El escudo antimisiles, una historia de 'largo alcance'
La primera vez que Estados Unidos se planteó la idea de dotarse de un escudo antimisiles para defender su territorio de un ataque exterior fue en 1945. En 1960 el primer radar con sistema de aviso temprano de misiles en vuelo formó parte de su armamento nacional.
En 1972 la URSS y EE. UU. firmaron el Tratado sobre Misiles Antibalísticos (Tratado ABM) que limitaba a dos el número de escudos antimisiles con carga nuclear para cada superpotencia, uno de ellos desplegado alrededor de la capital. Los complejos no podían ser de cobertura nacional, ni exceder un radio de 150 kilómetros o tener más de 100 lanzaderas cada uno. El tratado prohibía a ambos países crear o desplegar sistemas o elementos del escudo antimisiles móviles, espaciales, aéreos o marítimos. En 1974 un apéndice al tratado redujo el número de complejos a uno.
En 1983 el presidente norteamericano Ronald Reagan anunció la puesta en marcha de investigaciones para garantizar la defensa de todo el territorio del país de posibles ataques con misiles balísticos intercontinentales. Sobre el papel su plan consistía en desarrollar bases espaciales y satélites a propulsión nuclear equipados con rayos láser destinados a interceptar misiles hostiles en el espacio. Su programa fue apodado por los medios como 'la Guerra de las galaxias'.
En 1991 el presidente George H. W. Bush propuso un nuevo programa de modernización del escudo antimisiles para que éste pudiera interceptar un número limitado de misiles. Fue bajo su mandato cuando EE. UU. llevó a cabo las primeras pruebas para elaborar un sistema antimisil de cobertura nacional, sin tomar en consideración el Tratado ABM que había firmado con la URSS.
En julio de 1999, con el presidente Bill Clinton ya en la Casa Blanca, entró en vigor la ley que daba luz verde a la creación del escudo nacional antimisiles. En octubre del mismo año fueron realizadas las primeras pruebas. En 2001 el presidente George W. Bush declaró que el escudo antimisiles protegería no sólo el territorio de EE. UU., sino también el de sus aliados. Washington no tardó en violar el Tratado ABM explícitamente al entregar a Noruega uno de los radares que ya había pasado por todas las pruebas como elemento del sistema antimisil. En febrero del mismo año el radar empezó a funcionar.
En diciembre de 2001 George W. Bush informó al entonces presidente ruso Vladímir Putin que EE. UU. se retiraba unilateralmente del Tratado. El documento permaneció en vigor medio año más. En junio de 2002 Rusia amenazó con retirarse del tratado START II de reducción de armas estratégicas, que fue firmado en 1993 por el entonces mandatario ruso Borís Yeltsin y su homólogo estadounidense George Bush 'padre'.
En 2004 EE. UU. mostró su preocupación por el desarrollo en Irán de misiles de alcance medio y relanzó los planes para desplegar su escudo antimisiles, para lo que organizó una ronda de consultas con sus aliados europeos a fin de incluirlos en su sistema.
Desde el principio Rusia se opuso a los planes de EE. UU., que considera como una violación de todos los acuerdos firmados entre los dos países. En 2007 el entonces presidente ruso Vladímir Putin criticó con dureza el despliegue del sistema global antimisiles de EE. UU. en Europa. “Ninguno de los así llamados ‘países problemáticos’ posee misiles con un alcance entre 5.000 y 8.000 kilómetros que puedan suponer una amenaza real para Europa”.
La situación pareció cambiar en noviembre de 2010, cuando en la cumbre de Lisboa Rusia y la OTAN acordaron colaborar en la defensa antimisil para Europa. Sin embargo, las negociaciones se vieron entorpecidas por la renuencia de EE. UU. a presentar garantías jurídicas de que el sistema que pretende desplegar en Europa no va dirigido contra las fuerzas estratégicas rusas.
Un año después de aquella histórica cumbre de Lisboa, en el reciente foro de la APEC en Honolulú (Hawái), el presidente ruso, Dmitri Medvédev, y su homólogo norteamericano, Barack Obama, admitieron que los dos países están lejos de alcanzar un consenso sobre la cuestión. "Hemos acordado seguir buscando una posible solución a este tema [defensa antimisiles, DAM], dando por hecho que nuestras posiciones al respecto son todavía muy distantes", reconoció Medvédev al término de su reunión con Obama. Sin embargo, acentuó que en los últimos años se produjo un importante avance en asuntos "que estuvieron pendientes durante décadas", citando el ejemplo el Tratado de reducción de armas estratégicas ofensivas firmado en 2010 en Praga que sustituyó al extinto START II y que entró en vigor un año después.
Hoy en día varios países como Polonia, Rumania, Turquía y España se han comprometido a participar en el despliegue del escudo antimisiles norteamericano. El 22 de noviembre EE. UU. anunció también el cese temporal de una parte de sus obligaciones respecto a Rusia en el marco del Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE).
Moscú ha advertido en varias ocasiones que se verá obligada a tomar las medidas correspondientes si no se aceptan sus numerosas propuestas de acuerdo sobre el despliegue del escudo. El presidente Medvédev comentó el 21 de noviembre que la respuesta de Rusia será "sensata y suficiente" y dejó claro que "no cerrará camino para continuar la discusión con nuestros socios de la Alianza del Atlántico Norte".