El último enclave activo de la oposición siria en la provincia de Idlib está viviendo una nueva escalada de tensiones entre las partes involucradas en el conflicto. El presidente sirio Bashar al Assad, tiene la intención de destruir por completo, con el apoyo de Moscú, los restos de los islamistas en el país, mientras que Ankara está tratando de detenerlo e incluso amenaza al Gobierno sirio con una guerra.
Fuera del control del Gobierno sirio
Idlib sigue siendo hoy una fortaleza clave tanto de la oposición armada siria como de diversas agrupaciones terroristas que operan en la región. Fue aquí donde en 2011, una protesta civil pacífica se convirtió en un conflicto armado, que pronto cubrió todo el territorio de la República Árabe siria.
Durante todos los años de la guerra, Idlib nunca ha estado bajo control total de las fuerzas gubernamentales. A medida que las otras regiones de Siria han sido liberadas de los grupos extremistas en los últimos años, los militantes y sus familias han acudido en masa a esta área colindante con la frontera turca.
Zona de distensión
Tras las conversaciones de Astaná en 2017, en las que participaron Rusia, Turquía, Irán y representantes de la oposición armada siria, se decidió convertir Idlib y algunas de las áreas adyacentes en zona de distensión.
En septiembre de 2018, Turquía y Rusia firmaron un memorando sobre la situación en la provincia. Se acordó crear franjas desmilitarizadas de aproximadamente 20 kilómetros de ancho alrededor de la zona de distensión de Idlib, que todos los grupos armados, así como las fuerzas del Gobierno sirio, tuvieron que abandonar.
Rusia se comprometió a evitar que el Ejército sirio ataque la provincia, y Turquía tenía que garantizar la retirada de los militantes y la eliminación de los islamistas radicales asociados con Al Qaeda. Para luchar contra ese grupo terrorista, Ankara usaba unidades armadas de la oposición siria moderada.
Sin embargo, en el invierno de 2018-2019, los mismos islamistas eliminaron a todos los grupos moderados de la provincia, capturando la mayoría de las ciudades y bases.
En mayo de 2019, el Ejército sirio lanzó una ofensiva en el sur de Idlib y en las áreas circundantes de la provincia de Hama. Tras meses de combates, el distrito fue ocupado por las tropas gubernamentales sirias en agosto con el apoyo de la aviación rusa y las fuerzas especiales.
Los islamistas sufrieron enormes pérdidas. Sin embargo, no hubo continuación de la operación: los presidentes Putin y Erdogan acordaron un alto a fuego.
El operativo turco contra los kurdos
En otoño de 2019, la situación en el norte sirio empeoró: esta vez en el territorio controlado por los kurdos. El pasado octubre, el presidente de Turquía anunció el inicio en el norte de Siria de la operación militar 'Fuente de paz', dirigida contra fuerzas kurdas a las que Ankara considera terroristas.
Hasta ese momento, los kurdos eran aliados de EE.UU. en la lucha contra el Estado Islámico. Sin embargo, a principios del mismo mes de octubre, el presidente Donald Trump anunció la retirada de las tropas estadounidenses de la región, poniendo fin, de esta manera, a la alianza con los kurdos.
Los kurdos acudieron a Rusia en busca de ayuda y al Gobierno sirio. Las áreas que Erdogan intentaba capturar contenían tropas sirias y la policía militar rusa. Las contradicciones entre Moscú y Ankara otra vez se resolvieron en las conversaciones entre Putin y Erdogan, celebradas en Sochi.
La última escalada
Mientras tanto, en enero de este año, las tropas Al Assad empezaron una nueva ofensiva en Idlib después de que varios ataques de extremistas dejaran decenas de víctimas mortales entre los militares sirios y la población civil.
A principios de febrero, las fuerzas gubernamentales se acercaron a un cruce de carreteras importante: la ciudad de Sarakib. Al norte comienza la frontera con Turquía, donde Ankara está construyendo nuevas aldeas para los refugiados sirios.
Sin embargo, la ofensiva del Ejército del Gobierno sirio llevó a Turquía a intervenir. A principios de febrero, Erdogan envió tropas adicionales a la región y amenazó con atacar a las tropas del Gobierno de Bashar al Assad si a lo largo de este mes no se retiran de los puestos de control turcos en la zona.
Ya se han producido una serie de enfrentamientos entre las fuerzas de Damasco y Ankara, provocando múltiples bajas en ambos lados. En particular, el 10 de febrero, las fuerzas turcas atacaron 115 objetivos del Gobierno sirio. El operativo se llevó a cabo en respuesta al bombardeo sirio de un puesto militar turco en el noroeste de Idlib, que dejó varios muertos y heridos.
Amenazas de Erdogan
El 12 de febrero, Erdogan, declaró que su Ejército atacará a las fuerzas del Gobierno sirio "por aire o tierra" en cualquier lugar del país árabe si algún otro militar turco resultara herido. La declaración se produjo después de que Ankara culpara a las tropas de Bashar al Assad de matar a 14 de sus soldados en un ataque contra un puesto militar en el noroeste de Idlib.
El mandatario turco también acusó al Gobierno sirio de atacar a la población civil de Idlib para expulsarla hacia la frontera con Turquía y, de este modo, "facilitar la conquista de la región", al tiempo que criticó a Moscú y Teherán por su respaldo a Damasco y a grupos militantes.
Este miércoles, Erdogan incrementó aún más la tensión entre Ankara y Damasco al advertir que una nueva incursión militar turca en la ciudad siria de Idlib podría comenzar en cualquier momento y solo es "cuestión de tiempo".
El líder turco aseguró que "no dejará Idlib al régimen de Assad y sus patrocinadores", en aparente referencia a Rusia e Irán.
Reacción rusa
Por su parte, el Kremlin declaró que el posible inicio de hostilidades de las tropas turcas contra el Ejército sirio no favorece al mejoramiento de la situación en Idlib. El portavoz presidencial Dmitri Peskov calificó "una operación contra las Fuerzas Armadas legítimas de Siria" como "el peor escenario posible".
Al respecto, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, dijo en una conferencia de prensa este miércoles que las "acciones de las Fuerzas Armadas sirias son la respuesta a las graves violaciones de los acuerdos sobre Idlib".
Asimismo, Lavrov subrayó que Damasco está "trasladando a los militantes y terroristas no a territorios ajenos, sino a los suyos propios, restaurando así el control del Gobierno legítimo de la República Árabe Siria sobre sus tierras".