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Transporte público en Cuba, una de las víctimas del embargo de EE. UU.
El transporte público en Cuba a menudo funciona con complejidades y una de las razones de estas demoras es el bloqueo económico, impuesto por EE. UU.
Para los turistas, el transporte en la isla es una atracción y para los cubanos es un dolor de cabeza incurable. En Cuba el problema del transporte, tanto público como privado, es uno de los más agudos.
Los autobuses cubanos, las 'guaguas', no tienen horario y nadie puede predecir cuándo va a llegar el próximo. Según afirman los especialistas, el problema del transporte público en La Habana radica en la falta de piezas de repuesto para los coches. Su adquisición se ve obstaculizada por la dura situación económica y las condiciones del embargo, impuesto sobre la isla. Debido a este déficit, hoy en día prácticamente la mitad de los autobuses de la capital cubana está paralizada.
“Toda una complejidad para obtener estas partes y piezas. Pero algunas ya se producen en el país, las estamos produciendo en el país, para las otras se buscan alternativas”, dice el subdirector de calidad de servicio de Metrobus, Néstor Alonso Rodrígues.
La compra venta de coches en la isla se autorizó recién en 2011. Antes, solo podía adquirirlos un grupo muy limitado. Después de que el Gobierno les diera luz verde a los taxistas para que trabajen por su propia cuenta, la situación mejoró un poco. Los choferes particulares empezaron a recorrer las zonas con más demanda. Sin embargo, sus tarifas son mucho más altas, comparadas con las del transporte público, donde un billete no llega a costar ni la centésima parte de un dólar.
En espera de la posibilidad de aumentar drásticamente el número de vehículos, las autoridades están reorganizando el funcionamiento del transporte. Además, ahora la disciplina de los trabajadores del sector tiene un supervisor de excepción: un sistema satelital de navegación controla la circulación de muchos autobuses, al igual que el consumo de combustible. Unas medidas que, siendo oportunas, aún no dan abasto para cubrir las necesidades cotidianas de los pasajeros de la capital.
Los autobuses cubanos, las 'guaguas', no tienen horario y nadie puede predecir cuándo va a llegar el próximo. Según afirman los especialistas, el problema del transporte público en La Habana radica en la falta de piezas de repuesto para los coches. Su adquisición se ve obstaculizada por la dura situación económica y las condiciones del embargo, impuesto sobre la isla. Debido a este déficit, hoy en día prácticamente la mitad de los autobuses de la capital cubana está paralizada.
“Toda una complejidad para obtener estas partes y piezas. Pero algunas ya se producen en el país, las estamos produciendo en el país, para las otras se buscan alternativas”, dice el subdirector de calidad de servicio de Metrobus, Néstor Alonso Rodrígues.
La compra venta de coches en la isla se autorizó recién en 2011. Antes, solo podía adquirirlos un grupo muy limitado. Después de que el Gobierno les diera luz verde a los taxistas para que trabajen por su propia cuenta, la situación mejoró un poco. Los choferes particulares empezaron a recorrer las zonas con más demanda. Sin embargo, sus tarifas son mucho más altas, comparadas con las del transporte público, donde un billete no llega a costar ni la centésima parte de un dólar.
En espera de la posibilidad de aumentar drásticamente el número de vehículos, las autoridades están reorganizando el funcionamiento del transporte. Además, ahora la disciplina de los trabajadores del sector tiene un supervisor de excepción: un sistema satelital de navegación controla la circulación de muchos autobuses, al igual que el consumo de combustible. Unas medidas que, siendo oportunas, aún no dan abasto para cubrir las necesidades cotidianas de los pasajeros de la capital.
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