Los atentados en el metro de Moscú, un año después
Este martes en Moscú es un día triste. El recuerdo de los ataques en el metro hace un año y de las decenas de víctimas inocentes sigue anclado en la mente de cada moscovita. El 29 de marzo de 2010 dos mujeres se inmolaban en el metro de Moscú. Lo hacían a primera hora de la mañana, en dos de las paradas más transitadas y con tan solo 40 minutos de diferencia entre una explosión y otra. El resultado: 40 víctimas mortales y unos 160 heridos.
Esta cifra podría haber sido mayor de no ser por los esfuerzos de los efectivos de seguridad que salieron al rescate de los ciudadanos que estaban en esos vagones.
Los agentes Vladímir y Alexéi se encontraban en la estación de Park Kultury en el momento de la explosión. Un año más tarde, todavía les cuesta recordar los hechos. "Cundía el pánico. La gente en los vagones estaba atemorizada, gritaba… y las escaleras de salida estaban colapsadas. Nuestra prioridad era neutralizar ese pánico para poder sacar a todo el mundo a la calle", dice Vladímir Leonóvich, sargento de policía.
"Al entrar al vagón vi mucha sangre… Y entonces todo se volvió borroso a mi alrededor. Me apresuré a sacar a varias personas del vagón pero, rápidamente, me di cuenta de que sin médicos yo solo no podría ayudar a toda esa gente", explica Alexéi Bushlakov, capitán de policía.
Y los servicios médicos no se hicieron esperar. Un gran número de ambulancias, equipos de rescate y helicópteros llegaron rápidamente al lugar de los hechos para atender a las víctimas que habían podido abandonar la estación por su propio pie y a otras tantas otras que quedaron inmovilizadas en el andén y en el vagón.
Varios centros habilitaron también líneas de asistencia psicológica para ayudar a los afectados a superar el trauma que les podía ocasionar vivir una experiencia de este tipo.
"Primero llamó gente que quería información sobre la tragedia, pero a continuación comenzaron a llamar los familiares de las víctimas porque les notaban una conducta extraña. Es normal, ya que a menudo las propias víctimas no son conscientes de que el insomnio o el estrés son consecuencia de la tragedia. Solo al cabo de dos o tres días las víctimas procesan los hechos y agarran el teléfono", señala Zurab Kekelidze, director de un centro psiquiátrico.
Hace un año la incertidumbre invadía la salida de metro de Park Kultury y, en hora punta, centenares de personas salían en busca de ayuda tras presenciar un atentado bajo tierra.
Ahora, los casi 9 millones de moscovitas que viajan en metro a diario intentan afrontar el terror de la mejor manera posible: seguir viviendo con normalidad su día a día.
Para Lilya el trayecto a la universidad ya nunca será igual que antes. Se considera afortunada. El día del atentado se apresuraba por llegar a clase. Por apenas unos minutos, no subió en uno de los vagones en los que se produjo la explosión. Algunos de sus compañeros no corrieron la misma suerte.
"Ahora, cuando tomo el metro a veces pienso que puede haber una bomba. Pero sé que vivo en una ciudad segura y, al fin y al cabo, la vida sigue. Así que no hay por qué temer", comenta Lilya.
Sin embargo, los ciudadanos de Moscú se niegan a que el terror gane esta batalla. Toca mirar adelante, a un futuro en el que escenas como esta no estén presentes.