Toda una economía por la borda: 28 tomas clandestinas en ductos de Pemex al día
A Petróleos Mexicanos (Pemex) le roban de todo. Gasolina, diésel, crudo, turbosina y gas se pueden encontrar en el abundante e impune mercado negro.
Una prueba de ello son los 149.000 litros de turbosina (energético empleado en la aviación) decomisados el 8 de julio pasado por la Policía Federal en el estado de México. Otra son los 30.000 litros de diésel recuperados por la Policía local de Coahuila el pasado 15 de julio.
En muchos casos este delito implica la complicidad de funcionarios y trabajadores de Pemex, quienes conocen la red de poliductos y la forma de saquearla sin generar explosiones fatales; empresarios, que distribuyen el producto robado en sus estaciones de abastecimiento, y militares, encargados de custodiar las instalaciones petroleras.
Una vigilancia que tiende a fallar: entre enero y junio del 2017, Pemex reportó 5.075 tomas clandestinas (un promedio de 28 por día) en 23 estados del país.
La petrolera calcula que las pérdidas para sus finanzas por robo de hidrocarburos superan los 10.000 millones de pesos al año (564 millones de dólares), mientras que para la Secretaría de Hacienda y Crédito Público es el doble: 20.000 millones de pesos.
A pesar de la gravedad de la situación, los responsables permanecen sin castigo y las denuncias se empolvan en las oficinas de la Procuraduría General de la República. A esa dependencia, desde hace más de una década, le fue revelado cómo operan militares, trabajadores y funcionarios en el robo masivo de hidrocarburos.
La acusación la hizo Octavio Aguilar –exdirector corporativo de Pemex en el sexenio de Vicente Fox en la Presidencia– con pruebas sólidas de que participaban los militares con el crimen organizado (y en unos casos los señalaban como cabecillas de la mafia). Sin embargo, la denuncia –que fue del conocimiento del entonces director de la petrolera, Raúl Muñoz Leos– no prosperó.
Ahora, dos sexenios después, la situación es tan alarmante que Pemex calcula que, por sustracción ilegal en los poliductos, sus pérdidas de petrolíferos se incrementaron un 24% en el 2016.
El problema para la petrolera estatal no solo radica en el ingreso, que ya no percibirá por esos millones de barriles robados (un promedio de 600.000 barriles de hidrocarburos cada mes), sino que incluye los costos asociados: reforzar la seguridad en su red de ductos y mitigar los daños, pues las llamadas 'tomas clandestinas' generan contaminación y en ocasiones incendios, que Pemex está obligada a solventar.
En su Informe anual 2016, la petrolera –actualmente envuelta en el escándalo de corrupción de la brasileña Odebrecht– apunta que esta situación afecta en forma sensible sus ingresos e incrementa los costos de operación asociados a la mitigación de los daños colaterales en la sustracción ilegal de combustibles.
Por ahora, el gobierno de Enrique Peña Nieto tampoco ha podido detener el crecimiento del mercado negro de combustibles, y bien sea por incapacidad o complicidad, este sigue creciendo.
Nancy Flores