Aunque en el este de Ucrania la tensión baja de intensidad, el conflicto sigue afectando a los periodistas pese a la tregua declarada. Zaur Sheozh es reportero de Al Jazeera, un canal que cuenta con una de sus sedes en Moscú, Rusia. Recientemente resultó deportado de Ucrania después de un interrogatorio de 4 horas.
"Llegamos para cubrir el primer aniversario del Maidán. Este no es nuestro primer año de trabajo en Ucrania. Nos sorprendió la decisión del control fronterizo de no sólo negarnos entrar, sino también de deportarnos, a pesar de que habíamos presentado una solicitud oficial al Ministerio de Exteriores de Ucrania", confiesa Sheozh.
"Teníamos permiso para trabajar allí. Incluso durante la entrevista en el aeropuerto, desde la Cancillería ucraniana llamaron dos veces. No puedo explicar su decisión. El único argumento que nos dieron fue que no pudieron comprobar el objetivo de nuestra visita", añade.
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Según el periodista, la única explicación posible es que tenía el pasaporte de Rusia. "Le dije honestamente que vine para cubrir el aniversario del Maidán, que represento a Al Jazeera, que es una cadena conocida en todo el mundo. No represento a ningún medio ruso. Puedo entender que debido al conflicto entre Ucrania y Rusia surjan discrepancias por la postura de los medios rusos. Pero desde mi punto de vista, por lo único que nos negaron la entrada fue porque somos ciudadanos de la Federación de Rusia", afirma Zaur.
De esta manera, los periodistas rusos en la mayoría de los casos resultan ser blanco de las autoridades ucranianas. Y los intentos de impedir que hagan su trabajo sólo van en ascenso.
Otra situación similar ocurrió con una periodista de la cadena rusa NTV que quedó atrapada en el aeropuerto de Kiev, donde tuvo que pasar la noche, después de que le negaran la entrada al país, privándola de su pasaporte.
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El 25 de febrero otros dos periodistas rusos fueron deportados de Ucrania. Ambos fueron detenidos mientras filmaban una manifestación de la extrema derecha en el centro de la capital. Y son sólo algunos de los numerosos casos registrados con los reporteros.
"Íbamos a grabar a un especialista en agricultura. Pedimos un taxi para que nos recogiera en una estación del metro. Cuando subimos al coche entraron dos hombres y nos dijeron que trabajaban para el Servicio de Seguridad de Ucrania. Dijeron que querían hacernos un par de preguntas sobre un posible atentado en una plaza y que nosotros éramos testigos", confiesa otra víctima, Yelizaveta Jramtsova, corresponsal de LifeNews.
Luego se llevaron a las periodistas en una dirección desconocida. El servicio de seguridad posteriormente las liberó y las deportó, además de prohibirle la entrada al territorio durante cinco años.
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"Nos damos cuenta de que esto no pinta bien para Ucrania. Los periodistas son como los médicos, no se los puede tocar. No se dispara contra ellos. No se les impide hacer su trabajo en los lugares de conflictos. La ciudadanía no es lo que caracteriza a la persona. Hemos llegado hasta el punto de que si tienes pasaporte ruso, eres una persona no grata en Ucrania", añade Zaur Sheozh.
Los expertos por su parte también destacan el problema de la represión contra los reporteros: "Lo evalúo como un ataque sistemático contra periodistas. Esto es un crimen contra los propios civiles que tienen el derecho absoluto a estar informados de manera plural. Es un derecho humano la libertad de expresión", manifiesta la secretaria general del Club de periodistas de México, Celeste Sáenz de Miera y Aguiar.
Incluso la OSCE ha calificado como desmesuradas las medidas de Kiev para restringir el trabajo de los periodistas. Los observadores de la Unión Europea han condenado los ataques contra ellos en el este ucraniano.
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Sin embargo, el Servicio de Seguridad parece hacer oídos sordos a estas declaraciones y advierte a sus ciudadanos de la responsabilidad penal que conlleva colaborar con los medios de Rusia.