"En primer lugar, una obviedad: ¿Qué pasaría si un 'think-tank' neoconservador se asociara con algunos de los grandes nombres de la industria de defensa para producir informes dirigidos contra Rusia y los medios de comunicación rusos? Seguramente, se produciría un gran secuestro de la palabra escrita, junto con una escalada de tensiones entre las superpotencias nucleares más grandes del mundo", escribe el periodista en un artículo para RT.
"Aunque parezca increíble, es exactamente el modelo de negocio que ahora se trabaja en docenas de 'think-tanks' estadounidenses, y tal vez en ninguna parte es tan visible como en el caso del Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), que tiene entre sus impulsores a un verdadero ejército de contratistas de defensa, incluidas Raytheon, General Dynamics, Northrop Grumman y DynCorp International: las mismas compañías que pierden ganancias en el primer signo de la paz planetaria", agrega.
En consecuencia, los lectores se ven obligados a pescar de un arroyo contaminado de las piezas de propaganda contra Rusia —el último, de momento, enemigo del imperio— de una variedad de analistas dudosos, como María Snegovaya, una estudiante de doctorado en Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia, cuyo trabajo sobre Rusia, 'La guerra de información de Putin en Ucrania', dice mucho acerca de los métodos de control de pensamiento corporativo que impregnan los pasillos de la academia estadounidense.
"Según demuestra la pieza de Snegovaya, el arte milenario de la desinformación no es siempre una cuestión de tráfico de mentiras y falsedades descaradas; la desinformación consta a menudo de medias verdades servidas frías a un público con una capacidad de memoria notoriamente corta. De hecho, el lector no tiene que ir más allá de la primera línea de la tesis de Snegovaya, que delata de inmediato sus sentimientos anti-Kremlin: 'El esfuerzo más agresivo de la política rusa apareció por primera vez abiertamente en febrero del 2007, cuando el presidente ruso, Vladímir Putin, dio su famoso discurso de Múnich', prosigue Robert Bridge.
El hecho es que no había nada "agresivo" en absoluto en el discurso de Putin en Múnich, y sugerir lo contrario es simplemente distorsionar el registro histórico. Rusia en aquella época era el único país dispuesto a cuestionar el modelo de intervención unilateral de Washington, que ha demostrado ser un desastre absoluto (el mejor ejemplo son los numerosos refugiados que ahora huyen hacia la frontera de Europa), explica.
La descripción chapucera del discurso de Putin como "agresivo" hecha por Snegovaya —que en última instancia arruinó cualquier aspiración que pudiera haber tenido a llamarse una experta rusa imparcial— es exactamente la mala actitud que ahora está impulsando la campaña de propaganda de Occidente contra los medios de comunicación rusos, que son regularmente vilipendiados por "intromisión en los asuntos de EE.UU.": asuntos, hay que añadir, que se han vuelto internacionales, criminales y manchados de sangre, denuncia el autor en su artículo para RT.
En otro texto, originalmente aparecido en 'Vedomosti', y luego en la edición en inglés de 'The Moscow Times', Snegovaya recuerda al lector las "numerosas publicaciones" difundidas por los periodistas Michael Weiss y Peter Pomeransev que, en una de sus publicaciones, escribieron: "Sintiéndose relativamente débil, el Kremlin ha aprendido a utilizar sistemáticamente los principios de las democracias liberales en contra de ellas en lo que aquí llamamos 'la militarización de la información, la cultura y el dinero', partes vitales del concepto de guerra 'no lineal' del Kremlin".
"Suena espeluznante, ¿no? No obstante, hay que recordar una vez más para quién están escribiendo estos llamados expertos. Su público principal no es la persona promedio en la calle, sino los responsables de las políticas dentro de los países de la OTAN que, tras leer esa basura descabellada, pueden sentirse obligados a reforzar su gasto militar", detalla Bridge.
Eso es para lo que son contratados estos escritores: para demonizar a Rusia a tal grado que los contratistas de defensa —sus propios contribuyentes económicos— recojan la cosecha mientras los países de Europa del Este aumenten el gasto militar contra una 'amenaza rusa' que solo existe en la imaginación hiperactiva de los llamados 'think-tanks'.
La locura detrás de los misiles
Por supuesto, no se trata solo de darle al complejo industrial militar de EE.UU. lo que ansía desesperadamente, es decir, la demonización de Rusia con el fin de forzar la apertura de los cordones de la bolsa de socios menores de la OTAN. También es la cuestión de dar a los neoconservadores a cargo de estos 'think-tanks' un argumento para mantener las operaciones militares estadounidenses en Oriente Medio y en otros lugares donde están en marcha, prosigue el periodista.
Así, Kimberly Kagan, fundadora y presidenta del ISW, fue una de las principales voces que llamaban a mantener las fuerzas estadounidenses en Afganistán. Gracias a los contratistas de defensa que apoyaron a su organización, Kagan fue capaz de pasar 15 meses en Afganistán durante la guerra contra los talibanes, asesorando a nada menos que al general David Petraeus, el comandante de más alto rango en el teatro de Asia Central.
Kimberly Kagan estuvo acompañada en su largo viaje a Afganistán por su marido, Frederick Kagan, un académico del American Enterprise Institute (AEI), que fue acusado en 2007 de ofrecer dinero en efectivo a los científicos "para socavar un importante informe sobre el cambio climático", según informó 'The Guardian'.
Mientras tanto, el hermano de Frederick, Robert, otra estrella brillante de los neoconservadores, es cofundador del Proyecto para un Nuevo Siglo Norteamericano, investigador principal en la Institución Brookings y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores.
Y es imposible hablar de Robert Kagan sin mencionar a su esposa, Victoria Nuland, la secretaria adjunta de EE.UU. para Asuntos Europeos. Después de todo, Nuland ha sido en gran parte responsable de supervisar la transición gubernamental en Ucrania cuando el expresidente, Víktor Yanukovich, se vio obligado a huir del país después de que una multitud tomara el control de Kiev, recuerda el analista, concluyendo que "digan lo que digan, hay muchos neoconservadores en la familia".
Los lectores deben entender claramente quién patrocina a los 'think-tanks' como el ISW antes de sacar conclusiones con respecto a Rusia y sus medios de comunicación, porque es probable que el mensaje equivocado les haya sido entregado por cortesía de un fabricante de armas
No es ningún secreto qué hicieron los Kagan gracias a la cooperación financiera entre los 'think-tanks' y los contratistas de defensa.
"Imagínese, los contratistas de defensa subvencionaron a Kimberly Kagan y a su marido, que informaron durante más de un año sobre las condiciones en Afganistán, así como asesoraron a altos mandos militares sobre qué curso de acción tomar", enfatiza Bridge.
"¿Coincidencia? ¿Conflicto de intereses? Bueno, ese parece ser el caso, pero al parecer los medios de comunicación estadounidenses tienen asuntos más urgentes que informar del 'arreglo inusual' que existía entre los Kagan y el general retirado Petraeus", agrega.
Los mismos 'think-tanks' belicistas que empantanaron a las fuerzas estadounidenses en las desastrosas guerras en Irak y Afganistán basadas en "mala inteligencia", son ahora los responsables de la gran cantidad de estudios dirigidos contra Rusia para crear pánico, cuyo último fin es la venta de más equipos militares a Europa del Este.
A fin de cuentas, son los 'think-tanks' neoconservadores, como el ISW, la verdadera fuente de la llamada guerra de información, así como del aumento de las tensiones entre Moscú y Washington. Y si la guerra estallara en algún lugar de Europa del Este debido a su incesante difusión del miedo, solo considerarían este escenario como una nueva oportunidad de negocio, vaticina el experto.
"Los lectores deben entender claramente quién patrocina a los 'think-tanks' como el ISW antes de sacar conclusiones con respecto a Rusia y sus medios de comunicación, porque es probable que el mensaje equivocado les haya sido entregado por cortesía de un fabricante de armas", insta el autor.
"Ahora, eso es lo que yo llamo la guerra de información", concluye.