Entre las críticas internas y la presión externa: El costo político de la visita de López Obrador a Trump
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, generó una oleada de críticas tras anunciar que pretende realizar su primera visita al extranjero a principios de julio, para encontrarse con el presidente de EE.UU., Donald Trump, en medio de un contexto electoral que no favorece al republicano.
A pesar de que México ha tratado de incluir al primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en la reunión con motivo del acuerdo comercial T-MEC, López Obrador dijo que pretende visitar a Trump aún cuando no se concrete la presencia del canadiense.
La invitación a Trudeau buscaría mitigar el impacto negativo que podría tener para López Obrador la visita a Trump, y responde a las presiones políticas, a nivel nacional e internacional, que se ciernen sobre el mandatario mexicano.
Un "error innecesario"
Diversos analistas en México han calificado como un error la visita de López Obrador a Washington en julio próximo.
Una de ellas es la periodista Dolia Estevez, quien ha señalado que el encuentro "definitivamente tiene riesgos políticos". La comunicadora estima que Trump podría utilizar al presidente de México "como accesorio para la fotografía", con el objetivo de "fortalecerse electoralmente en un momento en que va en caída libre en las encuestas y que probablemente pierda las elecciones", según comentó en entrevista con Julio Astillero.
AMLO con Trump en EU mandaría señal a demócratas de intervención en proceso electoral: Dolia Estévez (@DoliaEstevez)https://t.co/xFN8jRImEW
— Julio Astillero (@julioastillero) June 24, 2020
Aunque la periodista ha señalado que el aporte de López Obrador para atraer el voto latino hacia Trump es mínimo, estima que hay un muy alto riesgo de que el mandatario estadounidense pueda cometer un nuevo agravio contra los mexicanos al calor de la contienda electoral, lo que implicaría un costo político "innecesario" para el presidente mexicano.
Estevez considera que no es catastrófico, pero es un error "innecesario" que el primer viaje de López Obrador al extranjero sea en un momento en que Trump tiene una popularidad más baja que los expresidentes George Bush padre y Jimmy Carter, quienes no pudieron reelegirse, y con una movilización social y política sin precedentes en los últimos 50 años en EE.UU.
Las más recientes encuestas de opinión dan una ventaja a Joe Biden, el candidato presidencial demócrata, entre 12 y 14 puntos porcentuales por encima de Trump, incluyendo estados clave como Michigan, Florida y Arizona.
Otros analistas han resaltado ciertos paralelismos entre la visita de López Obrador a Washington, con la invitación que hizo el entonces presidente mexicano Enrique Peña Nieto a Trump para visitar la residencia oficial de Los Pinos, en agosto de 2016, en plena contienda electoral.
"En México hay algunos que parecen olvidar el desastre de la visita del candidato Trump a Peña Nieto en Los Pinos, que ahora, después de cuatro años, parece que se va a repetir, a menos que súbitamente recuperemos la cordura", señaló el exembajador Agustín Gutiérrez Canet en Milenio, tras considerar que la visita podría ser calificada como un "error histórico".
No obstante, a diferencia de aquella ocasión en que Trump recibió en México un trato de mandatario aunque solo era candidato presidencial, el encuentro con López Obrador sería efectivamente una visita de Estado.
Otros analistas advirtieron el riesgo de que los demócratas puedan tomar represalias contra México, por considerar que López Obrador respalda a Trump durante las campañas electorales.
"Si el presidente López Obrador visita a Trump en plena campaña electoral y en medio de las mayores protestas de los últimos 50 años, será visto como un espaldarazo. Y si Trump llega a perder, los Demócratas nos la van a cobrar", señaló el consultor Gabriel Guerra.
Una decisión que podría tener un impacto negativo para el mismo López Obrador.
"El área diplomática mexicana sabe del altísimo costo de este viaje del tabasqueño. Más, cuando —a poco más de cuatro meses de las elecciones— las encuestas muestran un desplome de la imagen del republicano y sitúan al demócrata Joe Biden casi diez puntos arriba. El problema para AMLO es que no le quedó de otra", escribió la periodista Martha Anaya en El Heraldo, quien agregó que "López Obrador está sin margen para negarse".
La afirmación alude el hecho de que Trump no ha intervenido en asuntos internos de la política mexicana, como sí ha ocurrido con países como Venezuela, lo que le ha dado cierto margen de maniobra política al presidente mexicano, en casos como la liberación del narcotraficante Ovidio Guzmán o la masacre de la familia LeBarón.
Dos casos en los que la presión geopolítica de EE.UU. sobre México fue menor a la que existió en 2019, cuando Trump amenazó con imponer aranceles a mercancías mexicanas, con el objetivo de que la administración de López Obrador modificara su política migratoria ante las caravanas provenientes de Centroamérica.
Con respecto a los migrantes, México cedió. Ese gesto evidenció la presión geopolítica que ejerce EE.UU. y que López Obrador ha tratado de sortear en medio de un ambiente interno de continuos choques con la oposición mexicana.
La política interna
Otro de los factores a considerar en la decisión de López Obrador para asistir al encuentro con Trump, además de la temporada electoral en EE.UU., es el escenario de constante confrontación política que existe en México.
En años previos, ha habido un acercamiento entre el candidato demócrata Joe Biden y el expresidente mexicano Felipe Calderón, a quien ha invitado a participar en distintos foros académicos en años recientes, como ocurrió en 2017 durante el primer Penn Biden Leudares Dialogue, realizado en EE.UU.
La cercanía entre Biden y Calderón podría ser clave en el contexto político mexicano, debido al proceso judicial que se sigue en EE.UU. contra Genaro García Luna, el exsecretario de Seguridad Pública que fue acusado de traficar cocaína y de ayudar al Cártel de Sinaloa.
Ese es uno de los mayores casos de corrupción política en México, que involucra al expresidente Calderón, uno de los principales adversarios políticos de López Obrador.
Hay otros casos donde la relación entre Calderón y la administración de Barack Obama, en la que Biden era vicepresidente, han cobrado relevancia en el contexto político mexicano. Tal es el caso de la entrega de armas desde EE.UU. hacia los cárteles mexicanos.
En mayo pasado, el Secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, pidió al Gobierno de EE.UU. aclarar si Calderón estaba o no informado de que agencias estadounidenses entregaron armas a los cárteles de la droga, para supuestamente rastrear el destino de ese arsenal.
Calderón ha negado haber tenido conocimiento de esta situación hasta antes de la operación Rápido y Furioso, aunque una serie de documentos oficiales publicados por periodistas en fechas recientes, demuestran que las autoridades mexicanas tenían conocimiento de estas prácticas desde 2006, como ocurrió con el operativo Gunrunner.
Hasta el momento, el Gobierno de México no ha obtenido respuesta de las autoridades de EE.UU. a la petición enviada por Ebrard.
Con estos elementos, las elecciones presidenciales en EE.UU. podrían modificar el curso de dos investigaciones clave que involucran Calderón, uno de los principales referentes de la oposición y grupos de la derecha mexicana, a quienes el actual presidente mexicano ha acusado de conspirar en su contra.
Calderón calificó la posible visita como "una amenaza para la soberanía", mientras que el exembajador de México en EE.UU. durante su administración, Arturo Sarukhán, criticó la decisión como "un colosal error político, electoral diplomático y estratégico a largo plazo".
De ahí que la visita de López Obrador a EE.UU. no solamente tenga un componente diplomático, sino que también involucre factores de peso en la política interna mexicana.
Manuel Hernández Borbolla
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