"México [...] no es exactamente un modelo de igualdad social. Existe el prejuicio y la discriminación, [...] y los que dejan el país son a menudo ignorados y olvidados", escribe en su artículo el periodista estadounidense. La sociedad mexicana está dividida por muchos factores, como el político, el generacional, el medio rural o urbano... pero la división más profunda es la basada en las distinciones de clase, asegura Navarrette.
"Las elites [mexicanas] están tan ocupadas sintiéndose superiores a la mayoría de sus compatriotas que pocos de sus representantes se han parado a pensar hasta qué punto su país se beneficia de los que migran hacia el norte", asevera el autor. Es lo que los estadounidenses y la élite mexicana tienen en común, escribe el periodista. "Ambos grupos son demasiado orgullosos para admitir su dependencia de los migrantes mexicanos que trabajan en EE.UU. y para reconocer la contribución de los migrantes", explica el Navarrette.
Hace unos 12 años Navarrette y otros periodistas se reunieron con el gobernador de uno de los estados de México. El funcionario mexicano no solo no reconocía las contribuciones de los inmigrantes a su estado a través de las remesas, sino que insistió que ese dinero iba a manos privadas y no a las arcas públicas, por lo que no tenía algún impacto en la economía de su estado. El gobernador no tuvo en cuenta que este dinero no suele quedarse mucho tiempo en los bolsillos, sino que se gasta en los supermercados, en los servicios públicos, en los restaurantes, etc. "Se convierte en dólares públicos muy pronto. Y, en el proceso, la economía mexicana se beneficia", explica el periodista.
Los inmigrantes mexicanos envían a sus familias en México alrededor de 25.000 millones de dólares al año. No obstante, "las élites mexicanas están muy orgullosas, porque realmente piensan que son ellas las que mantienen el país a flote. Pero eso no es así", asevera el autor. Sin los 25.000 millones anuales en remesas provenientes de los inmigrantes mexicanos en EE.UU., "México sería financieramente tan insolvente como Grecia", concluye Navarrette.