La Gran Muralla de Donald Trump: La nueva cara de la inmigración en EE.UU.

En su discurso de campaña presidencial pronunciado el 16 de junio de 2015, Donald Trump hizo su promesa electoral más famosa y polémica a la vez: propuso construir un muro para separar Estados Unidos de México. Dijo: "Construiré un gran muro —y nadie construye muros mejor que yo, créanme— y haré uno no muy costoso. Construiré un enorme muro en la frontera sur del país y haré que México pague por ello. Tomen mi palabra".

Además de erigir el muro fronterizo, Trump afirmó que obligará a su vecino a reembolsar la realización de su proyecto, a lo que su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, repuso más de una vez: "México no pagará ningún muro".

Sin embargo, el mandatario ya está en vías de cumplir una de las más ambiciosas y rocambolescas propuestas que forma parte de su dura política contra la migración ilegal. El 25 de enero, el presidente Trump firmó la orden ejecutiva que habilita la construcción de su controvertido proyecto.

¿Nada nuevo?

Construir un muro para impedir la inmigración ilegal no es un plan nuevo para EE.UU. Una barrera o un muro ha sido erigido por cada administración desde la presidencia de Ronald Reagan. Después de que una oleada de inmigrantes indocumentados llegaran de México y Centroamérica en los años ochenta ―como consecuencia de crisis económicas o guerras civiles― Estados Unidos empezó a reforzar la seguridad fronteriza con más personal y vigilancia.

El muro que propone Trump

La frontera entre EE.UU. y México, que pasa por el territorio de los estados de California, Arizona, Nuevo México y Texas, se extiende por alrededor de 3.200 km desde el océano Pacífico hasta el golfo de México, pero el muro no necesita ser tan largo gracias a la preponderancia de fronteras naturales como el río Grande. El propio presidente aclaró que el muro solo cubriría unos 1.600 kilómetros debido a estas "barreras naturales".

Una especie de barrera, hecha de concreto, malla de acero y/o alambre de púas, se encuentra actualmente a lo largo de aproximadamente un tercio de la frontera sur, en áreas que la Oficina de Aduana y Protección Fronteriza de Estados Unidos considera vulnerables a la actividad transfronteriza ilícita. Algunos segmentos son un sólido muro de metal; otros están compuestos de varios materiales y tienen espacios entre barreras o mallas.

Originalmente, el presidente Trump afirmó que quería un muro sólido (de concreto), de 10 a 15 metros de altura, pero más tarde retrocedió y apuntó que podría incluir otros tipos de barreras. La orden ejecutiva del presidente estipula: "Muro significará un muro físico contiguo u otra barrera física similar, segura, contigua e infranqueable".

Sin embargo, desde que Trump asumió el cargo, el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, indicó que partes del muro serán transparentes. "Habrá un muro físico y luego partes transparentes que se basarán en sensores y otras tecnologías".

¿Cuál es el presupuesto estimado?

El mandatario estadounidense declaró originalmente que su muro costaría entre 8.000 y 12.000 millones de dólares. Por su parte, el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, estimó en enero en una conferencia republicana en Filadelfia que el muro costaría entre 12.000 y 15.000 millones de dólares. Investigadores independientes colocan el costo de construcción del muro en un rango de $25.000 millones.

La agencia Reuters tuvo acceso a un reporte interno del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, según el cual el proyecto del muro costaría 21.600 millones de dólares. Asimismo, el informe estima que la construcción de la muralla demandaría un plazo de tres años y medio.

Cabe destacar que estos son los costos iniciales de construcción, no los de mantenimiento, que representan aproximadamente la mitad de todos los costos durante la próxima década. La valla de 650 kilómetros ya instalada en la frontera sur de EE.UU. ha costado al Gobierno más de 7.000 millones de dólares, y no puede describirse como impenetrable.

Pero hay otras razones por las que los costos probablemente aumentarán más allá del precio de Trump: sus planes incluyen extender el muro a regiones cada vez más remotas y montañosas, aumentando sustancialmente los costos de construcción. Además, los nuevos 1.600 kilómetros cruzarían por tierras privadas, que tendrían que ser compradas, quizás por la fuerza legal o acuerdos financieros realizados con los dueños.

¿Quién paga?

Trump insistió a lo largo de la campaña presidencial y en los primeros días de su nueva Administración que México tendrá que asumir los costos de la construcción, a pesar de que el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ha insistido en múltiples ocasiones que su Gobierno nunca pagaría por el muro.

Sin embrago, en una entrevista con ABC News el mandatario estadounidense confirmó que el Congreso tendría que usar los fondos de los contribuyentes estadounidenses para cubrir el costo inicial del proyecto, pero que México finalmente reembolsaría esa suma.

"Habrá un reembolso en una fecha posterior a cualquier transacción que realicemos desde México. Solo digo que habrá un pago", reiteró Trump.

¿Cómo se obtendría de México ese dinero?

Ya existen una serie de teorías acerca de cómo podría EE.UU. obtener de México el dinero gastado en la construcción del muro fronterizo, pero ninguna de las posibles medidas ha sido confirmada oficialmente.

  1. Aranceles a las importaciones mexicanas. El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, anunció el 26 de enero que el presidente planeaba imponer un impuesto del 20 % a las importaciones mexicanas para pagar el muro, aunque más tarde aclaró que era una de las varias opciones que aún se estaban considerando. "Haciéndolo de esa manera podemos recaudar 10.000 millones de dólares al año y pagar fácilmente por el muro, sólo a través de ese mecanismo por sí solo".
  2. Remesas. El presidente Trump podría aplicar un impuesto a las remesas, según los medios. El sector es enorme: el total de las remesas enviadas a México desde EE.UU. llega a 25.000 millones al año. Puede tratarse de un impuesto uniforme o uno más específico para los inmigrantes que no pueden comprobar su estatus legal en el país.
  3. Un impuesto de "ajuste fronterizo". Según expertos, los republicanos de la Cámara de Representantes podrían reducir el impuesto de sociedades del 35 % al 20 %, pero lo basan en el lugar de consumo, no en la producción. Las importaciones serían gravadas, pero no las exportaciones. Un impuesto del 20 %, dado el déficit comercial con México de 60.000 millones de dólares, recaudaría US$ 12.000 millones al año.
  4. Un aumento de las tarifas de visado de viaje. Según expertos, junto con el aumento de los pagos fronterizos de los autos y las personas que cruzan la frontera, estas medidas aumentarían los ingresos de EE.UU., aunque no serían suficientes para cubrir los gastos de la construcción.

Aspectos legales

Donald Trump se comprometió a construir el muro "antes de lo planeado", pero hay una serie de dificultades legales que, en su momento, ya complicaron la edificación de una valla fronteriza durante la presidencia de George W. Bush:

"Sobre mi cadáver" 

Otro problema del muro de Trump es su impacto en las tribus locales. Los tohono o'odham, un pueblo que vive en un territorio ancestral que ocupa parte de los estados de Arizona (EE.UU.) y Sonora (México), ya se han comprometido a luchar contra esa infraestructura. Uno de sus líderes, Verlon José, aseguró que el muro se construirá "por encima de su cadáver". Si ese colectivo se niega a cooperar, el Congreso de EE.UU. tendrá que aprobar una ley independiente para confiscar sus tierras.

La nueva cara de la inmigración en EE.UU.

Después de cuatro décadas de rápido crecimiento, la población de inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos se ha mantenido estable en los últimos años. De acuerdo con el Instituto de Políticas Migratorias de EE.UU., en 2014 más de 11.700.000 inmigrantes mexicanos residían en EE.UU., representando el 28 % de los 42.400.00 millones de personas nacidas en el extranjero. Es decir que conforman el mayor grupo de origen inmigrante del país.

Por primera vez en décadas, México ya no es la principal fuente de inmigrantes a Estados Unidos: ha sido superado por China e India. El histórico cambio refleja una aceleración de la inmigración china e india durante la última década, y es una señal de que la migración mexicana a gran escala a Estados Unidos parece estar disminuyendo.

Según un estudio de la Oficina del Censo de EE.UU., 1.201.000 de inmigrantes entraron a Estados Unidos en 2013. China resultó ser el país de origen de 147.000 inmigrantes recientemente ingresados a EE.UU., mientras que México envió a 125.000. La India, con 129.000 inmigrantes, también superó a México, aunque los resultados de ambos países, estadísticamente, no fueron muy diferentes. Además de China e India, otros países de gran emigración en 2013 fueron de Asia, incluidos Corea, Filipinas y Japón.

En cuanto a los inmigrantes no autorizados en los Estados Unidos, su número se ha estabilizado en los últimos años después de décadas de rápido crecimiento. Al igual con el flujo general migratorio, los países de origen de la inmigración ilegal han cambiado: el número de inmigrantes provenientes de México ha disminuido desde 2009, en tanto que el número de otros lugares se encuentra en aumento, según las últimas estimaciones del Centro de Investigación Pew.

Ilegales que llegan de manera legal

Entre los propios partidarios de Trump que apoyan sus ideas de combatir la inmigración ilegal hay algunos que consideran que un muro en la frontera mexicana no impedirá el camino principal que utilizan los inmigrantes indocumentados para llegar a EE.UU.

Según diferentes estudios, entre el 45 % y el 75 % de los ilegales han entrado a EE.UU. de manera absolutamente legal: por la aduana. Es decir, llegaron a EE.UU. con visado y se quedaron.

De este modo, el muro que, según los planes de Trump, será construido en lugares como el Desierto de Sonora, no detendrá este flujo: los principales puntos de entrada de inmigración ilegal de Estados Unidos, que son los aeropuertos más grandes del país, seguirán funcionando sin ningún problema.

Por lo tanto, muchos creen que el muro solamente será un negocio para las mafias de inmigrantes.

Aspecto económico     

El aspecto económico de la inmigración es aún discutible. Las empresas, especialmente del campo de la agricultura, la construcción, el mantenimiento de edificios y la preparación de alimentos, han dependido durante mucho tiempo de los inmigrantes para llenar sus filas. Más recientemente, las industrias de alta tecnología, hospitales y otras industrias reclutan personal fuera de los Estados Unidos.

Un nuevo informe de las academias nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE.UU. ofrece una exhaustiva evaluación de las tendencias económicas y demográficas de la inmigración en los últimos 20 años, su impacto en el mercado laboral y los salarios de los trabajadores nativos, así como su impacto fiscal a nivel nacional, estatal y local.

"El examen reveló muchos importantes beneficios de la inmigración, incluidos el crecimiento económico, la innovación y el emprendimiento, con poco o ningún efecto negativo sobre el salario total o el empleo de los trabajadores nativos a largo plazo", afirmó Francine D. Blau, profesor de Economía en la Universidad de Cornell. 

Entre las principales conclusiones del informe se menciona: 

¿Qué es la causa verdadera de la migración masiva?

Desde su campaña electoral, el presidente Trump ha insistido en que EE.UU. necesita fronteras fuertes para combatir la inmigración ilegal así como el tráfico de drogas. Sin embargo, muchos expertos dentro y fuera de Estados Unidos consideran que estos dos objetivos clave del nuevo mandatario entran en conflicto.

Muchos indican que la causa subyacente de la migración masiva y peligrosa es la llamada Guerra contra las drogas de Estados Unidos, que ya dura más de cuarenta años.

En los primeros años de la Guerra contra las drogas, la política estadounidense tenía como objetivo reducir el aumento del socialismo y el comunismo, así como detener la producción de narcóticos en esta región. Hace dos décadas, la Guardia Costera de EE.UU. cerró la ruta de la cocaína del Caribe, por lo que el comercio se trasladó a México. Por su parte, México ha comenzado a luchar: su continua ofensiva contra las mafias de la droga las ha empujado hacia América Central.

Por su parte, los países centroamericanos se han convertido en el conducto por el cual las drogas ilegales se trasladan de América del Sur a través de la frontera de Estados Unidos. A diferencia de los medios de comunicación convencionales, 'The Economist' encontró con bastante acierto la fuente del problema de la Guerra contra las drogas en Estados Unidos:

"La demanda de cocaína en EE.UU. (que a diferencia de Europa, se alimenta a través de Centroamérica), combinada con la guerra inútil contra las drogas, ha llevado a un aumento de la violencia. Son los consumidores estadounidenses quienes están financiando a las bandas de narcotraficantes y, en gran medida, son los comerciantes de armas estadounidenses los que los están armando. Por lo tanto, las políticas de EE.UU. ayudan a generar Estados fallidos en el vecindario".

El resultado ha sido que los narcocárteles tienen mucho control sobre gran parte del norte de Centroamérica. En algunos países los cárteles controlan a los miembros degobiernos, jueces, fuerzas policiales e incluso algunas cárceles y militares a través de una combinación de soborno, amenazas y fuerza absoluta.

Como consecuencia de este control, las bandas y cárteles pueden operar al descubierto o en el interior de la selva más allá del alcance de la ley. Estas organizaciones han creado una cultura de violencia, basándose en las guerras civiles de décadas anteriores.

¿Por qué los habitantes de Centroamérica abandonan sus hogares?

La frontera sur de EE.UU. se ha convertido en la puerta para los inmigrantes no solo de México, sino también de otros países, sobre todo de Centroamérica. El llamado Triángulo Norte de Centroamérica incluye a países pequeños, pero sorprendentemente violentos: El Salvador, Honduras y Guatemala.

Dichas naciones tienen una tasa de homicidios más alta que cualquier región del mundo. Globalmente, la tasa de homicidios más elevada en cualquier año desde la década de los 90 ha sido Honduras o El Salvador. En 2012, casi 1 de cada 1.000 ciudadanos de Honduras fue asesinado. Además de asesinatos, hay altas tasas de otros tipos de violencia, crimen e intimidación. Y un gran porcentaje de toda la población salvadoreña ha emigrado, principalmente a Estados Unidos.

En muchas comunidades pobres y marginadas de estos tres países, las mujeres y los niños son víctimas de extorsión, abuso, violación, asesinatos y violencia relacionada con pandillas. Asimismo, en muchas de estas comunidades los ciudadanos se enfrentan a explícitas amenazas contra sus vidas por razones como ser testigo de un crimen, intentar salir de una pandilla o no pagar una tasa de extorsión o un impuesto de guerra.

Además de la violencia, la Guerra contra las drogas ha sido una fuerza disruptiva para las economías centroamericanas. Obviamente, ha perjudicado la creación de empleo, el comercio y la inversión internacional fuera de los cárteles. Por lo tanto, sería más correcto decir que no es tanto la atracción de oportunidades en Estados Unidos, sino la falta y la reducción de oportunidades en la propia Centroamérica las que están estimulando la emigración, y que esto está directamente relacionado con la Guerra contra las drogas de EE.UU. 

Un símbolo, ¿pero resuelve algo?

Un muro fronterizo es un poderoso símbolo de exclusión: 'nosotros' los vamos a mantener a 'ellos' fuera. Y al hacerlo, 'nosotros' vamos a proteger a nuestra gente, nuestro modo de vida, nuestra sociedad y economía de la amenaza que 'ellos' representan. Se trata de un concepto elegante en su simplicidad.

En el mundo real, los muros no garantizan la seguridad en ningún sentido de la palabra. Estados Unidos no es el único país que recurre a la noción de un muro. Según un informe publicado del Instituto de Política de Migración de EE.UU., los muros fronterizos se han convertido en toda una tendencia. Ni siquiera había cinco en el mundo al final de la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día hay casi 70.

Los muros pueden ser simbólicamente imponentes, pero no llegan a la raíz del problema. Un muro no pone fin a la guerra de pandillas y las ejecuciones extrajudiciales que llevan a los refugiados centroamericanos a Estados Unidos. Tampoco corrige las desigualdades globales que motivan a un emigrante de México a buscar trabajos disponibles en EE.UU. Los muros hacen una declaración política, pero la pregunta es obvia: ¿En realidad resuelven algo?

Muros preocupantes

Los antiguos romanos erigían extensos muros de piedra para marcar las fronteras de su inmenso imperio. Desde aquellos tiempos remotos diversas naciones han construido continuamente muros para mantener fuera a los invasores, cruzados, extranjeros y controlar a sus propias poblaciones.

Durante la Guerra Fría, el Muro de Berlín se convirtió en el más notorio de la historia, diseñado para mantener a los ciudadanos dentro de sus fronteras. Sin embargo, las fotos más emblemáticas de esta edificación son de la víspera de su caída: 9 de noviembre de 1989, cuando los alemanes rompieron esta barrera que dividía la nación.

Más de 40 países de todo el mundo han erigido muros fronterizos desde la caída del Muro de Berlín. Sin embargo, muchos se preguntan si en el siglo XXI las barreras físicas pueden en realidad funcionar como instrumentos de control fronterizo y ofrecer una solución humana a la cuestión global de la migración.

Desde la Barrera israelí de Cisjordania hasta los nuevos muros (principalmente cercos) que se están erigiendo actualmente en Europa del Este, estos son algunos de los proyectos de control fronterizo más controvertidos del mundo.