Oposición bareiní: “Las protestas no se van a detener”

“Hemos introducido una restricción temporal en cuanto a las reuniones públicas y las protestas. Una de las razones es que recientemente hemos visto que los manifestantes han empezado a recurrir a la violencia. En el periodo de un año tuvimos 400 protestas: más de una diaria. Tratamos de solucionar el problema, pero no fuimos capaces de controlar a la multitud”, dice Tariq Al Hassain, jefe del servicio de seguridad pública de Baréin.

Y aunque las propias autoridades afirman que fueron incapaces de controlar a los manifestantes, ellas mismas fueron las que llegaron a usar métodos extremos en sus intentos.

Sadiq Rabia confiesa que le han destrozado la vida. Hace varios meses resultó herido de bala a manos de policías antidisturbios durante una manifestación pacífica. Observando sus cicatrices, reconoce que ha tenido mucha suerte de haber sobrevivido.

“Estaba con otros muchos manifestantes cuando nos enfrentamos a los policías antidisturbios. Sin dudarlo, ellos dispararon a nuestras cabezas. Las balas que usan son para cazar animales. Me hirieron en la cabeza, la cara, los brazos, las piernas. Las más peligrosas fueron las balas que alcanzaron mis pulmones”, confiesa Sadiq Rabia.

Sadiq es uno de los cientos de personas que sufrieron la violencia policial durante las multitudinarias marchas antigubernamentales que empezaron a producirse en el país hace más de 20 meses: precisamente cuando el fervor revolucionario se extendía por Oriente Próximo y el Norte de África.

Actualmente el núcleo de las protestas lo protagonizan los residentes de los barrios más pobres. Esta gente está apoyada por la comunidad chiita, que constituye un 70% de la población, y tratan de contrarrestar a la élite gobernante (en su mayoría pertenecientes al colectivo sunita).

Pese a los incidentes y los choques violentos que hacen pensar en un trasfondo religioso, las autoridades rechazan que sus acciones se basen en este motivo.

La disensión bareiní se diferencia poco de la de las naciones sacudidas por la Primavera Árabe. Comparando y teniendo en cuenta las consecuencias de aquellas revueltas, se desprende que las autoridades bareiníes se esfuerzan muchísimo en detener este torrente de hostilidad. Sin embargo, hoy en día ni siquiera es posible averiguar y calcular el número de manifestantes que toman continuamente las calles.

Los manifestantes aseguran que no buscan derrocar el régimen y subrayan que sólo quieren reformas. Piden que se elija a un Parlamento que tenga y aplique el poder.  

“Las protestas no van a parar. Suceden cada día. Los manifestantes se oponen al régimen, a la dictadura. Unos 1.500 participantes están encarcelados. Cada día tienen lugar enfrentamientos con la Policía", declara Radhi Al Mosawi, miembro del partido opositor Waad.