Los portaaviones de EE.UU. son el símbolo de su poderío militar, pero en un enfrentamiento con potencias como China o Rusia, estas inmensas y costosas embarcaciones serían un blanco fácil, sostiene el analista militar Sébastien Roblin en su artículo publicado en la revista estadounidense 'The National Interest'.
Para lanzar un ataque contra territorio enemigo, los portaaviones tienen que acercarse a la costa, y esta técnica puede resultar efectiva con países del tercer mundo, opina Roblin. Sin embargo, al acercarse a las costas rusas o chinas, las embarcaciones estadounidenses quedarían expuestas a los avanzados misiles basados en tierra con los que cuentan ambas naciones, advierte.
Esto se debe a que el alcance sin repostar de los cazas F-35C, los más modernos de la Armada estadounidense, es de unos 1.100 kilómetros, mientras que misiles balísticos antibuque como el DF-21D de China tiene un alcance superior a los 1.400 kilómetros. El DF-21D además tiene la capacidad de maniobrar durante su trayectoria y el impacto de solo un proyectil de este tipo sería suficiente para destruir un portaaviones, asegura el autor del artículo.
Una amenaza mucho más seria
Otro de los grandes peligros para las embarcaciones insignia de Washington son los submarinos nucleares, pero incluso los sumergibles con sistemas de propulsión diésel, que son más pequeños, lentos y ruidosos, representan una seria amenaza para los portaaviones estadounidenses, agrega. Según el autor del artículo, en varias ocasiones, durante las maniobras de la OTAN esos pequeños submarinos se aproximaron lo suficiente a los portaaviones como para atacarlos.
Por su parte, los submarinos nucleares rusos del proyecto 949A no tienen la necesidad de correr riesgos y acercarse para atacar, debido a que están armados con misiles de crucero P-700 Granit, que tienen un alcance de 700 kilómetros. Además de estos proyectiles, conocidos como 'asesinos de submarinos', Rusia equipará a sus sumergibles con los misiles de crucero hipersónicos Zircón, que serán una amenaza mucho más seria, señala Roblin.
Todas estas modernas armas no han sido utilizadas en combate, por lo que es complicado saber su verdadera efectividad. Sin embargo, el perfeccionamiento, tanto de los misiles como de los submarinos, ponen en duda la viabilidad de recurrir a los portaaviones en caso de un enfrentamiento con un rival del mismo nivel tecnológico que EE.UU., finaliza.