¿Es Colombia un Estado fallido?
Colombia es un país que se ha destacado en la esfera internacional no solo por ser una de las democracias más antiguas de América, sino también por tener una fuerte economía en desarrollo, que con el apoyo de los Estados Unidos como su principal socio comercial y militar, también se ha caracterizado por ser un aliado clave de la comunidad internacional en la lucha contra las drogas.
Colombia es un país donde las autoridades no tienen el control material sobre la totalidad del territorio, así como tampoco tienen el monopolio en el uso de la fuerza
Sin embargo, este país también se ha dado a conocer por un largo conflicto armado cuyo impacto real solo trasciende a través de la contradictoria información que se encuentra en las declaraciones oficiales del Gobierno, en las noticias de los medios tradicionales, en los comunicados emitidos por los diferentes actores del conflicto armado y en la fragmentada información que publican las organizaciones no gubernamentales.
Si bien es cierto que Colombia es un miembro respetado de la comunidad internacional, sus extremas realidades brindan un panorama bastante desolador que oscurece esa imagen positiva que brindan las elaboradas estrategias oficiales de propaganda.
Claro, es innegable que Colombia es un país atractivo para la inversión extranjera y que es un hermoso destino turístico para los viajeros de otros países. También es indiscutible que el progreso artístico y tecnológico ha sido impresionante y que muchos de los avances científicos allí desarrollados son de relevancia internacional. Además, cómo negar que su economía formal ha crecido notablemente en la última década y que su sistema financiero goza de una fortaleza admirable que ha sido clave para el progreso del país, lo cual, obviamente, ha beneficiado significativamente a muchas esferas sociales.
Lamentablemente, en Colombia existen muchas otras realidades ocultas que en conjunto muestran un país negativamente heterogéneo. Son diferentes contextos socioeconómicos que van desde sociedades urbanas cosmopolitas que interactúan en un mundo globalizado y que fácilmente se confundirían con cualquier ciudad del primer mundo, hasta sociedades primitivas que no solo parece que vivieran aún el el sigo XIX, sino que además son las que ponen la mayoría de las víctimas ocultas de ese conflicto que ha desangrado al país por décadas.
Son regiones en las que el suministro de los servicios básicos es bastante limitado y donde millones de personas aún viven en condiciones de extrema pobreza y abandono con nulo acceso a servicios de salud, electricidad, agua potable, transporte y educación. Es tal el olvido en el que viven, que esas áreas quedan por fuera del control estatal y los diferentes actores armados al margen de la ley, sean de derecha o de izquierda, ejercen el poder público como las únicas autoridades reconocidas por la población civil.
En otras palabras, la realidad colombiana es un escenario de múltiples aristas que se puede describir brevemente de la siguiente forma: Colombia es un país donde las autoridades no tienen el control material sobre la totalidad del territorio, así como tampoco tienen el monopolio en el uso de la fuerza. Es un Estado donde la autoridad legítima está tan fragmentada y erosionada que el Congreso manipula las funciones ejecutivas y el Ejecutivo manosea la actividad legislativa; es una nación donde la administración tiene extremadamente limitada su autonomía en la toma de decisiones y acude a tácticas oscuras para cumplir con sus objetivos; es un país donde las altas cortes legislan, mientras los órganos de control manipulan a su antojo y con amenazas a los funcionarios que no comulgan con sus creencias personales; es una sociedad donde los múltiples escándalos por corrupción ocupan a diario las primeras planas de las medios informativos nacionales, y donde innumerables personalidades públicas han sido señaladas por haber sido copartícipes o cómplices de los actores armados en la comisión de delitos execrables.
¿Es Colombia un Estado fallido? Los hechos indican que la respuesta es afirmativa
Obviamente, en el curso de los años se han ejecutado innumerables políticas públicas cuyos objetivos principales han sido el progreso general de la nación y el total control territorial del Estado, bien sea a través de estrategias de paz o por medio de la confrontación armada directa.
Tristemente, el programa bandera del Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2008) era la seguridad armada para el desarrollo social y económico del país, sin que importara mucho el costo social que iba a generar. Si bien los resultados económicos de dicha política fueron notables, los daños colaterales que dejaron a su paso se materializaron en alrededor de cinco mil ejecuciones extrajudiciales de civiles a manos de las Fuerzas Armadas, casi cinco millones de desplazados por el conflicto armado, cientos de masacres a mano de los grupos paramilitares que contaban con el apoyo del Estado, miles de desaparecidos, miles de muertos y heridos a causa de las minas antipersonales sembradas por los actores irregulares y de sus ataques a la población civil, ataques armados a la infraestructura vial, minera y energética, homicidios selectivos, etc.
¿Es Colombia un Estado fallido? Los hechos indican que la respuesta es afirmativa. Si bien existe un país aparentemente democrático que ejerce un supuesto control territorial a través de cuestionables estructuras de poder y que además reclama tener el monopolio sobre el uso de la fuerza, la realidad sugiere que estas son verdades a medias que han sido difundidas y repetidas hasta la saciedad con el fin de ocultar aquellos escenarios que en conjunto muestran un país totalmente fragmentado, polarizado ideológicamente y que está fuera de control.
La buena noticia es que el proceso de paz que se adelanta en La Habana entre el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos y las FARC ha ido más allá de cualquier intento pasado de concertar la reconciliación y ofrece un escenario optimista para acabar con décadas de un conflicto que ha dejado a su paso cientos de miles de víctimas.
Sin embargo, existe un obstáculo que puede llevar a que este proceso fracase y que Colombia siga su camino al caos. Ese obstáculo es la férrea oposición del expresidente (y hoy senador) Álvaro Uribe y sus grupo político, quienes demandan acabar de una vez por todas con el proceso de paz y continuar con el conflicto a través de las agresivas y violentas políticas armadas que ya una vez dejaron el país bañado en sangre, hasta lograr la derrota y el total aniquilamiento de los grupos subversivos. Aunque el resultado del proceso de paz es aún incierto, lo indiscutible es que Colombia se encuentra en una disyuntiva única en su historia: la guerra total o la recuperación general. ¿Estado fallido o milagro socioeconómico? El tiempo lo dirá.
@ReyesFernando
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