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Irán: ¿debe temer algún peligro del régimen saudí?

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Irán: ¿debe temer algún peligro del régimen saudí?

Para la prensa occidental es venturoso este nuevo año pues la ejecución del jeque reformista al-Nimr, un importante opositor al régimen saudí, ha puesto la noticia en primer orden y, además, sirve para estimular la información sobre el incremento en los conflictos del Oriente Medio al quebrarse las relaciones con Arabia Saudita. Sin embargo, desde otra visión, todo indica que Irán cada vez tiene más presencia y sus palabras dadas en forma de sentencia internacional tienen un significado importante.

En el primer caso, se ha hecho aparecer a la nación persa como si cayera en una nueva situación de crisis post conflicto con la Unión Europea-EE.UU., después del difícil proceso para que se aceptara un acuerdo frente al tema nuclear. Así, la prensa en su conjunto y la clase política “explican” la nueva debilidad en que se encuentra Irán pues Arabia Saudita y países aliados rompen relaciones con éste, insistiendo en la reiterada y absurda idea de que Teherán también se encuentra aislada del “mundo”. Presentado de ese modo todo parece un caos.

No obstante, a diferencia de lo anterior, desde el geopoder como un espacio analítico objetivo están sucediendo hechos que van en la lógica de la política internacional y ofrece un espectro radicalmente distinto. Varias realidades lo confirman.

Así Irán no tuviese la preeminencia que posee y el respeto que le profesan numerosas naciones debido a su poder y seriedad en la interpretación de los fenómenos regionales y mundiales, el discurso crítico sobre el asesinato de 47 “terroristas” hubiese pasado desapercibido. Por tanto, la respuesta de Arabia Saudita es debido a que esta manifestación influye en organizaciones, partidos políticos, países, los cuales reprueban esta conducta y comprenden lo que puede producir en cuanto detonante social.

B. Ocultar que existe una guerra real, aunque no declarada en cuanto vía armada directa con los reinos autócratas y naciones tuerca como Turquía, sería esconder la realidad pues la tensión persiste y quien salga triunfador definirá la posición de la región. Hasta este momento Arabia Saudita es considerado un satélite de Occidente y sin autonomía alguna para negociar su proyecto nacional, razón del uso de la fuerza que no es cuestionado ni por las potencias EAIF (EE.UU., Alemania, Inglaterra, Francia), ni por las organizaciones vinculadas a los derechos humanos, las que juegan un papel directamente inscrito en la defensa de la ideología neoliberal amparando la violencia.

C. A raíz del conflicto en Siria e Irak con Daesh (Estado Islámico o ISIS), triunfando contra el terrorismo y en una excelente diplomacia con China y Rusia, avalado con su triunfo ante el G5+1 por el tema nuclear, ha hecho que numerosas naciones comiencen a mostrar su inclinación hacia Irán, consolidándola como la nación insignia en el Medio Oriente. Ello implica la debilidad de los aliados de Occidente y, por tanto, una ampliación del proyecto de paz en la región. La incentivación del conflicto es parte del deseo de las potencias y sus aliados por impedir un cese de hostilidades y el fracaso definitivo del terrorismo. De allí que, al avanzar los procesos de sustentación de un polo alternativo, la respuesta desesperada está simbolizada en la ruptura de relaciones con el fin de propiciar nuevos conflictos.

Los medios han trabajado intensamente la idea de que será un golpe muy duro y que a la familia Al Saud ya no le interesa la reacción de la Casa Blanca (según Reuters), lo que en términos dialécticos es simplemente una noticia que desvía la atención pues la verdad es que detrás de lo público de esta decisión se encuentran las consultas entre aliados y la aprobación a actos agresivos, al igual que el derribo inclemente del caza Su24 ruso. Más bien, parece una bandera falsa las diletantes preocupaciones de algunas potencias.

Objetivamente lo que ha ocurrido es que las denuncias del gobierno iraní respecto a que el régimen de la familia Al Saud reprime cruelmente a los críticos del régimen y, al mismo tiempo, apoya a los terroristas que operan en el territorio de otros países (confirmado por la ejecución del líder opositor), ha desatado una fuerte condena no solo entre los altos cargos de Irán sino que ha obligado a pronunciarse a la Unión Europea y la ONU. Washington incluso ha debido retóricamente seguir esa línea so pena de la desaprobación mundial manifestando que: "Reafirmamos nuestro llamamiento al Gobierno de Arabia Saudita a que respete y proteja los derechos humanos, y a que garantice los procesos judiciales justos y transparentes en todos los casos", según el portavoz del Departamento de Estado, John Kirby, olvidando en su declaración el número inmenso de afroamericanos asesinados en su propio territorio. En la práctica, excepto un “regaño” insulso, nada ha afectado sus estrechos contactos.

Por el contrario, el rompimiento de relaciones es coherente ya que tras la ejecución por Riad del clérigo Nimr Baqir al-Nimr, el ayatolá Alí Hoseiní Jamenei (líder supremo de Irán), ha difundido una caricatura a través de su sitio oficial en la que Arabia Saudita es equiparada al Estado Islámico. Es decir, dejó sin opción al régimen saudí por lo cual hay que saber quién ordena a quien actuar de dicho modo. Asimismo, Jamenei emitió un comunicado este domingo en el que proclama que Arabia Saudita sufrirá un castigo divino por ejecutar impunemente a este líder.

Lo impactante es que esta coyuntura parece indicar que  se ha iniciado en Arabia Saudita una pugna interna en la dinastía, engrosado por la represión y la falta de derechos democráticos, lo que sugiere que pronto se desencadenará un álgido proceso de mayores proporciones donde los protagonistas también provendrán de la clase dirigente en discusión por el poder. Ya se sabe que dicho régimen no solo atenta al planeta entero al promover el terrorismo sino que es un factor de desunión en los países árabes al propagar la ideología terrorista y extremista (wahabismo, salafismo), fomentando la ignorancia y el odio con el fin de impedir el conocimiento científico y político que conduce a los derechos igualitarios. El que Baréin se haya hecho parte del rompimiento de relaciones evidencia la dependencia externa. Sus argumentos han sido la "continua injerencia (de Teherán) en los asuntos del Reino y del Consejo de Cooperación del Golfo", acusándola de apoyar a la antigua insurgencia latente desde que comenzaron las protestas de la mayoría chiíta contra los gobernantes suníes de Baréin en el 2011. Kuwait se ha sumado al boicot según fuentes occidentales lo que ha sido desmentido por Teherán.

Todo parece indicar que el supuesto gran enemigo de Irán tiene  graves problemas que han sido acrecentados con la decapitación del influente clérigo chiíta, lo que junto a la baja en el petróleo y el conflicto en Yemen, debilita aún más a la dinastía Saud (país cuyo nombre proviene de la monarquía que reina, es decir, Al Saud). Insistir en armar a grupos subversivos traerá más debilidad al régimen.

Irán no teme a una controvertida Arabia Saudita pues, así como lo han manifestado sus propias autoridades, la garantía de la independencia, estabilidad y solidez gubernamental, además del respeto existente, convierte a la nación persa en un referente internacional con fortaleza y coherencia valórica. Eso no implica descuidar que puedan ocurrir actos agresores y para lo cual debe estar preparada plenamente.

El mundo tiene que pensar claramente en quienes están por la eliminación del terrorismo y aquellos que lo defienden, pues en dos ejemplos se conoce que, basado en sus propios intereses, Londres oculta la violación de Derechos Humanos en Riad y la ONU nombra defensora de los derechos humanos a Arabia Saudita donde las mujeres no pueden conducir o el latigazo y la decapitación son comunes, pese a la indignación que surge en todos los continentes.

Finalmente, cabe mencionar que la reciente reunión de Rusia y China donde se estableció que ambos "… van a trabajar junto con la comunidad mundial a fin de diseñar un nuevo modelo de desarrollo de las relaciones internacionales y cooperación que traiga ventajas mutuas, para restablecer y mantener la paz y la estabilidad tanto a escala mundial como regional", consolida a todos aquellos que creen que el mundo debe entrar en una nueva senda donde la equicracia sea un sur para los pueblos. Irán seguramente hará parte de este emprendimiento solidario y justo.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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