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El gobierno cubano ofrece alternativas a los asentamientos ilegales

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Cada vez un mayor número de cubanos llegan a vivir a la capital y levantan barrios ilegales. El gobierno busca convertir estos asentamientos irregulares en áreas dignas.

La falta de servicios básicos y la insalubridad son algunos de los problemas sociales que se viven en esas comunidades.

No obstante, a diferencia de muchos otros países los que habitan estos asentamientos ilegales son atendidos gratuitamente por  médicos y sus hijos pueden asistir a las escuelas. 

“Al niño desde que nace se le ponen 13 vacunas. Y después, regularmente en los centros de trabajo, en las mismas comunidades, en los consultorios médicos o en los hospitales se reactivan las vacunas para el resto de las personas. No importa que usted no tenga dirección”, explica Reinaldo Romero, diputado de la Asamblea Nacional Cubana. 

Al instalarse en estas zonas uno pierde la posibilidad de trabajar para el Estado. La mayoría de estas personas labora por cuenta propia sin licencia alguna. Aunque algunos obtienen un permiso oficial para trabajar en el sector privado al registrarse temporalmente en los domicilios de familiares o amigos, para ser totalmente legales deberían abandonar estos asentamientos. 

Margori Rodríguez se mudó a La Habana cuando tenía 26 años junto con sus cuatro hijos en busca de una vida mejor. Construyó su hogar sin permiso alguno con los materiales que encontró en la calle y fue una de las primeras edificaciones que conformaron el barrio ilegal de Indaya, en la capital isleña. A pesar de que su morada no parece ser nada segura ni sólida, Margori cree que el riesgo vale la pena. 

“En mi pueblo no tenía casa. Vivía con mi madre y mis hermanos. Entonces no tenía la posibilidad. Aquí vivo mal, bueno regular, pero por lo menos vivo sola. Aquí hay muchas posibilidades que allá no existen. Mis hijos han estudiado todos”, comenta. 

Son muchos los que comparten esta idea. A partir de los años 90 el asentamiento donde vive Margori ha ido creciendo a un ritmo acelerado y ahora existen en La Habana al menos cien poblados similares, que los cubanos llaman ‘llega y pon’ por la forma en que se levantan. 

Sin embargo, las autoridades aseguran que ese tipo de barrios dejarán de existir en unos años. El proceso de transformación ya se ha puesto en marcha con demoliciones para evitar nuevos asentamientos ilegales. 

De esta manera se pretende romper un círculo vicioso que ha existido durante décadas. El gobierno se encarga de la construcción de edificios que poco a poco sustituyen las zonas insalubres. Maylin Sánchez fue una de las primeras en mudarse de Indaya a un lugar con mejores condiciones, cambió de dirección hace un mes. Ella asegura sentirse feliz al ver a su hijo crecer en un ambiente distinto. 

“(Mi hijo) ya no corre riesgos. Él puede jugar aquí normalmente y yo quedarme tranquila. Es muy diferente a cómo vivíamos ahí abajo (en los asentamientos ilegales). Está mucho mejor”, dice satisfecha.

Está claro que el proceso de eliminación de todos los barrios ilegales es una carga pesada para la economía cubana y podría llevar varias décadas.

Pero los isleños no se rinden. No solo el gobierno se ha volcado en la solución de este problema, los ciudadanos e incluso algunos destacados artistas también han dado su apoyo a los más necesitados. Entre ellos está el famoso cantautor Silvio Rodríguez, quien cree que un par de acordes oportunos pueden hacer mucho más de lo que parece.

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