Trump exige más dinero en armas: Europa debe y puede independizarse
El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha exigido por carta a su homólogo español, Pedro Sánchez, como si de un protectorado norteamericano se tratase, que cumpla la promesa del anterior dirigente español, Mariano Rajoy, de elevar el gasto en Defensa hasta el 2% del PIB. Situación que ha vuelto a evidenciar que el gasto militar en España no se decide de forma soberana e independiente.
Le recordó, tanto a él como a otros ocho presidentes europeos, a los que se dirigió como si también fueran presidentes de estados subordinados, que si no gastan el 2% del PIB en defensa, los norteamericanos no piensan hacerse cargo de la seguridad europea. Actualmente el gasto medio europeo no alcanza (por poco) el 1,5% del PIB.
Estas presiones se enmarcan en los días previos a la reunión de la OTAN que se celebrará en Bruselas los días 11 y 12 de julio de este 2018, y en la que los norteamericanos esperar doblegar las reticencias a cumplir su mandato.
España gastó en lo militar en 2017 el0,92% del PIB, cantidad que María Dolores de Cospedal, anterior ministra de Defensa, accedió a elevar hasta el 1,53% del PIB en 2024. Cifra que supondría unos 20.000 millones de euros al año.
Para asegurarse el cumplimiento de estos compromisos Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, visitó a Pedro Sánchez, al que intentó presionar nuevamente. La maniobra no ha evidenciado públicamente si ha tenido éxito, pues Pedro Sánchez no hizo referencia alguna al cumplimiento del compromiso del anterior gobierno español.
Para evitar comprometerse al aumento del gasto recordó que España es un aliado militar preferencial de los EE.UU. al aportar 1.161 militares con la OTAN, 616 con la ONU, 757 con la Unión Europea y 581 con el Ejército iraquí (en su formación).
Josep Borrell, el ministro de asuntos exteriores español, se manifestó en un sentido similar al afirmar que España "gasta menos de lo que dice la OTAN, pero lo utilizamos muy bien".
Esta escena pública, la intromisión extranjera sobre un estado soberano para obligar a aumentar el gasto en función del interés y el beneficio de la potencia extranjera debería ser un punto de inflexión para los estados europeos (no olvidemos que EEUU posee la principal industria militar del mundo y sería el primer y gran beneficiado del aumento del gasto militar). No deberían permitir volver a ser humillados públicamente y lo sucedido les debería conducir a una profunda reflexión.
Europa debe crear un Ejército único, independizarse y refundirse
Europa debe crear un Ejército único, lo que no solo no supondría aumentar el gasto, sino disminuirlo. Actualmente, en Europa hay casi un millón y medio de militares, muchos más de los que posee Rusia, según distintas fuentes entre 700.000 y 900.000 efectivos, cuando esta tiene que defender un territorio tres veces superior en extensión y unas fronteras mucho más complejas.
La creación de este Ejército único permitiría, por tanto, mejorar la defensa del continente reduciendo los efectivos hasta un millón de militares, quizás menos, con el consiguiente ahorro. Por otra parte, posibilitaría que Europa tuviera voz en el mundo, que no se tratase únicamente de una marioneta al servicio de los EE.UU. y la OTAN y que pudiera establecer unas nuevas relaciones con Rusia, Oriente Próximo, el Magreb, Asia o Latinoamérica. Y que lo hiciera de forma libre.
No solo eso, sino que Europa podría convertirse en un actor que estabilizara el complejo tablero geopolítico actual. En contraposición al belicismo norteamericano y al voluble comportamiento de su presidente, Europa podría plantear democracia, derechos humanos o derecho internacional.
La clave radicará en reestructurarse profundamente y establecer un plan de futuro viable a medio y largo plazo. Una refundación radical que termine con la inestabilidad social y el giro a la extrema derecha del liberalismo que amenaza con terminar con Occidente. Una refundación que se edifique sobre un modelo más justo y más social, un espacio en el que todos los ciudadanos tengan las mismas posibilidades y sean iguales ante la justicia. Un lugar en el que las diferencias salariales sean mínimas y las desigualdades territoriales casi inexistentes. Ese nuevo espacio debe llamarse Europa.
Porque sin ningún género de dudas, las mayores amenazas del viejo continente no son Rusia (con la que se podría y se tendría que establecer relaciones amistosas) ni el terrorismo (que quedaría muy mermado con una política exterior más humanitaria y menos belicista), sino la subordinación (a Estados Unidos), la falta de independencia y el salvaje liberalismo que está generando un creciente descontento que no hace otra cosa que alimentar el fascismo. Un fascismo que está surgiendo de nuevo con gran fuerza.
Europa debe independizarse, Europa puede independizarse.
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