La mariposa-espía de Israel, una auténtica revolución en el mundo de los drones
Los aviones no tripulados son cada vez más ligeros y sofisticados. El nuevo dispositivo minúsculo de vigilancia puede tomar fotografías de color y realizar un despegue vertical y vuelos estacionarios, igual que un helicóptero, según revela el diario israelí ‘Hayom’.
Virtualmente silenciosa
De acuerdo a las Industrias Aeroespaciales de Israel (IAI), la mariposa puede ser muy útil en acciones por tierra. Entonces el soldado la sacaría simplemente de un bolsillo y la enviaría tras la línea enemiga para recopilar la información necesaria.
La “mariposa virtualmente silenciosa” agita sus alas 14 veces por segundo. Casi translúcida, parece una gran polilla.
Con su cámara de 0,15 gramos y tarjeta de memoria, el drone se maneja remotamente con un casco especial que permite ver lo que capta el dispositivo en tiempo real.
“La ventaja de la mariposa es su capacidad de volar en un ambiente hermético. Por ahora no existe vehículo aéreo que pueda hacer lo mismo”, afirma Dubi Binyamini, jefe del departamento del desarrollo mini-robótico de IAI.
¿Dónde espirá?
Según los ingenieros israelíes, la mariposa podrá analizar cualquier estructura u objeto que sea necesario, desde las estaciones de trenes y terminales de aeropuerto, hasta edificios de oficinas.
Los desarrolladores destacan que el drone podrá ser útil en campos de batalla e incluso bosques, como, por ejemplo, en el sur de Líbano, donde, según Israel, opera el grupo militante Hezbollah.
No obstante, el IAI indica que necesitará dos más años más para pulir su proyecto, que en su versión final representará “una verdadera revolución tecnológica”, sobre todo en el ámbito militar. Las fuerzas de seguridad, según destacan los ingenieros israelíes, sin duda alguna serán los más interesados en apoderarse de esta nueva arma tan sofisticada.
La demanda de robots de combate va en ascenso. Así, el Ejército de EE. UU. probará en Afganistán dos nuevos robots de reconocimiento: uno de ruedas llamado 'Sand Flea' ('Pulga de Arena') que puede saltar 9 metros, y el robot-cucaracha, capaz de nadar.
Además, investigadores norteamericanos han logrado implantar una celda de biocombustible en caracoles vivos con el fin de utilizar a los moluscos como sondas remotas para labores de espionaje.