Incertidumbre total: un faraónico proyecto chino, amenazado por la crisis política en Brasil
La Ferrovía Transcontinental Brasil-Perú es uno de los proyectos más ambiciosos con participación china en América Latina. Pretende unir la costa atlántica de Brasil hasta la del Pacífico peruano y su costo se estima en aproximadamente 30.000 millones de dólares. Su futuro está en el aire por mor de los últimos sucesos que han marcado la actualidad del país.
Incertidumbre total
El mayor obstáculo para este ambicioso proyecto es la crisis política y económica que vive Brasil, después de que la presidenta Dilma Rousseff fuese suspendida de su cargo el pasado 12 de mayo. La nación está sumergida en una profunda recesión en medio de un escándalo de corrupción masiva que dura ya dos años. La construcción de la Ferrovía Transcontinental no es un objetivo de primera necesidad para el Goberno de Michel Temer. Por lo pronto su estudio de viabilidad no ha sido aún concluido. Tampoco se conoce cuándo será publicado.
La situación política en Brasil hace muy difícil que un proyecto de este tipo reciba apoyo
"La situación política en Brasil hace que sea muy difícil para un proyecto de este tipo recibir apoyo", dice Manuel Ruiz, director de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental. Según Ruiz, el proyecto se enfrenta a "enormes desafíos".
Y los problemas no solo se deben a la situación política brasileña. Pedro Pablo Kuczynski acaba de ganar las elecciones presidenciales en Perú. Todavía no está clara su posición acerca del proyecto. Por el momento no se ha pronunciado sobre el futuro de la Ferrovía.
No es el fin del mundo para China
Sin embargo, el crecimiento de la presencia de China en América Latina sigue siendo una realidad incontestable. Las exportaciones del gigante asiático en la región se elevaron hasta los 130.000 millones de dólares en 2014 (lo que contrasta con los 6.000 millones de dólares de 2000), según datos del FMI. En poco más de una década, se ha convertido en el mayor socio comercial de Brasil, Chile y Perú.
Además, en octubre de 2010, la compañía China Petroleum & Chemical Corporation (Sinopec) adquirió el 40% de la compañía española Repsol en Brasil por 7.100 millones de dólares. En 2011, otra empresa china, Sinopec, compró el 30% de la portuguesa GALP por 5.000 millones de dólares. En mayo de 2015, China y Brasil firmaron 35 acuerdos de cooperación en áreas como transporte, energía, ciencia y agricultura.