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África y Ucrania: evocando el sueño colonial

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África y Ucrania: evocando el sueño colonial

En los últimos años, para el Gobierno ucraniano no existía nada en el mundo, aparte de los países de Europa y de Norteamérica, a los que su propaganda oficial solía llamar "toda la comunidad internacional". La vida de los políticos y de los diplomáticos de Kiev ha sido más que nada una competencia por quién puede consentir más y mejor a sus grandes amos blancos. Era algo demasiado burdo y caricaturesco, que parecía sacado de las viejas anécdotas de las antiguas colonias y sus gobernadores nativos que no sabían hablar sin acento extranjero.

Por eso fue tan extraño y sorprendente ver a la delegación de los siete países africanos que llegaron a Ucrania para presentar a su Gobierno un nuevo plan de paz, cuya propuesta esta vez provenía de un continente desgarrado por tantas guerras, tradicionalmente ignoradas por los grandes medios de comunicación y de incomunicación. No recuerdo a ningún otro país en guerra durante estas últimas décadas en que su presidente pudiese darse el lujo de recibir en la misma capital y pasearse con tantos mandatarios extranjeros, mientras les expone las diversas "pruebas" de la "barbarie" del adversario.

Sabemos que cuando se trata de Zelenski, todo es un show, desde su belicoso monólogo con uniforme de guerra y la cara sin afeitar, el rechazo categórico al plan de paz africano hasta la "alerta aérea", sin drones ni misiles enemigos en el cielo, a pleno día en el centro de Kiev justo cuando la delegación estaba cumpliendo la parte protocolar de la visita oficial. Lo último claramente fue una exageración, y el primer desagrado de los anfitriones fue causado por los honestos comentarios de los huéspedes, quienes pusieron en duda la veracidad del "ataque aéreo".

En general, la visita africana a Ucrania sería una gran comedia del circo diplomático moderno, si no fuera por su contexto, teñido con tanta sangre y dolor humano. Me interesaría mucho escuchar un día esta aventura de boca de alguno de los delegados.

Por ahora podemos solo imaginar qué sintieron los sudafricanos, representantes de un país que tiene en su pasado más reciente la cruda y difícil lucha de su pueblo contra el apartheid, en un Estado donde los nazis ya son sus héroes oficiales y donde varios símbolos de la resistencia anticolonial de muchas naciones africanas están prohibidos por considerarse "propaganda del totalitarismo". ¿Sabía alguno de ellos acerca de las reiteradas expresiones racistas de los más altos representantes del poder ucraniano y de la pesadilla en que se convirtieron para los estudiantes extranjeros las calles y las plazas del país, controlados por los grupos neonazis, cultivados y protegidos por el propio gobierno?.

Para Ucrania, evidentemente, fue sólo un evento más bien protocolar, para demostrar, dentro y fuera, que "fuimos visitados por siete jefes de Estado más", presentando esto como una prueba de apoyo a su régimen, algo totalmente predecible y poco novedoso.

Para los países africanos, esta gira gubernamental tuvo absolutamente un sentido diferente. Su destino fueron Ucrania y Rusia, y era un importantísimo gesto del más explotado y olvidado de los continentes y de su clara intención de participar en la solución de los problemas internacionales. La actual guerra en el territorio de Ucrania no es un asunto lejano para África. Muchos pueblos de los países más pobres del continente tienen como base de su dieta la harina proveniente de los granos importados. El mercado africano de trigo es el segundo consumidor más grande después del asiático. Rusia es su principal vendedor, con un 18 % de las exportaciones, y Ucrania en los tiempos de paz exportaba cerca del 9 %.

El asunto del trigo ruso y ucraniano para muchos pueblos de África es literalmente un tema de vida o muerte de hambre.

Aparte de esto, por razones climáticas, Ucrania produce más maíz que Rusia y casi la mitad del aceite de girasol del mundo. Considerando la compleja situación del 'tercer mundo', muy afectado por los últimos acontecimientos mundiales, desde la pandemia hasta el actual conflicto en Europa, esto tiene sus graves implicancias económicas.

Rusia ofreció entregar gratis su grano a los países africanos más pobres. El acuerdo entre Rusia y Ucrania con Turquía, que abrió la posibilidad para que Ucrania pudiera exportar su grano desde el puerto de Odesa, en el mar Negro, y que tenía como su objetivo principal evitar la hambruna mundial, por el incumplimiento de las condiciones del acuerdo por parte de Occidente parece que está terminando. Si los países africanos no toman protagonismo en la solución de este gravísimo problema, mañana con toda certeza será demasiado tarde.

Este puede ser un momento decisivo que marcará el curso del futuro de todos. Pensando en los problemas del 'tercer mundo' (un término muy gráfico y también totalmente detestable), nos damos cuenta de que el 'segundo mundo', el que se supone fue representado en las últimas décadas por los países de Europa del Este, de repente, ha desaparecido. El planeta agudiza su división en pobres y ricos, ganadores y perdedores, explotadores y explotados.

Es fascinante ver cómo un país pobre como Honduras, que fue el prototipo de "república bananera" en el libro de O'Henry, 'Repollos y reyes', con la llegada al poder del gobierno de Xiomara Castro dio los pasos hacia una verdadera soberanía, a pesar de las condiciones precarias y complejas de la economía nacional, mientras que Alemania, que para muchos de nosotros fue el prototipo de desarrollo exitoso y soberano, parece ser mucho más dependiente, tanto en política exterior como interior, que Honduras.

El gobierno colonial ucraniano hizo su elección hace mucho tiempo, y tal vez su destino lo entenderán mejor las naciones que por su propia historia saben del verdadero colonialismo.

Creo que África nos dará muchas sorpresas. La cuna de la humanidad, injustamente olvidada, se prepara para luchar por su nueva independencia, ya que es tiempo de poner en marcha sus infinitos recursos materiales y humanos para su propio desarrollo.

Está claro que, para este tipo de proyectos, los países occidentales no son los mejores aliados. Mientras los racistas e ignorantes europeos se mofan en arrogantes comparaciones de sus propios países con los africanos, yo siempre pienso en una gran amiga siberiana, que trabajó varios años como maestra en una remota aldea ruandesa. Después vivió en muchos otros países, pero su principal amor y nostalgia es por África, porque en ningún otro lugar volvió a encontrar aquella misma calidad humana que conoció en ese pueblo. Así que no dudo de que los africanos aún tienen mucho que enseñarnos.

Y el breve y anecdótico paseo de los presidentes de África por el teatro sangriento de Zelenski no hará más que afirmar y confirmarles a los habitantes de su continente su clara decisión de no querer convertirse en una Ucrania como la de hoy, la cual, amparada en sus salvajes amigos blancos, están dejando devastada.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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