La Nueva Ruta de la Seda: "China será la potencia hegemónica mundial que sustituya a EE.UU."
Han pasado más de dos mil años desde que una compleja red de rutas comerciales, organizadas a partir del negocio de la seda china, inauguró las primeras relaciones comerciales entre Asia y Europa. Sin embargo, la antigua Ruta de la Seda se ha convertido en la gran apuesta de Pekín, que ha relanzado el proyecto para conseguir cambiar el orden económico mundial, desplazando a EE.UU. como potencia hegemónica.
"Desde el punto de vista del desarrollo económico, es el proyecto más importante desde la Revolución Industrial. China se ha propuesto crear un gran mercado integrado continental eurasiático, incluyendo a una parte de África, que es un proyecto estratégico para el futuro de la economía China", explica a RT Fernando Moragón, presidente del Observatorio Hispano-Ruso de Eurasia.
Construcción de infraestructuras en 60 países de Asia, Europa y África
La primera vez que se escuchó hablar de la iniciativa fue en septiembre de 2013, cuando el presidente chino, Xi Jinping, aprovechó un viaje oficial a Astaná (Kazajistán) para expresar su voluntad de relanzar las antiguas rutas comerciales. Sin embargo, fue el pasado fin de semana cuando la iniciativa fue presentada oficialmente en sociedad, en el Foro Internacional sobre la Nueva Ruta de la Seda, celebrado en Pekín, que contó con la participación de una treintena de países, entre ellos, Rusia, Pakistán, Turquía, España e Italia.
En este sentido, la Iniciativa del Cinturón Económico y la Ruta de la Seda Marítima, tal y como ha sido rebautizado el proyecto en sus dos vertientes, tierra y mar, busca construir carreteras, vías férreas, puertos, oleoductos, gasoductos y otras infraestructuras en más de 60 países de Asia, Europa y África. La finalidad: promover el desarrollo común entre los países involucrados en el proyecto.
"China se ha dado cuenta, entre otras cosas, de que su desarrollo a largo plazo pasa porque la mayor parte del continente euroasiático, pero sobre todo de Asia, donde hay países muy subdesarrollados y con muchos conflictos, alcancen un desarrollo mayor. El objetivo no es altruista, sino conseguir crear un entorno de consumidores mucho mayor en el futuro", añade Moragon.
Un proyecto de gran importancia geopolítica para Pekín
Así, China, una de las grandes beneficiadas de la globalización, comienza a proyectarse con fuerza al exterior. Por un lado, Pekín quiere estimular el crecimiento en las regiones menos desarrolladas del país y, por otro lado, encontrar más mercados para lidiar con su exceso de capacidad, tal y como sucede con su red interna de ferrocarriles de alta velocidad, que ya es la más desarrollada del mundo.
Además, la iniciativa ha recibido muchos apoyos en los últimos tiempos, especialmente tras los temores al aislacionismo que el mundo atraviesa desde la victoria del Brexit en las urnas y la llegada al poder de Donald Trump en EE.UU. Por ello, el proyecto es de vital importancia geopolítica para Pekín: "China, aunque no lo diga, aspira a ser la potencia hegemónica mundial que sustituya a EE.UU", afirma el analista.
China vetó a EE.UU. y Japón en el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura
Las principales vías de financiación de este macroproyecto son dos: el Fondo Económico de Inversión de la Ruta de la Seda, patrocinado por Pekín, con un fondo de 50.000 millones de dólares; y el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura, creado hace un año, que cuenta con 57 países miembros, fundamentalmente de Asia y Europa, y en el que China, India y Rusia, en este orden, son los mayores accionistas.
"En este banco, en el que están incluso países como Inglaterra e Israel, China vetó a dos países, dijo que no iban a entrar en él. Se trata de EE.UU., que ya tiene el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y Japón, que cuenta con el Banco Asiático de Desarrollo", aclara el presidente del Observatorio Hispano-Ruso de Eurasia.
Principales proyectos de la nueva Ruta de la Seda
Entre los planes de Xi Jinping destaca la inversión de más de 50.000 millones de dólares en Pakistán, su histórico aliado vecino, para reconstruir toda la economía del país. Entre otros, Pekín ayudará económicamente a desarrollar el puerto de Gwadar, en el mar Arábigo. Con esta infraestructura, China conseguiría una salida al mar de sus productos sin pasar por el complicado estrecho de Malaca. Además, el proyecto contempla ampliar la Carretera del Karakoru, que une ambos países.
Respecto a Europa, hay dos corredores terrestres fundamentales. La red de ferrocarril norte, la más grande del mundo, que parte de China y pasa por Kazajistán, Rusia, Bielorrusia, Polonia y Alemania, en donde se distribuye hacia otros puntos, llegando incluso a España. Y la sur, que baja por Asia Central y entra en Irán para partir hacia Europa, pasando por Turquía.
A diferencia de EE.UU., China tiene un pensamiento a largo plazo
Así, Pekín está desarrollando el transporte terrestre a gran escala y de forma muy rápida, impulsando fundamentalmente la alta velocidad. "China es el país con más kilómetros construidos de alta velocidad, aproximadamente 20.000, y está impulsando tanto la alta velocidad para trenes de pasajeros como de mercancías", explica Moragón.
China también está llevando a cabo importantes inversiones en África, como la construcción de un ferrocarril entre las ciudades de Nairobi y Mombasa (Kenia), que formará parte de una futura red de transportes en África Occidental. Sin embargo, uno de los proyectos más importantes en este continente es el de Yibuti, donde China trabaja en el desarrollo de un centro logístico marítimo que, según el analista, es la "primera base militar de China en el extranjero".
Un proyecto hasta el año 2049
"Asia es el continente del siglo XXI. Hay que estar en Asia. Esto ya es una realidad", sentencia Moragón, que asegura que en este continente "se están produciendo diversos procesos de integración importantes". "Justo lo contrario de lo que está sucediendo en Europa, que es la desintegración, como ya hemos visto con el Brexit, el auge de la extrema derecha o la desaparición de la socialdemocracia", añade.
Sin embargo, probablemente el dato más importante que se desprende de esta iniciativa de Xi Jinping es que la fecha de finalización se estima en el 2049. "A diferencia de EE.UU., que improvisa continuamente su política exterior, China tiene un pensamiento muy a largo plazo, con el que va a conseguir convertirse en potencia hegemónica, cambiando la economía mundial", concluye el analista.
María Jesús Vigo Pastur