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Horrores de un cautivero: La historia de un rehén decapitado por el Estado Islámico

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Durante meses, decenas de extranjeros secuestrados por el EI vivieron bajo la amenaza de la muerte sometidos a palizas y torturas. Aunque algunos sobrevivieron el cautiverio, otros nunca regresaron a sus casas. ¿Cómo fue su historia?
Horrores de un cautivero: La historia de un rehén decapitado por el Estado Islámico
El mundo se ha estremecido al contemplar los videos de las decapitaciones del Estado Islámico. Pero la lucha diaria a la que tuvieron que enfrentarse los rehenes extranjeros durante su cautiverio ha sido reconstruida en detalle por primera vez ahora gracias a los testimonios de quienes sobrevivieron a la barbarie, así como de sus familiares y asesores que intentaron negociar su liberación, informa 'The New York Times'.  

El primer rehén decapitado fue James Foley, secuestrado junto con el fotoreportero británico John Cantlie el 22 de noviembre de 2012, cuando el grupo aún no se llamaba 'Estado Islámico'. En los siguientes 14 meses, al menos 23 extranjeros, en su mayoría periodistas freelance y trabajadores humanitarios, tuvieron idéntico destino.
 
Durante el interrogatorio al que fue sometido el periodista, los yihadistas encontraron imágenes del personal militar estadounidense en el portátil de Foley, tomadas durante su trabajo en Afganistán e Irak. El castigo por cualquier ofensa percibida era la tortura. "Podías ver cicatrices en sus tobillos", cuenta Jejoen Bontinck, rehén belga que pasó varias semanas en la misma celda con Fowley."Me dijo que lo habían encadenado por los pies a una barra y luego habían colocado la barra de tal manera que estaba boca abajo colgando del techo. Después lo dejaron allí".
 
Cuando no había sangre sabíamos que había sufrido algo incluso peor 
A finales de 2013, los yihadistas, ya agrupados bajo el nombre de Estado Islámico de Irak y el Levante, empezaron a reunir a los rehenes en la misma prisión, donde para enero había al menos 19 hombres encerrados en una celda de 20 metros cuadrados y cuatro mujeres en una celda diferente. Casi todos eran europeos y estadounidenses. Los rehenes pasaban semanas a oscuras, ya que en sus celdas no había iluminación excepto la luz que entraba por debajo de la puerta. Los prisioneros empezaron a enfrentarse unos con otros.  
 
Finalmente, los yihadistas diseñaron un plan de rescate. En una habitación privada, a cada uno de los rehenes le hacían tres preguntas muy personales; la técnica estándar utilizada para obtener pruebas de que el prisionero está vivo. Una vez Foley volvió a la celda y rompió a llorar. Las preguntas que le hicieron eran tan personales ('¿Quién lloró en la boda de tu hermano?' '¿Quién era el capitán de tu equipo de fútbol del instituto?') que evidenciaban que estaban en contacto con su familia. Foley empezó a albergar esperanzas de poder regresar a casa pronto.

No obstante, mientras varios rehenes estaban siendo liberados ni él ni otros estadounidenses o británicos veían atisbos de ello. Algunos testigos aseguran que Foley sufrió el tratamiento más cruel. Además de recibir palizas prolongadas, sufrió ejecuciones falsas y un ahogamiento simulado. "Era cuando no había sangre que sabíamos que había sufrido algo incluso peor", admitió uno de los ex rehenes.
 
En primavera, el grupo de rehenes extranjeros fue trasladado a Raqqa, 'capital' del Estado Islámico. Para junio, quedaban siete de ellos, cuatro estadounidenses y tres británicos. En agosto, el EI empezó a publicar videos con las decapitaciones de Foley, Steven SotloffDavid Haines y Alan Henning. De los 23 rehenes que había en un principio, ahora solo quedan tres: Peter Kassig, una mujer no identificada y el británico Cantile.  
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