Consejo de Seguridad de la ONU: ¿Clara confrontación ideológica?
La reciente información pública sobre el caso tipificado como Corea del Norte en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU) obliga a analizar el funcionamiento de este organismo y sus decisiones.
Al respecto, los medios occidentales ya han dado su diagnóstico, el cual parece exacto: Corea del Norte es la máxima amenaza mundial y hay que detenerla porque ha puesto en vilo al planeta debido a sus experimentos nucleares y a la conducción de un joven loco; todas las medidas posibles han fallado y ya queda la única posible, cual es más duro o la intervención militar para enseñar una lección a esa dictadura; lo mínimo debe ser ahogar ese régimen de modo económico y recordar que el líder del mundo libre, Donald Trump, está cansado de ser comprensivo.
Sin embargo, esta explicación supuesta no manifiesta la otra verdad: que Corea del Norte ha ejecutado una decena de pruebas insignificantes ante más de 1.000 realizadas por el régimen estadounidense; que la amenaza ofensiva no proviene de Piongyang, sino del Pentágono, quien ordena que se detenga toda su actividad defensiva por hacer "peligrar la paz mundial"; que la opción de ahogar un pueblo no es sino la medida más alejada de la justicia y representa lo más vil del espíritu humano.
Actualmente, la discusión ideopolítica es fuerte porque se enfrentan dos cosmovisiones. Una es el unilateralismo que amenaza, castiga, corroe y elimina a su oponente, independientemente de las razones reales de supervivencia de las naciones, propuesta apoyada por mandatarios 'civilizados'. Su contraparte es la estrategia liderada por China y Rusia, estableciendo que el diálogo es la mejor alternativa siempre y que se debe trabajar sobre la unidad de criterios para resolver con inteligencia este conflicto creado artificialmente. La guerra es inadmisible.
El analista político chileno Guillermo Cavieses, al analizar el conflicto entre Estados Unidos y Corea del Norte como actores principales, sostiene que no es una confrontación entre capitalismo y socialismo como se presenta erróneamente, ya que los negocios de las grandes corporaciones y los múltiples tratados comerciales con China avalan la coexistencia entre ambos sistemas. Tampoco se puede afirmar que se trata de una confrontación entre dictadura y democracia, cuando EE.UU. tiene como principal aliado en Medio Oriente a Arabia Saudita, gobernado por una monarquía absoluta. Da la impresión que se conjuga el deseo omnipotente de Trump —al avalar el rol político-económico a escala mundial de EE.UU. como destino manifiesto— y el complejo financiero militar, al usar como pretexto una confrontación con un pequeño país.
Desde el geopoder, se requieren tres acciones valientes del CSNU: primero, exigir al régimen estadounidense que negocie por encima de la amenaza; segundo, que deje de intervenir en el planeta entendiendo que libertad es que cada nación decide su propio sistema; tercero, que se forme una comisión con los actores principales donde se responda a la demanda de Corea del Norte con sabiduría: concertar los términos de un acuerdo que apoye al desarrollo soberano de la sociedad coreana y, a su vez, limite la escalada armamentística en la región. Lo anterior implica dejar de vender armamento a Corea del Sur y establecer la paz integral, comprendiendo que Kim Jong-un tiene la obligación de aceptar una negociación que distensione esta grave coyuntura regional y planetaria.
Sorprende que dicho organismo, donde se presupone está concentrada la sabiduría que mueve el mundo de modo razonable, aún continúe discutiendo si la guerra es aceptable o conveniente sin entender que el mundo está en vilo ante esas decisiones. Lo verdadero es que en dicho Consejo de Seguridad se encuentran congregados aliados de la pacificación y otro sector que parece establecer una alianza estrecha con el caos y el terrorismo. El mundo debe saber quién representa a cada posición.
Finalmente, resta agregar que únicamente cuando la inteligencia y la generosidad llenen el espacio que el Consejo de Seguridad posee, solo entonces el mundo podrá saber que está a salvo de los poderes que el odio y el interés industrial militar han desencadenado. Esa es la búsqueda intransable de los gobiernos honestos y coherentes.
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