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La inquietud sobre Florencia Kirchner, del odio visceral a la admiración incondicional

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La inquietud sobre Florencia Kirchner, del odio visceral a la admiración incondicional

Florencia es una cineasta y activista feminista de 29 años, pero su vida está marcada por la atención y el juicio público porque se apellida Kirchner. Su caso es singular. No cualquiera es hija de dos presidentes ni porta un nombre que suscita extremos: del odio visceral a la admiración incondicional.

A menos de un mes de las elecciones en Argentina, su estado de salud es motivo de incertidumbre e impacta en las campañas. Su madre, Cristina Fernández de Kirchner, la única mujer electa y reelecta como presidenta en este país, ahora es candidata a la vicepresidencia en la fórmula que ella misma armó para que la encabezara Alberto Fernández, su exjefe de Gabinete, quien hoy lidera con holgura las encuestas y el 27 de octubre puede evitar la reelección de Mauricio Macri y convertirse en el nuevo presidente electo.

En la recta final de los comicios, Fernández de Kirchner tuvo que cancelar varios eventos públicos. El pasado fin de semana viajó de urgencia a Cuba, por sexta vez en seis meses, para visitar a su hija. Florencia padece un linfedema, una enfermedad que obstruye el sistema linfático y que la expresidenta atribuye al injusto acoso judicial del que, considera, ha sido víctima.

"La persecución que han hecho sobre ella, y que la ha devastado, es porque es la hija de Néstor y Cristina Kirchner", acusó la expresidenta el 14 de marzo, al revelar que su hija estaba internada en La Habana a través de un video que, como todo lo que hace, desató críticas por la supuesta "utilización política" del estado de salud de la joven. En ese momento se creía que Fernández de Kirchner se postularía por tercera vez a la Presidencia.

Desde entonces, sus opositores insisten en que la permanencia de Florencia en Cuba es para evitar su detención, ya que es la única de los procesados de la familia que carece de los fueros legislativos que protegen a su madre senadora y a su hermano mayor, Máximo, diputado.

Cecilia González, periodista y escritora.
Cecilia González, periodista y escritora.
"Lo único claro es que su hija ya cumple ocho meses de un tratamiento médico del que se desconocen avances y no existe plazo para su regreso a un país en donde es muy probable que, a partir de diciembre, vuelva a gobernar el peronismo".

Por el contrario, Carlos Beraldi, abogado de los Kirchner, ha aclarado, también de manera reiterada, que la opción de un posible encarcelamiento de Florencia ni siquiera existe porque los juicios en los que está imputada todavía no tienen fecha de inicio ni hay calendario de audiencias que exijan su presencia, pero si en algún momento hay alguna razón procesal para que vuelva, lo hará sólo con un alta médica.

En medio de las especulaciones político-judiciales y las idas y vueltas de Fernández de Kirchner a Cuba, lo único claro es que su hija ya cumple ocho meses de un tratamiento médico del que se desconocen avances y no existe plazo para su regreso a un país en donde es muy probable que, a partir de diciembre, vuelva a gobernar el peronismo.

"La niña de papá"

Florencia tenía 13 años cuando asistió a la asunción presidencial de Kirchner, su padre, el 25 de mayo de 2003. Era una niña regordeta y de cabello oscuro, corto y raya al medio que sonreía tímidamente y era abrazada por su mamá en las fotos oficiales. Recién venía de su tierra natal, El Calafate, ubicada en el extremo sur patagónico, para vivir en Buenos Aires junto con toda la familia. Repetiría la ceremonia presidencial en otras dos ocasiones, pero con su madre como protagonista y con ella creciendo bajo la mirada pública.

En 2007, en la primera toma de posesión de Fernández de Kirchner, Florencia ya se había transformado en una adolescente espigada que portaba un vestido oscuro, abrigo beige y cabellos largos que anticipaban el estilo definitivo en su imagen que adoptaría en los años siguientes. Eligió entonces irse a vivir a Nueva York para estudiar cine, pero la mañana del 27 de octubre de 2010 tuvo que volver a las apuradas, cuando le avisaron que su padre había muerto. La familia y el país estaban en shock, pero la tragedia la golpeó de manera particular porque siempre había sido "la niña de papá", como ella misma reconocía. Florencia ya no regresó a Estados Unidos y decidió quedarse en Argentina para acompañar a su madre. El 10 de diciembre de 2011 le tocó un papel más difícil: a sus 21 años, en una ceremonia en el Congreso, le puso la banda presidencial a Fernández de Kirchner, quien había ganado la reelección y lloraba y vestía de negro en señal de luto por la muerte de Kirchner.

Ya radicada de nuevo en el país, esta joven bajita y de innegable parecido físico con su padre, de voz grave, fumadora, muy delgada, de cabello largo y negro, más el flequillo que convirtió es su propio sello de identidad junto los tatuajes de flores y palomas en sus antebrazos, se dedicó a militar con discreción. Llevaba una vida alejada de los reflectores. Por desconfianza, evitaba las entrevistas y a la prensa en general. Iba a eventos de las organizaciones políticas La Cámpora o Kolina, sin formalizar su adhesión. Tampoco pedía protagonismo. En varios actos se le podía ver y fotografiar agitando banderas y cantando consignas políticas entre la muchedumbre, sin dar discursos ni declaraciones en ningún escenario.

A mediados de 2015, Florencia y el líder peronista Camilo Vaca Narvaja tuvieron a Helena. Se separaron al mes de nacida la niña pero siempre compartieron la crianza con una visión feminista alejada de los estereotipos de género. La joven reforzó y mostró su militancia en '¿Por qué no?', un programa de radio que conducía junto con su amiga, la socióloga Salomé Grunblatt, que llevaba el lema 'Desarmando el patriarcado' y que se transmitía en estaciones periféricas como Radio la Voz, Radio la Imposible y Radio Las Madres, alejadas por completo de los medios más influyentes. Un tema recurrente era la necesidad de legalizar el aborto, medida que Fernández de Kirchner no había impulsado. Florencia rechazaba que fuera una "deuda" de los gobiernos kirchneristas porque, decía, 12 años no alcanzaban para impulsar todos los derechos y en el Congreso nunca hubo los votos necesarios para aprobar la ley. El año pasado, ya como senadora, Fernández de Kirchner votó a favor de la legalización y explicó que en gran parte su cambio de opinión se debió a su hija.

Cecilia González, periodista y escritora.
Cecilia González, periodista y escritora.
"Varios medios la criticaron por tener niñera, por separarse tan pronto del padre de Helena y, sobre todo, por contar que no había querido amamantar a su hija. No tenía ninguna complicación o impedimento médico. Simplemente no quiso. Siempre defendió su derecho a tomar esta decisión y a vivir la maternidad sin culpas".

Por más que lo intentara, Florencia no podía escapar del escrutinio público. Varios medios la criticaron por tener niñera, por separarse tan pronto del padre de Helena y, sobre todo, por contar que no había querido amamantar a su hija. No tenía ninguna complicación o impedimento médico. Simplemente no quiso. Siempre defendió su derecho a tomar esta decisión y a vivir la maternidad sin culpas.

La joven manejaba sus propias redes con seudónimo y elegía la página de Facebook de su mamá para desmentir notas periodísticas que la involucraban directamente, como cuando algunos medios aseguraron que tenía un departamento en Nueva York o que Fernández de Kirchner había gastado millones de recursos públicos en reformar la residencia presidencial para que su hija transitara a todo lujo su embarazo. Nada de ello era cierto.

A sus amigos les confiaba que no quería ser "pececito carnada" para que atacaran a su familia, pero también sabía que, sin importar lo que hiciera o lo que dijera, la iban a criticar.

Todo empeoró a partir de diciembre de 2015, cuando, una vez fuera del poder, se aceleraron las causas judiciales en contra de la expresidenta y su familia. Las críticas públicas a la vida privada de Florencia fueron desplazadas por denuncias en las que se le imputaron delitos. Y su salud se desmejoró.

Denuncias

A mediados de 2016, el juez Julián Ercolini le embargó a la joven cinco millones de dólares que tenía guardados en cajas de seguridad y en cuentas bancarias. Los montones de billetes en efectivo fueron mostrados por cámaras de televisión en esa especie de reality show en que se convirtieron durante los últimos años las denuncias contra los Kirchner y en los que, sin juicio de por medio, sus detractores los consideraron culpables y sus seguidores, inocentes. 

La explicación de la expresidenta fue que la fortuna formaba parte de la herencia que Kirchner le dejó a su hija y que estaba declarada, al igual que el resto de sus bienes, pero la investigación por el origen del dinero continúa.

Cecilia González, periodista y escritora.
Cecilia González, periodista y escritora.
"Los montones de billetes en efectivo embargados a la joven fueron mostrados por cámaras de televisión en esa especie de reality show en que se convirtieron durante los últimos años las denuncias contra los Kirchner y en los que, sin juicio de por medio, sus detractores los consideraron culpables y sus seguidores, inocentes".

Hoy, Florencia está procesada en dos causas por corrupción que ya están elevadas a juicio y todavía no tienen fecha de inicio, por eso aún no se requiere su presencia en el país. En ambos casos se investiga el delito de lavado de dinero a través de "Hotesur” y "Los Sauces", sociedades inmobiliarias y hoteleras de la familia Kirchner. Según los jueces Julián Ercolini y Claudio Bonadío, Fernández de Kirchner encabezó una asociación ilícita que otorgaba millonarios contratos de obras públicas a empresarios amigos a cambio de sobornos que eran "lavados" a través de operaciones financieras en las empresas familiares.

Las firmas fueron creadas cuando Florencia era menor de edad, pero quedó involucrada el 27 de octubre de 2010, es decir, el día que murió su padre, ya que fue la misma fecha en que se incorporó como accionista en las sociedades. A partir de entonces, de acuerdo con los fiscales y jueces de causas que han sido cuestionados por su evidente parcialidad contra el kirchnerismo, la joven retiró fondos, designó autoridades en el órgano de directorio, aprobó informes financieros y, en general, se benefició del crecimiento de las sociedades, por lo que deberá responder en dos juicios en los que, si se le encuentra culpable, puede ser condenada a entre tres y 10 años de prisión.

Este era el escenario que Florencia enfrentaba en diciembre pasado, cuando fue al festival de cine de La Habana para presentar el documental 'El camino de Santiago', del que ella fue coguionista, y aprovechó para realizarse unos exámenes médicos por los malestares que venía padeciendo. Luego volvió el 18 de febrero para hacer un curso de guión, pero ni siquiera pudo comenzar las clases porque, cuando llegó, su salud había empeorado.

La expresidenta, quien insiste en que ni ella ni sus hijos cometieron delito alguno y que todas las causas en su contra forman parte de un "ensañamiento" y una "persecución", tiene que pedir permiso a los tribunales cada vez que quiere ir a ver a su hija. Las últimas dos veces, en septiembre, viajó de urgencia y canceló actos políticos, lo que aumentó los rumores y la preocupación por Florencia.

"Es una cosa muy dura para mí todavía porque además no está su padre y yo me siento responsable", dijo la expresidenta el mes pasado durante una de las masivas presentaciones de su libro 'Sinceramente'. Estaba al borde del llanto. "El brutal estrés que sufrió devastó su cuerpo y su salud", ha repetido en otras ocasiones. Pero la campaña sigue, y la candidata a la Vicepresidencia deberá volver el lunes próximo para encarar las últimas tres semanas que quedan antes de la elección. Ya habrá tiempo de volver a La Habana.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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