Nobel de economía: "Yo sé cómo votaría en el referéndum griego"
"El programa que la Troika impuso a Grecia hace cinco años ha sido pésimo, ya que ha resultado en una disminución del 25% del PIB del país", escribe el economista en un artículo para 'The Guardian'.
"No se me ocurre ninguna depresión, nunca, que haya sido tan deliberada y haya tenido consecuencias tan catastróficas", explica el autor, recordando que la tasa de desempleo entre los jóvenes en Grecia ahora supera el 60%.
No se trata de dinero. Se trata de utilizar 'plazos' para obligar a Grecia a doblegarse y aceptar lo inaceptable
Según Stiglitz, "es sorprendente que la Troika se haya negado a aceptar la responsabilidad en todo eso o admitir lo malas que han sido sus previsiones y modelos".
Pero lo que es aún más sorprendente, prosigue, es que "los líderes de Europa ni siquiera hayan aprendido algo" y sigan exigiendo que Grecia logre un superávit presupuestario primario del 3,5% del PIB en 2018, aunque "los economistas de todo el mundo han condenado ese objetivo por punitivo, pues intentar lograrlo resultaría inevitablemente en una recesión más profunda".
"Grecia no ha conseguido otra cosa que miseria, pero ha pagado un precio muy alto para preservar los sistemas bancarios de estos países", lamenta Stiglitz, apuntando que los acreedores no necesitan el dinero que están exigiendo.
"Pero, de nuevo, no se trata de dinero. Se trata de utilizar 'plazos' para obligar a Grecia a doblegarse y aceptar lo inaceptable: no sólo las medidas de austeridad, sino también políticas regresivas y punitivas", afirma el experto.
En su opinión, lo que estamos viendo ahora en la Eurozona "es la antítesis de la democracia" y es por eso por lo que muchos líderes europeos quieren ver el final del Gobierno izquierdista del primer ministro Alexis Tsipras.
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Dos opciones
"Es difícil aconsejar a los griegos cómo votar el 5 de julio. Ninguna de las alternativas –la aprobación o el rechazo de los términos de la Troika– va a ser fácil, y ambas conllevan riesgos enormes", señala el economista.
A su juicio, "votar 'sí' significaría una depresión casi sin fin" y aunque existe la posibilidad de que un país empobrecido finalmente "obtenga el perdón de la deuda", este proceso podría durar una década o incluso más.
Por el contrario, "votar 'no' al menos abriría la posibilidad de que Grecia, con su fuerte tradición democrática, tome las riendas de su destino con sus propias manos".
"Los griegos podrían ganarse la oportunidad de dar forma a un futuro que, aunque tal vez no sea tan próspero como el pasado, sería mucho más esperanzador que la tortura desmesurada del presente", escribe Stiglitz.
"Yo sé cómo votaría", concluye el nobel de economía en 2001.