Que en Perú existen grandes brechas sociales, amplificado por un centralismo asentado en Lima en detrimento de las provincias, es algo muy conocido, prácticamente 'vox populi' en la nación andina. Empero la élite limeña mantiene el 'statu quo', salvo algunas voces disidentes que apuestan por cambiar las cosas.
Una de ellas es la extitular del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), Carolina Trivelli, recientemente nombrada por la revista Forbes como 'la economista más influyente del país'.
A pesar de no formar parte del actual Gobierno, sí fue designada tres semanas después de que Dina Boluarte asumiera el poder como integrante del Consejo Fiscal, una comisión autónoma y técnica del sector público. Una posición preponderante desde la cual ha llamado a cerrar las brechas.
"En Perú nos hemos acostumbrado al facilismo de decir: 'Si hay crecimiento se reduce la pobreza'", critica Trivelli en diálogo con RT. "Para que el crecimiento reduzca la pobreza de manera sustantiva y sea un crecimiento propobre, tiene que venir acompañado de un paquete de políticas sociales", solicita.
En 2004 la tasa de pobreza en Perú era de 58,7 % y para 2022 había descendido a 27,5 %. De acuerdo al Banco Central de Reserva, el PBI per cápita incrementó a una tasa promedio anual de 5,8 % entre 2004 y 2013, un período en que el índice de pobreza bajó 3,9 % por año.
En el camino se atravesó el virus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad covid-19. Esa última cifra (27,5 %), que se espera sea actualizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en los próximos días, reflejó un alza del 1,6 % de la pobreza monetaria.
"La pandemia desgraciadamente nos golpeó muy duro", reconoce Trivelli. "Solo con crecimiento se reduce la pobreza que está más conectada a las oportunidades de crecimiento, pero no necesariamente se logra mayor inclusión", añade.
El mundo rural
Trivelli, quien también es investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), un reconocido 'think tank' del país, lleva más de 25 años dedicada a políticas públicas, inclusión financiera y desarrollo rural.
Un sector del cual todavía lamenta su aislamiento. "Nos interesa lo rural por su aporte a los motores de crecimiento, pero no le prestamos la misma atención a la gente que vive en el mundo rural", fustiga.
Efectivamente, la minería es el gran impulso del PBI peruano, anclado entre otros factores al precio del cobre, que ha ido en aumento. Además, sobresalen los hidrocarburos, la agroindustria e incluso el turismo, todos vinculados al sector rural.
"Tenemos que asegurar que haya una nueva narrativa sobre el mundo rural, que en vez de asociar la ruralidad con la pobreza y el abandono, asocie la ruralidad con las oportunidades y la prosperidad", exhorta.
Preguntada por este medio sobre la posibilidad de atajar la brecha entre lo urbano y lo rural, en medio del descrédito de la presidenta Boluarte y el rechazo generalizado de la población, particularmente en provincias, Trivelli se mostró escéptica pero esperanzadora.
"Ese es nuestro desafío. Tenemos una oportunidad muy grande que además refleja mucha tensión, no solo por la brecha entre lo urbano y lo rural, si no por la distancia que se siente en la sociedad peruana entre Lima y las regiones. Por supuesto que hay una oportunidad para reconciliar al Perú, pero esto implica escuchar más a la población rural, entender mejor sus demandas, reconocernos más como peruanos con iguales deberes y derechos", pide.
No obstante, persiste una negación histórica. "Le hemos dado la espalda a lo rural por varias razones, desde las épocas en las que lo rural era visto como lo indígena, lo atrasado, hasta discursos de expresidentes o exministros de Economía que apostaban por mudar a la gente a ciudades", cuenta.
Perú espera que en 2050 aproximadamente 35 millones de personas vivan en zonas urbanas, es decir entre el 85 % y 88 % del total de habitantes, informó el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico el año pasado.
"Ya no existe en la práctica una dicotomía (…) cada vez más lo urbano y lo rural se superponen, ya no son dos cosas distintas, lo rural convive con lo urbano cada vez más en el Perú y en casi toda América Latina", afirma Trivelli.
El panorama actual
Boluarte, quien es la primera mujer en gobernar Perú, ha ensalzado en múltiples ocasiones su origen provinciano y ha prometido mejoras más allá de la capital, en una nación donde cada vez desconfían más de los políticos y de las instituciones.
En febrero pasado, por ejemplo, la dignataria instaló el primer Consejo de Estado Municipal, como parte de su "firme compromiso con la descentralización y con el Perú profundo". En compañía de casi 200 alcaldes, pidió "priorizar a los sectores más vulnerables".
Trivelli, quien fue la primera persona que lideró el Midis en 2011, duda de los resultados. "El Gobierno actual está muy preocupado por sobrevivir y por mantenerse sin tambalear, antes que fijarse prioridades relevantes para algunas políticas y las rurales están muy lejos", sostuvo.
"Este Gobierno en el año y poco que lleva no se ha caracterizado por ponerle especial atención ni al sector agropecuario, ni al mundo rural, ni a las actividades rurales no agrícolas. Nadie está mirando al mundo rural, ni el Midis, y esa es parte de la desazón que da", agrega.
Una encuesta del IEP, realizada del 19 al 24 de enero de 2024, exhibió una aprobación de Boluarte del 5 % en el ámbito rural. En ninguna otra zona de la nación latinoamericana se ha notado tal nivel de repulsión.
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