El empate técnico en Florida devuelve a Trump al Doral con Venezuela bajo la manga
El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha regresado a Florida y parece evidente que fue a buscar los votos que son especialmente anticastristas, antimaduristas y prouribistas para asegurar este estado, que ha sido decisivo en unas cuentas elecciones, incluyendo la que él ganó.
Aunque también se notó la preocupación por otras comunidades latinas, como la puertorriqueña -que cuenta con 1,3 millones de votos- y la centroamericana.
Pareciera que la oferta ideológica de combatir el "socialismo de Biden" en el propio EE.UU. es suficiente para nuclear el voto latino de Florida. Y eso podría resultar para cubanos y venezolanos, pero para otros inmigrantes latinos la cuestión podría ser diferente. Estos sectores podrían tener otras demandas.
Entonces, el Presidente candidato fue a explicar que el peligro del socialismo no era una cuestión de algunos pueblos de Latinoamérica sino del propio EE.UU., que ellos tuvieron suerte de salir de aquellos arriesgados lugares aun existentes pero que pronto, con tan solo ganar Biden, podrían volver a situaciones similares.
Venezuela termina siendo un ejemplo de lo que podría suceder en EE.UU. si gana Biden. Ese es su mensaje central. Y la foto de su oponente con Maduro en Brasilia, durante la ceremonia de juramentación de Dilma Rousseff, en 2015, es la prueba más fehaciente que puede mostrar.
Es notable que a pocas semanas de las elecciones no prometió jugar la carta armada y prefirió más bien hacer una apuesta a la negociación con Venezuela e Irán, que dejó para después de las elecciones. El discurso de "todas las cartas sobre la mesa" cede a uno menos militar, pero no por ello menos agresivo.
"Irán o Venezuela, ellos ya quieren hablar, todos quieren hablar, pero quiero esperar hasta después de las elecciones. Hace un año les dije podemos hablar ahora o después de las elecciones, pero después de las elecciones será mucho más difícil", ha dicho Trump.
Una negociación que promete más agresiva. Pero una negociación al final. No una invasión, como la que pide la derecha latinoamericana.
¿Se trata de una negociación similar a la que tuvo con Corea del Norte o Siria?, ¿quizá lo agresivo implique achicar el cerco e introducir elementos militares o armados en la escalada?
La promesa con respecto a Caracas fue nuevamente abstracta: "muchas cosas ocurrirán en Venezuela".
El tono, muy al estilo Trump, es este: "Yo impuse las sanciones más duras que alguna vez se habían aplicado a Venezuela. Haremos tratos increíbles con estos países, pero tienen que esperar hasta después de las elecciones".
En todo caso, al menos en lo que respecta a Venezuela, el sitial donde ubicó a Guaidó en el discurso presidencial de la unión a comienzos de año, ya no es tal. Ya van dos visitas de Trump al Doral en la campaña y se ha notado la total exclusión de los funcionarios del interinato, o alguna figura conocida de la oposición. Se nota que Trump, al menos en campaña, ha prescindido de Guaidó.
Trump ha sido sincero en muchos aspectos. Incluyendo el geopolítico. Podría pensarse que intentará un proceso de negociación. Aunque esto justamente quiere decir que seguramente vendrán sanciones y acciones más radicales para debilitar al oponente en un proceso de ese tipo.
Trump está sustituyendo, de nuevo, como lo prometió en la primera campaña, la acción internacional por un discurso interno de aseguramiento del territorio estadounidense como un lugar estable, alejado del auge de movimientos como los antifacistas, Black Lives Matters y la izquierda radical que, según el presidente-candidato, gobernarían con Biden y harían de EE.UU. un caos.
Él se visualiza como un muro entre el sueño americano y el caos, representado discursivamente ya no tanto por Maduro sino sobre todo por Joe Biden.
Cuando arremetió contra el político colombiano Gustavo Petro, ya daba cuenta que había prendido la metralleta contra la izquierda latinoamericana, incluso la que no está en el poder. Pero la metralleta, aunque suele dispersar, puede ser poco precisa.
Promesa ideológica
Trump apareció en El Doral, en un club de su propiedad, justo cuando les va a quitar el sueño a los cubanos en Florida de tener en la Corte Suprema a la abogada Barbara Lagoa, quien participó en la defensa de Elián González en el 2000, un niño que terminó siendo extraditado a Cuba por el gobierno de Clinton, lo que costó el voto latino para los demócratas en Florida y concretó el triunfo de Bush en el estado, hecho que fue decisivo para el triunfo electoral del país entero.
Desde la muerte de la juez Ruth Bader Ginsburg, el pasado 19 de septiembre, se corrió el rumor que la abogada cubano-estadounidense sería el nombre propuesto por Trump para la Corte Suprema, lo que muchos consideraron una estocada para asegurar el triunfo de Florida.
Pero no. Una vez nominado el nombre de Amy Coney Barrett, una abogada antiaborto, Trump prefirió solidificar el voto republicano al que Biden trata de convencer, planteando la culpabilidad del actual mandatario en los efectos mortales del coronavirus.
Los cubanos de Florida deberán esperar para tener un representante en tan alta escala de su nuevo país. Por ahora deberán conformarse con cerrarle el paso a Biden.
Florida, entre Biden y Trump
Para el 28 de septiembre, Real Clears Politics, el portal que promedia las encuestas importantes, daba una ventaja en 1,1 % de Biden sobre Trump, cuando era de 5 puntos el 21 de agosto.
Estos números hablan de un empate técnico que beneficia a Trump porque su estrategia no es tener más votos populares sino más colegios electorales, con lo cual no le importa que Biden lo venza en el total de sufragios emitidos.
Pareciera que el principal enemigo de Trump, y esto se vio con claridad en el diálogo con activistas latinos que tuvo ocasión en el encuentro, es el éxito que Biden pueda tener con el voto latino.
El voto cubano fue especialmente bondadoso en las primarias demócratas, mientras que el mexicano y centroamericano ha tendido a ser contra Trump. Si se le suma que el voto afroamericano es un punto fuerte de Biden (por haber sido el vicepresidente de Obama), entonces las minorías raciales pueden volver su furia contra Trump y Florida podría no escapar a ese escenario, lo que le complicaría su continuación en la Casa Blanca.
Pero las encuestas parecen llevar un sentido contrario.
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