La violación de la confianza entre aliados "es inaceptable", denunció el mandatario galo después de que WikiLeaks publicara sus filtraciones, y convocó una reunión del Consejo de Seguridad de Francia. Asimismo, el ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, ha llamado a la embajadora estadounidense en París, Jane Hartley, a consultas para pedirle explicaciones.
Hollande también habló por teléfono con Barack Obama. "El presidente Obama reiteró inequívocamente su firme compromiso de poner fin a las prácticas que puedan haber ocurrido en el pasado y que son inaceptables entre aliados", reza el comunicado que el Palacio Elíseo emitió después de la conversación. EE.UU. "no intercepta y no interceptará las comunicaciones del presidente Hollande", reiteró, a su vez, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., Ned Price.
Prácticamente con las mismas palabras reaccionó en su momento la Casa Blanca al hacerse pública la noticia sobre las escuchas a la canciller alemana, Angela Merkel, acentúa Shuster en su artículo en la revista 'Time'. Juzgando por la manera en que se desarrolló el drama de las escuchas al celular de Merkel, el escándalo estadounidense-francés "pronto remitirá", insistió.
Según él, la causa de ello es que en el mundo moderno cada país espía a la medida de sus posibilidades. La agencia de inteligencia alemana, la BND, durante años asistió a la NSA en sus actividades de espionaje a diferentes objetivos por toda Europa, subrayó Shuster. El propio primer ministro galo, Manuel Valls, dijo que "la emoción y la ira" en Francia fueron "legítimas", pero admitió que las revelaciones de WikiLeaks no "constituyen una verdadera sorpresa para nadie".
"Como la experiencia de Alemania sugiere, estos escándalos no generan una ruptura real de las relaciones, en parte debido a que los europeos dependen de EE.UU. no solo en el sector comercial, sino también en materia de seguridad y de intercambio de inteligencia", concluye el analista.