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¿Será China una alternativa para México si Trump revienta las negociaciones del TLCAN?

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Inmerso en la angustia y la incertidumbre, el Gobierno de Peña Nieto aguarda el desenlace final de las negociaciones del TLCAN.
¿Será China una alternativa para México si Trump revienta las negociaciones del TLCAN?

El presidente estadounidense, Donald Trump, amaga con reventar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) si no consigue un "buen acuerdo", según sus términos. En caso de que el Gobierno de EE.UU. se levante de la mesa de negociaciones, los aranceles sobre el acero y el aluminio que firmó el magnate de Nueva York el 8 de marzo se aplicarían también contra la economía mexicana. Hasta la fecha, México y Canadá han quedado exentos por formar parte del TLCAN.

No son muchas las posibilidades de lograr un consenso entre los tres países. El secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, declaró hace unos días que México y Canadá deben estar preparados para un TLCAN sin la participación de EE.UU. Trump continúa defendiendo su posición de línea dura: No solamente busca imponer sus condiciones en los capítulos en donde persisten las mayores diferencias (reglas de origen, solución de controversias, salvaguardas, entre otros), sino que además exige que el Gobierno de Peña Nieto pague la construcción de un muro en la frontera.

México está contra la pared. La dependencia hacia la economía de EE.UU. ha puesto al desnudo su extrema vulnerabilidad. Académicos y empresarios coinciden en que hay que dejar de pensar que el TLCAN es la solución a todos los problemas del país: no es posible seguir poniendo los huevos en una sola canasta. Sugieren que ha llegado el momento de que México se atreva a diversificar en serio los vínculos de su economíacon el exterior: hay que voltear la mirada hacia la región Asia-Pacífico y, sobre todo, hay que construir una relación de nuevo tipo con la República Popular China.

Peña Nieto y su Gobierno, sin visión de largo plazo

El establecimiento de acuerdos comerciales se ha revelado como una condición necesaria, pero insuficiente, para incrementar el comercio y la inversión entre países. México, por ejemplo, es una de las naciones del mundo que ha firmado más acuerdos de libre comercio, 12 en total con 46 países, según información de ProMéxico. Sin embargo, se trata de una red de acuerdos comerciales 'subutilizada', es decir, no se aprovecha todo su potencial: no existen condiciones para que los empresarios saquen ventaja de la apertura comercial y generen nuevas oportunidades de negocios.

En opinión de varios especialistas consultados, los Gobiernos mexicanos de los últimos años no han estado a la altura de las circunstancias: se han mostrado incapaces de construir una relación de confianza y beneficio mutuo con China. Enrique Dussel Peters, coordinador del Centro de Estudios China-México (CECHIMEX) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comenta que para el actual Gobierno no es un asunto importante: "Si el presidente mexicano tuviera una visión de largo plazo, entonces la relación con China se podría hacer funcional, sin embargo, por el momento no veo que haya condiciones ni instituciones interesadas en hacer algo al respecto".

China es considerada por la Administración de Peña Nieto como un socio del cual se pueden obtener algunos beneficios en caso de que las relaciones con EE.UU. sufran un descalabro, señala Adrián Cisneros Aguilar, fundador y director general de Chevaya, una empresa de servicios de internacionalización para la región Asia-Pacífico. "Me parece grave que a una de las economías más importantes del mundo se le considere solo como un 'plan B'; esto revela la ignorancia del Gobierno de México sobre el potencial que tiene China y, sobre todo, falta de estrategia", lamenta.

EE.UU. es el principal obstáculo entre México y China

A juicio de Cisneros Aguilar, el principal obstáculo para que la República Popular China y México logren tener una relación más estrecha ha sido la fuerte oposición de parte de los líderes de Washington: "A los estadounidenses nunca les va a gustar que China vea incrementada su influencia en la zona que ellos consideran su patio trasero". Datos sobre el comercio exterior y la inversión extranjera directa (IED) ponen de relieve el alto grado de integración que existe entre México y EE.UU., mientras la participación de China en la economía mexicana es de un bajo perfil.

De acuerdo con las cifras de la Secretaría de Economía, en 2017 las empresas mexicanas exportaron mercancías por un monto de 338.356 millones de dólares a la Unión Americana. Las exportaciones totales alcanzaron los 409.494 millones de dólares, con lo cual, el mercado estadounidense representó un 82,6%.

El monto acumulado de las inversiones de EE.UU. está muy por encima de cualquier otro país: en 2015, cuando los flujos de IED alcanzaron los 28.382 millones de dólares en México, la inversión estadounidense representó un 53% del total. De acuerdo con el dato más reciente publicado por la Oficina del Representante Comercial de EE.UU., al cierre de 2015 la inversión acumulada de EE.UU. en México llegó a los 92.800 millones de dólares.

La ventaja de EE.UU. sobre las inversiones chinas es monumental. Según las cifras recabadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de 2003 a 2012 las inversiones de China en México sumaron apenas 252,6 millones de dólares; en contraste, EE.UU. invirtió más de 100.000 millones de dólares. El volumen de inversiones que EE.UU. realizó en México fue casi 400 veces mayor.

No es nada fácil incursionar en los mercados chinos

Hay quienes piensan que basta con ingresar a un mercado con un elevado número de consumidores para lograr altas ventas de un producto. No es así, la realidad es muy diferente. En opinión de Dussel Peters, incursionar en los mercados chinos es un reto que exige varios años de preparación. Se necesita conocer a fondo su cultura empresarial, señala el investigador en una entrevista realizada por el periódico La Jornada.

Empresas mexicanas de gran tamaño como Maseca y Bimbo tardaron entre cinco y ocho años en encontrar la fórmula correcta para adaptar sus productos a las necesidades de los chinos. Gruma, Metalsa, Softek e Interceramic también se han abierto camino. China es un país muy complejo. En su territorio (9.597 millones de kilómetros cuadrados) existe una amplia variedad de mercados. Los hábitos de consumo de las personas que viven en ciudades como Shanghái y Pekín no son los mismos de aquellas que viven en Cantón o Shenzen.

Es indispensable, además, que las empresas cuenten con personal altamente capacitado para ofrecer un servicio al cliente de clase mundial, opina, por su parte, Cisneros Aguilar. No es suficiente con tener información detallada sobre los hábitos de consumo de la gente, las empresas mexicanas deben tener claras las leyes nacionales y locales que regulan los negocios.

Para ser exitosos, los empresarios necesitan entender que hay que preparase. Y que hay que invertir recursos. Por eso muchos se resisten a incursionar en China. Les resulta más fácil vender sus productos en los mercados norteamericanos. Esto explica por qué las exportaciones de México a China se expanden muy lentamente: entre 2012 y 2017 pasaron de 5.720 a 6.713 millones de dólares, esto es, registraron un incremento de menos de un 20%.

Hay empresarios que, a pesar de todo, están convencidos de que es posible ir más allá del mercado estadounidense. Y no cejan en su intento de fortalecer los vínculos entre México y Asia-Pacífico. La empresa que Cisneros Aguilar dirige, Chevaya, se fundó con el objetivo de lograr la inserción de las empresas en las cadenas globales de valor, trabajando con autoridades gubernamentales para mejorar los tratados, constituciones y leyes nacionales que puedan hacer esto realidad.

Para Chevaya, mercados grandes y con posición geográfica privilegiada, así como la aparición de unos 2.000 millones de nuevos consumidores de clase media en los mercados emergentes permiten a cualquier empresa con visión, insertarse en cualquier cadena global de valor. El abogado mexicano comenta que su empresa busca contribuir a la sofisticación de las empresas mexicanas en ideas, estructuras y procesos: "Nuestra meta es fomentar la internacionalización de las empresas y su capacidad para insertarse en los mercados extranjeros".

Cisneros Aguilar, quien realizó sus estudios de maestría y doctorado en universidades chinas, no pierde la esperanza de que, en algún momento, pueda haber transformaciones en la relación bilateral en beneficio de México. "He visto potencial en muchas áreas de oportunidad para nuestro país, tomará tiempo y esfuerzo, pero es posible", concluye.

El gradualismo como principio: Apertura de la economía por etapas

El desarrollo tecnológico de China ha progresado muy rápidamente. A diferencia de 1994, cuando entró en vigor el TLCAN, hoy China supera a México en varios rubros de la producción de manufacturas. La localización geográfica ya no es condición suficiente para posicionarse como una economía relevante para América del Norte. Las empresas chinas están incrementando su participación en el mercado estadounidense mientras sus pares mexicanas se están quedando rezagadas.

A diferencia de los países sudamericanos, que comercializan grandes volúmenes de materias primas ('commodities'), México vende bienes intermedios: sus principales productos de exportación son los automóviles y las autopartes. Más que ser complementarias, las de México y China son economías en competencia. Y la relación comercial entre ambos países está cada vez más desequilibrada. El déficit comercial de México con el gigante asiático superó los 67.000 millones de dólares en 2017: la relación entre lo que China vendió y compró a México fue de 11 a uno.

Por eso, y aunque el Gobierno chino está en la mejor disposición, varios centros de investigación advierten que México no está preparado todavía para establecer un tratado de libre comercio con el gigante asiático. En uno de sus informes, el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques concluye que la economía de México debe abrirse a China de manera gradual: en vez de una apertura comercial indiscriminada, hay que promover un proceso de liberalización por etapas.

De lo contrario, apunta el informe publicado en septiembre de 2017, se corre el riesgo de dañar a las cadenas productivas nacionales debido a los altos niveles de productividad de las empresas chinas: "Abrirles el mercado repentinamente podría incrementar el déficit comercial y, con ello, afectar a las industrias mexicanas". Antes de un acuerdo de libre comercio, el Centro de Estudios estima que es mejor firmar un Acuerdo de Asociación Económica, un instrumento comercial alternativo que considere cuotas y reducción de aranceles según convenga a los intereses de México.

Es que a diferencia de lo que ocurrió con el TLCAN, hoy México debe proteger sus industrias ante Pekín. Ernesto Rangel Delgado, director del Centro de Estudios e Investigaciones sobre la Cuenca del Pacífico de la Universidad de Colima, señala que hay que sopesar cuidadosamente en qué rubros las empresas mexicanas están preparadas para establecer acuerdos de cooperación con el gigante asiático. Apunta que, solo por mencionar algunos ejemplos, el desarrollo del sector aeroespacial en la región del Bajío es una de las grandes áreas de oportunidad entre ambos países, al igual que las inversiones en el sector energético, particularmente las relacionadas con el petróleo.

Por una relación de confianza y beneficio mutuo

China aparece como un aliado clave en los discursos pronunciados por Peña Nieto. No obstante, los investigadores entrevistados comentan que llama mucho la atención que en los pactos comerciales multilaterales impulsados por México y los países de Asia-Pacífico no se haya incorporado a la economía de mayor tamaño de esta región: China no fue tomada en cuenta en el desaparecido Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) ni en el recién aprobado Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés).

En cambio, en múltiples ocasiones, las acciones de los chinos han dejado clara su intención de mejorar las relaciones con México, expresa Dussel Peters, economista egresado de la UNAM: "Desde el año 2001 China solicitó a México su reconocimiento como 'economía de mercado' en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC); desde hace más de una década ha propuesto un tratado de libre comercio con México; desde hace dos años quiere que México se convierta en miembro del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura (…)". Pero no hay respuestas.

Los chinos, sin embargo, se resisten a tirar la toalla: creen que es posible profundizar la relación con México a pesar de su alineamiento con la política exterior de EE.UU. Haya o no una segunda versión del TLCAN avalada por la Administración de Trump, el gigante asiático está comprometido con el fortalecimiento de la relación bilateral. "China tiene excelentes relaciones con México, y estamos dispuestos a promover una mayor amistad y cooperación, y eso no tiene que ver con ningún tercer país", comentó el embajador de China en México, Qiu Xiaoqi, en junio de 2017. Cuatro años antes, durante su visita a México, el presidente Xi Jinping había elevado el rango de la relación a Asociación Estratégica Integral.

Enormes serán las oportunidades de negocios en China como los desafíos para países en desarrollo como México. Las reformas económicas de los últimos planes quinquenales apuntan hacia la ampliación del mercado interno. Pekín está incentivando el consumo de sus habitantes como nunca antes. Hay un proceso de transición en marcha: la República Popular China está pasando de ser una economía exportadora con altos niveles de inversión a una de gran consumo.

De acuerdo con un estudio publicado por McKinsey & Company, para 2022 se estima que el número de personas que pasarán a formar parte de la clase media en China será de 550 millones (más de un 75% de la población urbana), el equivalente a más de cuatro veces la población que hoy tiene México. Los países que cuenten con las empresas mejor preparadas son los que podrán sacar provecho de este cambio histórico.

A la pregunta sobre si China será una alternativa para México en caso de que EE.UU. abandone el TLCAN, los académicos mexicanos consultados llegan a la conclusión de que, más que un salvavidas o un 'plan B', la relación con China debe ser considerada como parte de un plan de desarrollo integral: en definitiva, si no cambia la mentalidad de los empresarios y el Gobierno, se habrá perdido la oportunidad de construir una relación de confianza y beneficio mutuo con Pekín.

Ariel Noyola Rodríguez

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