El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, lleva casi 17 meses en su regreso al Palacio de Planalto, en medio de una oposición potente y extremista que no había tenido en su gestión anterior (2003-2011) y que es liderada por su antecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro.
Lula venció a Bolsonaro por estrecho margen (50,9 % contra 49,1 %) en la segunda vuelta, celebrada en 2022, en un proceso electoral en el cual el Congreso bicameral se partió en dos, como una analogía de lo que reflejaron las urnas.
En el Senado, el Partido de los Trabajadores (PT), que tiene como líder a Lula, obtuvo tan solo seis escaños, pero con otras agrupaciones suma 29 ediles contra 13 que forman parte del bloque dirigido por el Partido Liberal (PL) de Bolsonaro, que a su vez encabeza la Cámara de Diputados con 95 curules, ante los 68 del oficialismo.
"Lula no tiene una fuerza lo suficientemente robusta como para aprobar su legislación sin intrincadas negociaciones", reseñó el informe de la Universidad de Buenos Aires (UBA) sobre los liderazgos presidenciales en Sudamérica.
De hecho, el PT consiguió aprobar la reforma tributaria y con una holgura poco habitual. "Lula tiene facilidad para alcanzar una mayoría simple, aunque en el marco de alianzas no tan sólidas", añadió la UBA.
Uno de los investigadores de la UBA que participó en la elaboración del documento, de 42 páginas, es el politólogo Ignacio Pirotta, encargado del capítulo brasileño que contestó a RT sobre el estatus del jefe de Estado.
El factor religioso
"El problema con el Congreso brasileño es la fragmentación de origen que tiene todo Gobierno", sostiene. "La popularidad o no del Gobierno es una de las claves para gestionar eficazmente la coalición legislativa", añade.
Una encuesta de Datafolha difundida por el diario Folha de S.Paulo, en marzo pasado, mostró una caída en la aprobación de Lula. Un 35 % consideró su trabajo excelente o bueno; un 33 % lo valoró como malo o muy malo; mientras que otro 30 % lo calificó como regular.
Uno de los hechos más descollantes del estudio es el incremento en la desaprobación entre los evangélicos, un sector clave en el Brasil de hoy, especialmente en el ámbito electoral y político. El aumento desde diciembre fue de cinco puntos: del 38 % al 43 %.
Brasil, la nación con más católicos del planeta, ya tiene un tercio de su población declarada evangélica y la mayoría está ligada a la ultraderecha bolsonarista. Ante esto, el Gobierno ha intentado estrechar vínculos con un enfoque secular.
Es algo que trasciende lo político. "Hay un juego más vinculado a los apoyos de las iglesias y las instituciones que tienen, desde legisladores en todos los niveles de gobierno (nacional, estadual y municipal) hasta medios de comunicación", cuenta Pirotta.
"El segmento evangélico es una de las claves del devenir del Gobierno de Lula y de las posibilidades de Bolsonaro o algún heredero político suyo porque es un segmento en donde se entrecruza lo religioso, pero también lo socioeconómico", proyecta.
"Papel vital" de la Iglesia
Este jueves el dignatario destacó la invitación que recibió para participar en la 'Marcha para Jesús', un evento organizado por diferentes grupos evangélicos, que en Brasil fue incluido en el calendario oficial por el propio Lula en 2009.
En una carta pública, el líder del PT reiteró su objetivo de erigir "un país más justo e inclusivo" en el cual la familia brasileña viva dignamente. "Y la Iglesia juega un papel vital en este compromiso, que se refleja en su acción social y en el apoyo espiritual de sus fieles", apuntó.
"Por eso, creo que, juntos, podemos hacer mucho más por el bienestar, la paz y la armonía de nuestro pueblo", estimó.
La 'Marcha para Jesús' suele reunir multitudes en Sao Paulo, la mayor ciudad brasileña. Como el año pasado, Lula no estará presente y designó al ministro de la Procuraduría General de la República, Jorge Messias, para que lo represente a él y al Gobierno.
Otro que tampoco estuvo, en 2023, fue el expresidente Bolsonaro. De momento se desconoce si acudirá al evento.
El némesis
Hace casi un año, en junio de 2023, el Tribunal Superior Electoral (TSE) inhabilitó a Bolsonaro por ocho años por "abuso de poder y uso indebido de medios de comunicación", es decir, por una causa diferente a la invasión de sus seguidores a los tres poderes del país el 8 de enero de 2023.
Esa irrupción, tildada por Lula como intento de golpe de Estado, lejos de amainar el apoyo a la causa del exmandatario (2019-2022), impulsó a sus más fervorosos simpatizantes. Mientras tanto, el actual jefe de Estado optó por un modelo antagónico, "anclado en los valores de la democracia, la inclusión social y la igualdad", sostuvo la UBA.
Para Pirotta, la agenda del líder del PT se apuntaló "en defensa de la democracia, a partir de la cual Lula aglutinó a una diversidad de actores, entre los cuales se destaca la Corte Suprema y autoridades del Congreso".
En su texto, la UBA resaltó que Lula mantiene el respaldo del principal sindicato, la Central Única de los Trabajadores (CUT), así como un "apoyo activo" de todas las centrales sindicales a su política industrial.
"El Gobierno de Lula se amolda al clima de época económico buscando promover la industria nacional brasileña, y al político, como defensor de la democracia y en contraste con Bolsonaro", resume Pirotta.
El martes, en su cuenta oficial de X, el presidente brasileño lanzó un mensaje a los "pesimistas" en el que recalcó la aprobación de la reforma tributaria. "Vamos a crecer porque estamos reduciendo el desempleo (…). Todos los bancos internacionales y presidentes extranjeros con los que me he reunido también piensan que Brasil crecerá aún más", escribió.
El sucesor
Pero mucha gente ve un país diferente. En el escenario del Brasil moderno, en el cual Bolsonaro se siente un "perseguido" del sistema y sus millones de votantes le creen, se disputa un caudal político pesado de cara a futuros comicios.
"Es muy probable que Bolsonaro juegue con un heredero político directo, un hijo, o su mujer, Michelle Bolsonaro", opina el especialista. "Pero otra posibilidad es que se vuelque a alguno de los gobernadores que ya despuntan como herederos políticos", agrega.
El experto se refirió a los gobernadores de Sao Paulo, Tarcísio de Freitas; de Minas Gerais, Romeu Zema; y de Goiás, Ronaldo Caiado. "Quien quiera que sea, tendrá más posibilidades de convertirse en una opción viable en tanto polarice fuertemente con Lula", apunta.
De acuerdo a la UBA, el vínculo con estos políticos "está marcado por el pragmatismo del presidente y la necesidad de los gobernadores de no confrontar o posponer la confrontación con el Gobierno Federal". En ese sentido, subrayó la buena relación con Freitas, "aunque no llega a ser una alianza", aclara.
"En la era de la polarización, el que no polariza pierde", avisa Pirotta.
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