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Rusia rechaza una guerra con Turquía, pero ¿qué debe esperar Ankara?

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Turquía ha traído el caos a la operación militar de Rusia en Siria y provocó la indignación de Moscú con su intento de enemistar al Kremlin y la OTAN. No obstante, los expertos están convencidos de que el plan de Anakara está condenado al fracaso, puesto que Rusia promete continuar su lucha contra los terroristas en Siria y aplicar contra Turquía medidas que afectarán la economía y la autoridad del país en la palestra global.
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La OTAN tampoco quiere una guerra

"Es la primera vez en cincuenta años que la OTAN derriba un avión ruso", recuerda el  periódico 'The New York Times'.

No obstante, ni la Alianza ni Rusia muestran intención de desatar una guerra.

"Si no emprendemos acciones provocadoras no generaremos ninguna confrontación con la OTAN. La Alianza ya tiene muchos problemas propios, buscar una confrontación con Rusia ahora carecería de sentido", opina Alexánder Konoválov, presidente del Instituto de Evaluaciones Estratégicas, con sede en Moscú.

Su punto de vista lo confirman las declaraciones de varios líderes de la política internacional. La canciller alemana, Angela Merkel, por ejemplo, llamó a todas las partes a rehuir una nueva escalada del conflicto, mientras que Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea, pidió a Turquía que evitara un mayor deterioro de las relaciones con Rusia.

El plan de Rusia

"Rusia ciertamente no actuará de acuerdo con el escenario de Turquía, sino que seguirá con su propia estrategia de combatir a los islamistas radicales en Siria. Moscú no reaccionó tal como esperaban las autoridades turcas. Rusia golpeará su economía, y eso repercutirá en las empresas turcas", destaca la experta Anna Glázova.

En los últimos tres días el Kremlin ha elaborado su plan de medidas de respuesta a la agresión turca. En líneas generales limitará el consumo de productos y servicios turcos, publicará información sobre la cooperación entre Turquía y el Estado Islámico y podría introducir sanciones penales por negar el genocidio armenio a manos del Imperio otomano en 1915. 

Además de cancelar su próxima visita a Estambul, el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, recomendó a sus conciudadanos no viajar a Turquía en un futuro cercano. En consecuencia, varias operadoras ya dejaron de trabajar en ese país, lo que podría costarle a Ankara una caída en sus ingresos de 30.000 millones de dólares.

Diversos analistas estimaron que se podría interrumpir la construcción de la primera planta nuclear de Turquía, un proyecto que requiere una inversión de 20.000 millones de dólares. El boicot también puede afectar en un futuro al gasoducto con el que Rusia tenía previsto enviar gas natural a Turquía a través del mar Negro.

Además, el jefe del Gobierno ruso, Dmitri Medvédev, señaló que "la Federación de Rusia dispone de datos que demuestran que una serie de funcionarios de Turquía tienen intereses financieros directos en la compra de productos de petróleo del Estado Islámico".

Las acciones de Ankara podrían también favorecer a las operaciones de Moscú en Siria, dado que ahora nada impide la cooperación de Rusia con un nuevo aliado y enemigo principal de Turquía, los kurdos, que también luchan contra el EI. 

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