medios. Si le saca provecho y prolonga lo más que pueda ese lapso del comienzo, de la "calistenia", entonces podría sacar el tiempo necesario ya no solo para comenzar a proyectar su gestión, sino para perfilar su candidatura presidencial hacia 2025, lo que ya se ha convertido en su objetivo político principal.
Mantener el timing significa para Noboa que no está apurado por ir a un proceso de polarización, que no está tomando medidas desesperadas.
El voto hacia 2025
Si comparamos los resultados de las elecciones presidenciales del 2023 con las de 2021, nos damos cuenta que hubo una estabilización del voto. Tanto la derecha como el correísmo sacaron guarismos casi idénticos en ambos procesos. Esto podría verse, por un lado, como que el correísmo que venía cayendo de forma más o menos abrupta se estabilizó y mantuvo una votación similar en porcentaje a la del 2021. La derecha, asombrosamente también. A pesar del infausto gobierno de Lasso que tuvo que acudir al adelanto electoral, la derecha y el enfoque "anticorreísta", protagonizado por banqueros y familias ricas, también mantuvo su votación intacta (52 %).
¿Podríamos proyectar, con base en estos resultados de 2021 y 2023, que se podría mantener la misma votación para el 2025? Esto es algo que no podría afirmarse aún. Más sin embargo, hasta ahora, esa es la tendencia variable que tratará de surfear el nuevo presidente.
Violencia en Ecuador
Ecuador nos ha sorprendido los últimos dos años con una violencia inusitada.
La manera como se sembraron los narcos en partes importantes de la sociedad, los escándalos políticos, el auge de la criminalidad y la crisis económica generan, todos, un panorama de crispación. Sumado esto a los recurrentes levantamientos indígenas contra medidas económicas (como las que podría tomar Noboa), que ya tienen hasta 35 años ocurriendo, y que siempre desestabilizan a los gobiernos de una manera rotunda.
Todo ello puede incidir en un camino tortuoso para mantener el Gobierno o tratar de matricular un nuevo período. El modelo del final de la gestión de Lasso podría verse también como una hipotético escenario para Noboa, o incluso, dada la situación de Ecuador, para cualquier presidente. Sin embargo, todo está por escribirse.
Los próximos meses serán cruciales para que Noboa se proyecte como un presidente "presidenciable" o como un nuevo fracaso de las gestiones derechistas.