Obama prepara la guerra total contra Venezuela

Érika Ortega Sanoja

Lo ha hecho con la emisión de un decreto de "emergencia nacional", en el cual califica al país suramericano como una "amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y política exterior de los Estados Unidos".

Quienes conocen la forma de proceder del Gobierno norteamericano, saben bien lo que estas acusaciones significan. Y los que no, pueden preguntar sus implicaciones a cualquiera de los ciudadanos de naciones invadidas militarmente por órdenes gringas, entre ellos, los millones de afganos e iraquíes que resisten, aún hoy,el horror de la ocupación estadounidense.

Como en estos países, el objetivo con Venezuela es el mismo: hacerse con sus recursos energéticos para superar la grave crisis económica y financiera que ha puesto en jaque su hegemonía mundial, frente a potencias emergentes como China.

Vista la imposibilidad de mantener el costo operativo, político y ambiental de la producción de petróleo de esquisto, un gobierno dócil y maleable en el país de mayores reservas energéticas del planeta se hace cada vez más necesario. Sobre todo, ante las previsiones de una posible estabilización de los precios del crudo a nivel mundial, para el segundo semestre de este año.

Las acusaciones

Las premisas sobre las cuales se basa el decreto emitido el lunes por Barack Obama parecieran haber sido escritas por éste viendo y evaluando a su propio país y no a Venezuela.

Y es que esta orden ejecutiva se basa en la supuesta "erosión de las garantías de los Derechos Humanos por parte del Gobierno, las limitaciones a la libertad de prensa, el uso de la violencia y violaciones de los derechos humanos en las protestas antigobierno, así como la presencia de corrupción pública y arrestos arbitrarios", acciones que, según 'el sheriff del mundo' estarían siendo ejercidas por el Gobierno de Maduro.

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Nos preguntamos si con la "erosión de las garantías de los Derechos Humanos por parte del Gobierno", Obama se estará refiriendo a la situación de las cárceles de Abu Graib, Guantánamo y otras instauradas en países invadidos con la excusa del derribo de las torres gemelas en el año 2001.

¿Será que con "limitaciones a la libertad de prensa", Obama comprende la falta de protección que tuvieron los 3 periodistas independientes que murieron recientemente en extrañas condiciones, cuando investigaban la participación del Gobierno estadounidense en el ataque terrorista del 11S?

Probablemente, con aquello del "uso de la violencia y violaciones de los derechos humanos en protestas antigobierno" quería repudiar las acciones y arrestos arbitrarios producidos contra el movimiento Occupy Wall Street. O tal vez, buscaba sancionar a quienes reprimen a aquellos que se manifiestan contra la total impunidad por el asesinato sistemático de afrodescendientes y latinoamericanos por parte de los cuerpos de seguridad.

Y cuando Obama habla de corrupción, ¿tendrá algo que ver con la decisión del Departamento de Justicia de acusar formalmente por este cargo al senador de su partido y archienemigo de la revolución bolivariana Robert Menéndez?

La respuesta a todas estas interrogantes es "no". Obama no quiere ocuparse de estos graves problemas y prefiere violar todo derecho internacional y hacer de juez en Venezuela.

La conspiración

El nuevo y peligroso giro que ha tomado la política de Obama contra Venezuela viene a echar por tierra las múltiples declaraciones de sus propios funcionarios, quienes desmentían que su Gobierno estuviese en una conflagración contra la Revolución Bolivariana.

La verdad es que Estados Unidos la ha tenido todo este tiempo en la mira, jugando su macabro ajedrez bajo la estratagema del Smart Power y los esquemas del golpe suave de Gene Sharp. Para ello, ha apuntalado a sus peones, figuras opositoras quienes confiadas en este apoyo, se han atrevido incluso a dirigir actos de franca sedición contra el Gobierno constitucional.

Sin embargo, fracasados todos los intentos por promover un cambio de régimen, desde el norte el torcedor de brazos se dispuso a derrotar a Maduro, por la vía de un golpe militar frustrado por las autoridades de Inteligencia venezolana.

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Según el Gobierno venezolano, los planes contemplaban bombardeos selectivos contra ministerios y medios de difusión como TeleSUR, que se habrían llevado a cabo el pasado 12 de febrero, aprovechándose para ello de 17 militares activos y sobornados con visas norteamericanas.

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Tras esta nueva batalla perdida y ante la pírrica convocatoria de los firmantes del Acuerdo Nacional para la Transición, invocado al estilo Libia por los agentes criollos del Imperio, a Obama sólo le ha quedado tratar de convencer a la opinión pública internacional que un territorio de paz como Venezuela representa una supuesta "amenaza" para la nación con mayor poder bélico del mundo.

Las reacciones en Caracas

En cadena nacional de radio y televisión, el presidente Maduro le habló al país y al mundo advirtiendo: "el golpe de Estado, que factura gringa tiene, ha sido derrotado. Y ante la derrota del golpe de Estado y la incapacidad de los agentes estadounidenses, figuras políticas de la oposición, los Estados Unidos de Norteamérica y el presidente Barack Obama, representando a la élite imperialista de Estados Unidos, ha decidido pasar personalmente a cumplir la labor de derrocar mi Gobierno y de intervenir Venezuela para controlarle desde el poder estadounidense. Por eso han dado este paso".

Asimismo, el jefe de Estado venezolano calificó el comunicado como "el paso más agresivo, injusto y nefasto que jamás se haya dado desde Estados Unidos contra Venezuela… Como vamos rumbo a recuperar la estabilidad financiera y política del país, hacia las elecciones parlamentarias, los cálculos no dan y se han planteado afectar grave y severamente la vida de Venezuela".

Ante el delicado panorama, Maduro anunció que solicitaría este martes a la Asamblea Nacional, poderes habilitantes establecidos en la Constitución, para la redacción de un decreto con rango, valor y fuerza de Ley que ya denominó "Antiimperialista".

Más temprano, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello Rondón, no dudó en sentenciar el hecho como una amenaza militar de Estados Unidos contra Venezuela: "Quiero advertirle al mundo que lo que están planificando son ataques militares contra nuestra tierra. ¿Qué armas tenemos nosotros para amenazar a Estados Unidos? La dignidad, nada más. El corazón, el amor, la firmeza de un pueblo que decidió ser libre. Esa es la única arma que tenemos nosotros, señor Obama".

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La ministra del poder popular para Relaciones Exteriores, Delcy Rodríguez, usó su cuenta en Twitter para anunciar la llamada a consultas del Encargado de Negocios venezolano en Estados Unidos, Maximilien Arveláiz.

Por su parte, el Defensor del Pueblo, Tareck William Saab, destacó que las sanciones anunciadas desde Washington son contra la República y "por ahora" constituyen "propaganda de guerra y guerra sucia contra Venezuela acrecentada para atacar internacionalmente al presidente Maduro".

En la misma red social, el funcionario escribió, además: "EE.UU. anuncia cancelación de visas y congelamiento de bienes a funcionarios venezolanos, a sabiendas que ellos no tienen ni visas ni bienes en USA. Lo realmente grave es calificar demencialmente a nuestra patria de 'amenaza a la seguridad de EE.UU.', pues ello implica una amenaza militar".

Ya en febrero, los países que conforman varios organismos multilaterales habían rechazado el primer grupo de sanciones contra funcionarios venezolanos. Entre ellos, el Alba, la Unasur, Petrocaribe y el G77+China demostraron su solidaridad con Venezuela y rechazaron la pretensión del Gobierno estadounidense de erigirse unilateralmente como policía del mundo.

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Es verdad que estas amenazas contra la Revolución Bolivariana pueden convertir a la región en un hervidero de violencia. Pero la dignidad del pueblo venezolano es inclaudicable. Su vocación antiimperialista es ancestral y proviene de la gesta heroica de los héroes independentistas.

Si hace 190 años este pueblo logró derrotar al Imperio Español y conquistar la libertad de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Panamá, hoy, con la misma valentía podemos resistir cualquier arremetida. Cierto es que un conflicto bélico sería absolutamente desigual, pero en ese caso, la respuesta debería ser un Vietnam, dos Vietnam, tres Vietnam… Cualquier cosa antes que la sumisión.