México: Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos
Esta frase que es atribuida al dictador mexicano Porfirio Díaz se utiliza cada vez que se quiere ejemplificar lo complicada que es la relación de México con su poderoso vecino del norte. Ninguna colindancia entre los países suele ser fácil: disputas territoriales añejas, problemas de seguridad nacional, comercio y otras variables suelen crear relaciones difíciles en muchos casos. Pero si tu vecino es una potencia mundial acostumbrada a imponer el ritmo del baile es todavía más complicado.
En días pasados se llevó a cabo el segundo debate entre los candidatos presidenciales cuya temática sería dedicada a la política exterior mexicana. Desafortunadamente la exposición de los candidatos actualizó la frase de Díaz para mostrarnos que México está muy cerca de Estados Unidos y muy lejos del mundo. Las exposiciones quedaron reducidas a nuestra relación con el país anglosajón, que si bien es la más importante que tenemos, no debería de ser la única. Menos ahora que el presidente estadounidense práctica una política exterior incendiaria.
Trump ha llamado a los mexicanos asesinos, violadores, criminales. Asegura que construirá un "hermoso muro" y nosotros habremos de pagar por ello. A la par de eso, se está renegociando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) pero con la amenaza que si Estados Unidos no consigue lo que quiere abandonará el acuerdo comercial. Las problemáticas de migración, seguridad y comerciales están puestas en un barril de pólvora que utiliza una gorra roja con la leyenda de 'Make America Great Again'.
¿Cuáles son las propuestas para lidiar con esta difícil pero inevitable relación?
La mayoría de propuetas fueron vagas y sin mucho trasfondo. Es obvio que los mexicanos nos sentimos ofendidos con los dichos de Trump, así que era necesario manifestarse en contra del presidente estadounidense para no defraudar al electorado mexicano. Pero no había que ir demasiado lejos, ya que cualquier confrontación directa podría significar una herida de difícil cicatrización en términos de las relaciones bilaterales.
Sin mucho para rescatar de las propuestas, quedó claro que el candidato oficialista, José Antonio Meade (PRI), representa más a la subordinación irrestricta que se ha tenido por décadas al gobierno estadounidense. Ricardo Anaya (PAN), candidato de la derecha, citó al historiador Enrique Krauze y aseveró que a los "tiranos no se les apacigua, se les enfrenta". Algo difícil de creer de un candidato que ama la cultura estadounidense a tal punto que tuvo a su familia viviendo en Estados Unidos por casi tres años, hasta que fue cuestionado por tal decisión y a la vez aspirar a la presidencia. Alguien que conoce mejor Atlanta que su propio país no genera mucha confianza en que habrá de sostener un enfrentamiento directo con el presidente estadounidense.
López Obrador (MORENA) volvió a enunciar lo que ha dicho desde que Trump asumió el cargo y prometió que los cincuenta consulados mexicanos en Estados Unidos se convertirán en procuradurías para la defensa de los migrantes. En materia comercial anunció que habría condiciones económicas especiales (menor ISR e IVA) en la franja fronteriza. En cuestiones de seguridad y migración afirmó que México debe dejar de hacer el trabajo sucio de detener y criminalizar a los migrantes centroamericanos en su periplo hacia los Estados Unidos.
Además de esto no hubo mucho más. No se profundizó en el tema de lavado de dinero que el narcotráfico realiza en el país vecino. Muy poco se dijo sobre exigirle a Estados Unidos que detenga el tráfico de armas con el que el crimen organizado hace frente al Estado mexicano y atemoriza a las comunidades. No se mencionó a China o al TPP como alternativas para diversificar las relaciones comerciales de México y que nuestra dependencia con los Estados Unidos se reduzca. Se ignoró también a Latinoamérica y a la Alianza para el Pacífico, aunque AMLO dijo que se habría de fortalecer la cooperación para el desarrollo, el instrumento principal de la Alianza.
Recuperar la dignidad y la autoridad moral
Posiblemente, la política exterior sea el punto más débil en las plataformas de los tres candidatos. Habrá que trabajar mucho en ello. Tal vez lo urgente sea rescatar la dignidad y el protagonismo perdidos desde hace dieciocho años cuando Vicente Fox asumió la presidencia. Por ejemplo, es increíble que el gobierno mexicano no haya emitido un comunicado en contra de la violencia ejercida por el gobierno israelí en Gaza. El mismo día que se oficializaba el traslado de la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén con un saldo de 60 muertos y más de 2.000 heridos el día de la Nakba, nuestro gobierno volteaba para otro lado y se quedaba callado.
En contraparte, México se apuró a desconocer las elecciones presidenciales en Venezuela que se celebraron el mismo día del debate presidencial mexicano. Sin un ejercicio mínimo de autocrítica se acusó al proceso venezolano de prácticas fraudulentas y de no ofrecer garantías suficientes a la oposición. México mirando la paja en el ojo ajeno sin reparar en la viga que ha pendido en el propio por décadas. Israel y Venezuela como ejemplos del doble rasero.
Durante años la política exterior mexicana le dio lustre internacional al país al ponerse del lado de buenas causas: se condenó el bloqueo a Cuba, se recibió a miles de exiliados de las dictaduras de España y Sudamérica, fue promotor principal del Tratado de Tlatelolco para evitar la proliferación de las armas nucleares y también fungió como facilitador para la paz entre el gobierno de El Salvador y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Todo esto se perdió en la últimas dos décadas donde México le hace el trabajo sucio a los Estados Unidos con los migrantes centroamericanos y es comparsa internacional en torno a Cuba, Venezuela, el conflicto palestino-israelí o cualquier otro asunto que le provoque comezón.
No podemos mudarnos de vecindario pero es tiempo de actuar con decoro. Estados Unidos siempre colindará con nosotros y es verdad que es mejor llevar una relación respetuosa y hasta amigable. Pero nunca de subordinación. México no puede alejarse de Estados Unidos pero es hora que aprenda a acercarse al mundo: China, el TTP, la Alianza para el Pacífico, la APEC, el resto de Latinoamérica, deberían de ser posibilidades reales en nuestra convivencia internacional en términos políticos y económicos. En materia de derechos humanos deberíamos de ser capaces de condenar las transgresiones internacionales en la materia. Ninguna de las cosas anteriores podrá ocurrir hasta que el gobierno recupere su dignidad y autoridad moral y sepa rechazar, respetuosa pero tajantemente, el papel de subordinación o comparsa en el escenario internacional que ha aceptado desempeñar.
@BuenrostrJavier
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