"El proceso de descolonización, que cambió la historia de nuestro mundo, nació con la ONU y constituyó el primer gran éxito de esta organización mundial", se lee en la página web de Naciones Unidas, donde recalcan: "Cuando se fundaron las Naciones Unidas en 1945, unas 750 millones de personas, casi un tercio de la población mundial, vivían en territorios que dependían de potencias coloniales".
El 14 de diciembre de 1960, en sesión plenaria de la Asamblea General de la ONU, se aprobó la declaración sobre la concesión de independencia a los países y pueblos coloniales, y dos años después se habilitó el Comité Especial de Descolonización que debía hacer frente a la aplicación efectiva de este proceso.
En marzo de 2022, se hizo pública una carta del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, al rey de Marruecos, Mohamed VI, en la que el mandatario español aseguraba que apoyaba una autonomía dentro de Marruecos para el Sáhara Occidental. Sin embargo, ¿qué ha planteado Naciones Unidas al respecto?
El actuar de la ONU
En 1960, coincidiendo con el proceso de descolonización que desde su página web festejan, Naciones Unidas estableció que el Sáhara Occidental tenía derecho a constituirse como un país independiente y, por tanto, a iniciar su proceso de descolonización de España.
Se estableció como fecha límite para el proceso de descolonización febrero de 1976.
Sin embargo, en 1975 se produjo la invasión del territorio por parte de Marruecos con la llamada 'Marcha Verde', el acuerdo tripartito de Madrid entre Marruecos, Mauritania y España y la traición de España como potencia administradora colonial, que se limitó a abandonar el territorio a su suerte.
EE.UU. apoya la Marcha Verde
Henry Kissinger, secretario de Estado de EE.UU. (1973-1977), señaló con posterioridad: "Al percibir que nuestros intereses estarían mejor servidos por una división marroquí-mauritana del Sáhara que por su independencia bajo influencia argelina, la posición de Estados Unidos fue de neutralidad pública y de apoyo privado, aunque limitado, a Marruecos".
Sobra decir por qué esta opción también era la que más interesaba a Francia: Argelia se había convertido en un símbolo de la lucha contra la colonización francesa y un aliado fundamental de las luchas anticoloniales, incluida la del Frente Polisario, el movimiento nacional de liberación saharaui que fue constituido en 1973, con el fin de combatir la ocupación española.
Naciones Unidas, hoy, considera, de hecho, al gobierno del Frente Polisario, el representante legítimo de los saharauis, avalado en distintas oportunidades por la Asamblea General, y más recientemente, en una nota aprobada por consenso en 2016, se afirmó que "el representante único del pueblo saharaui es el Frente Polisario".
Argelia se había convertido en un símbolo de la lucha contra la colonización francesa y un aliado fundamental de las luchas anticoloniales.
Por su parte, Marruecos se encontraba inmerso en una profunda crisis interna en esos años. Desde su independencia en 1956 se mantiene un régimen y estructura social de vinculación directa con el poder colonial y la estratificación implantada en la colonia, una situación que era fuertemente cuestionada. La represión contra la disidencia política en los años del reinado de Hassan II fue intensa, con asesinatos de líderes políticos destacados como Mehdi Ben Barka, cercano al movimiento tercermundista y a los países no alineados, quien había participado en la Primera Conferencia Tricontinental de La Habana de 1966, alianza antimperialista y anticolonial entre Asia, África y América.
Igualmente, el régimen marroquí enfrentó dos intentos de golpe de Estado, en 1971 y 1972. La ocupación del Sáhara y convertirlo en una nueva "causa" nacional, ayudó, a su vez, al asentamiento de un régimen, aliado de las antiguas potencias coloniales y de EE.UU., y enfrentado —aún en la actualidad— a Argelia y a los movimientos anticoloniales.
Desplazamiento
Entre las consecuencias directas de la ocupación marroquí está el inicio de una guerra que duró más de 15 años y que se retomó en 2021, y el desplazamiento forzoso de más de la mitad de la población saharaui. Se estima que, hasta 2023, 173.000 saharauis se encuentran en los campamentos de refugiados habilitados en Argelia.
La ocupación del Sáhara y convertirlo en una nueva "causa" nacional, ayudó, a su vez, al asentamiento de un régimen, aliado de las antiguas potencias coloniales y de EE.UU.
Desde Naciones Unidas se han presentado varios planes para dar resolución a este conflicto, destacando la apuesta por un referéndum de autodeterminación. Sin embargo, Marruecos lo ha impedido mientras ha continuado con su proceso de colonización del territorio saharaui.
En diciembre de 2020, Donald Trump, entonces presidente de los EE.UU., reconoció, vulnerando las más de 70 resoluciones de Naciones Unidas que avalan los reclamos de autodeterminación saharaui, la soberanía marroquí del Sáhara Occidental y anunció, a cambio, la normalización de relaciones entre Marruecos e Israel.
Este anuncio se produjo dentro de la estrategia de forzar a los países árabes, donde el apoyo popular al pueblo palestino es ampliamente mayoritario, a normalizar sus relaciones con el Estado de Israel. A cambio, sus aliados, incluida España, volvieron a sacrificar al Sáhara.
Lo cierto es que las luchas tanto del pueblo palestino como la del pueblo saharaui se enmarcan dentro de procesos de descolonización frustrados por los intereses de potencias extranjeras, y aún, en la actualidad, vemos cómo este escenario sigue sirviendo al fin de la desestabilización de regiones enteras, en un contexto donde EE.UU. ha declarado al mundo una guerra sin cuartel por su creciente pérdida de hegemonía.
Las potencias occidentales, antiguas potencias coloniales en muchos casos, como es Francia, Gran Bretaña e incluso España, compartiendo intereses con EE.UU. desean mantener el estado actual de las cosas, ya que este es el que les ha permitido su posición hegemónica. Una acumulación a costa de la desposesión económica, cultural y política del resto de los pueblos del mundo.
Sin embargo, actualmente, vivimos un contexto favorable a un proceso de segunda y definitiva independencia para muchos países, tal y como hemos visto reflejado en la muy cercana al Sáhara región del Sahel. No es casualidad que estos conflictos que parecían eternos e imposibles de solucionar estallen en todas las direcciones justo en este momento de pugna geopolítica mundial, porque fue también de carácter geopolítico el origen común de estos conflictos.