Sociedad
Desplazados por el conflicto de Colombia reclaman tierras
El conflicto de Colombia, que dura más de medio siglo, ha desplazado de sus tierras a millones de personas, más de la mitad de ellas mujeres. Ahora estas campesinas apartadas de sus raíces piden al Estado una mayor protección.
Según datos oficiales, más 5 millones de personas en los últimos 25 años de conflicto tuvieron que emigrar dejando atrás todas sus posesiones. Es el caso de Cecilia, una campesina que durante años se ganaba la vida en Mapiripán, un pequeño pueblo agrícola situado en las entrañas de la geografía colombiana.
En 1997 esta localidad fue el escenario de una de las peores matanzas de la historia de Colombia protagonizada por los paramilitares.
“Mataron 49 personas, nosotros estábamos allí (….) fue mucha gente la que mataron”, relata Cecilia.
El pueblo quedó desolado y Cecilia, su marido y sus dos hijos tuvieron que emigrar. “Tuvimos que salir a la ciudad de Bogotá. Y aquí estuvimos un año y fue muy difícil porque en el campo vivíamos muy bien y llegar a la ciudad con dos hijos fue muy difícil”, recuerda.
Tras un año de miserias en Bogotá, decidieron volver al pueblo, pero al poco tiempo de regresar se desató una nueva ola la violencia. Y en esta ocasión las consecuencias serían aún más trágicas. El esposo de Cecilia fue asesinado, la guerrilla culpa de su homicidio a los paramilitares y viceversa.
Una fecha que marcó un antes y después en la vida de la mujer. A partir de ese día Cecilia se convirtió en una mujer sola a cargo de sus hijos y decidió volver a probar fortuna en la ciudad. Algo que hubiera sido mucho más fácil de existir un programa para madres cabeza de familia que ayudara a la integración de mujeres desplazadas a su nuevo entorno.
“No se crean en la ley mecanismos concretos, más allá de anuncios para que las mujeres víctimas de la violencia puedan acceder de manera preferente a los beneficios que otorga la ley. No hay derechos preferentes para las mujeres y esto va en contra de las exigencias de la alta corte colombiana al Estado”, explica Alfonso Castillo, miembro del Partido Comunista de Colombia.
Pero esta es una ocupación muy peligrosa ya que choca con los intereses de aquellos que no quieren dejar de controlar los terrenos y sus recursos naturales. En Colombia, en los últimos diez años han muerto al menos 44 dirigentes de este tipo de iniciativas.
Despojados de sus raíces, estas mujeres y sus niños, especialmente vulnerables, denuncian desde las organizaciones que necesitan una mayor protección.
“Hay muchos sectores que no están como tal en la mesa y uno de ellos son las mujeres, que en una sociedad profundamente machista y desigual, pues sufren doblemente las consecuencias de un modelo económico y político como el colombiano”, resalta David Flores, portavoz del movimiento político y social Marcha Patriótica.
Pero paradójicamente son precisamente las mujeres las que se arman de valor para luchar por unos cambios muy difíciles de lograr en un país roto por la violencia: personas como Cecilia, que después de ver cómo mueren sus seres queridos o desaparecen sus hogares, hacen lo posible para que otros no tengan que pasar por una pesadilla así.
En 1997 esta localidad fue el escenario de una de las peores matanzas de la historia de Colombia protagonizada por los paramilitares.
“Mataron 49 personas, nosotros estábamos allí (….) fue mucha gente la que mataron”, relata Cecilia.
El pueblo quedó desolado y Cecilia, su marido y sus dos hijos tuvieron que emigrar. “Tuvimos que salir a la ciudad de Bogotá. Y aquí estuvimos un año y fue muy difícil porque en el campo vivíamos muy bien y llegar a la ciudad con dos hijos fue muy difícil”, recuerda.
Tras un año de miserias en Bogotá, decidieron volver al pueblo, pero al poco tiempo de regresar se desató una nueva ola la violencia. Y en esta ocasión las consecuencias serían aún más trágicas. El esposo de Cecilia fue asesinado, la guerrilla culpa de su homicidio a los paramilitares y viceversa.
Una fecha que marcó un antes y después en la vida de la mujer. A partir de ese día Cecilia se convirtió en una mujer sola a cargo de sus hijos y decidió volver a probar fortuna en la ciudad. Algo que hubiera sido mucho más fácil de existir un programa para madres cabeza de familia que ayudara a la integración de mujeres desplazadas a su nuevo entorno.
“No se crean en la ley mecanismos concretos, más allá de anuncios para que las mujeres víctimas de la violencia puedan acceder de manera preferente a los beneficios que otorga la ley. No hay derechos preferentes para las mujeres y esto va en contra de las exigencias de la alta corte colombiana al Estado”, explica Alfonso Castillo, miembro del Partido Comunista de Colombia.
Fuera de la mesa de negociaciones
Ahora Cecilia se ha convertido en una organizadora de iniciativas de reclamo de tierras usurpadas. Constantemente se reúne con otros campesinos que lo perdieron todo, los informa sobre sus derechos y gestiona su registro en bases de datos oficiales para que puedan recibir subsidios.Hay muchos sectores que no están como tal en la mesa y uno de ellos son las mujeres, que en una sociedad profundamente machista y desigual, pues sufren doblemente las consecuencias de un modelo económico y político como el colombiano”
Pero esta es una ocupación muy peligrosa ya que choca con los intereses de aquellos que no quieren dejar de controlar los terrenos y sus recursos naturales. En Colombia, en los últimos diez años han muerto al menos 44 dirigentes de este tipo de iniciativas.
Despojados de sus raíces, estas mujeres y sus niños, especialmente vulnerables, denuncian desde las organizaciones que necesitan una mayor protección.
“Hay muchos sectores que no están como tal en la mesa y uno de ellos son las mujeres, que en una sociedad profundamente machista y desigual, pues sufren doblemente las consecuencias de un modelo económico y político como el colombiano”, resalta David Flores, portavoz del movimiento político y social Marcha Patriótica.
Pero paradójicamente son precisamente las mujeres las que se arman de valor para luchar por unos cambios muy difíciles de lograr en un país roto por la violencia: personas como Cecilia, que después de ver cómo mueren sus seres queridos o desaparecen sus hogares, hacen lo posible para que otros no tengan que pasar por una pesadilla así.
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